RADIO › OTRA MULTITUDINARIA EDICION DEL CHEQUEFEST
El equipo de Cheque en blanco, el popular programa de radio capitaneado por Alfredo Zaiat, volvió a reunir a sus oyentes para una nueva fiesta en la que los fans disfrutaron de una picada monstruosa y música a cargo de Ignacio Guido Carlotto.
› Por Emanuel Respighi
Apenas pasadas las 20 de un jueves infernal en la ciudad de Buenos Aires, al llegar a la esquina de Lacroze y Alvarez Thomas, una multitud haciendo una larga fila que da la vuelta a la esquina desafía a la noche. Son mujeres y hombres, en su mayoría entre 25 y 45 años, que se amuchan a la espera de poder ingresar al Teatro Vorterix. Hay quienes aguardan con claras evidencias de haber venido directamente desde el trabajo. Otros, en cambio, dejan ver en sus bermudas o vestidos la fortuna de haber podido pasar por sus casas. El observador desinformado, o habitué del barrio, probablemente crea que se trata de lo de siempre: personas que aguardan para ingresar al teatro a ver tocar a alguna banda. Sin embargo, esa noche calurosa no toca ningún grupo, aunque quienes esperan dentro para salir al escenario tienen para sus fanáticos status de auténticos rockstars. “La longaniza/ la longaniza/ la longaniza/ un metro para usteeeed”, gritan (¿cantan?) algunos ansiosos y ya nadie duda: se trata de una nueva edición de ChequeFest, la fiesta que organiza Cheque en blanco, el programa de radio que conduce Alfredo Zaiat por Vorterix (sábados de 9 a 12), para corroborar en el encuentro con sus oyentes que son un auténtico colectivo a contramano.
Si la radio es uno de los medios en los que se genera mayor fidelidad con la audiencia, posiblemente Cheque en blanco sea uno de los ciclos del éter que más cercanía tiene con sus oyentes. La ChequeFest 2014 es la demostración de la empatía –adictiva, casi enferma– que se puede construir entre un programa de radio y quienes lo escuchan. Hay en esa relación un fanatismo casi futbolero, que se traslada a liturgia entre los “chequeros con micrófono” y los “chequeros de oído”. ¿Desde cuándo un programa de radio genera tanta pasión como para que los oyentes lleven al encuentro sus trapos caseros y canten enfervorizados sus propios hits tribuneros? “Vamos chequeros, con huevo vaya al frente/ que te lo pide toda la gente... Una bandera que diga Cheque en blanco/ un par de rockanroles, la birra artesanal/ gritar un sapo, ganar la longaniza y toda la movida la va garpar Zaiat”, se escuchó ni bien todo el equipo de Cheque en blanco salió al escenario de Vorterix, lluvia de papelitos de por medio.
“Si no escucho Cheque en blanco no es sábado”, cuenta Sergio, fiel oyente de Lanús que –trapo en mano– se acomodó en la parte superior de Vorterix, escoltando una bandera, junto a su mujer y uno de sus hijos. “Todos los sábados me levanto a las 6 de la mañana porque mi hija juega al hockey y enciendo la radio. A veces en medio del partido suelto la carcajada y los padres no entienden nada. Hasta que se dan cuenta de que tengo puestos los auriculares. Cheque en blanco es una fija”, dispara. En otro sector, Julia vino acompañada con otras dos amigas. Su relación con el ciclo es tan fuerte que “antes esperaba que llegara el viernes para salir el fin de semana; ahora espero el sábado para madrugar y escuchar Cheque en blanco”, señala. Son sólo dos ejemplos del espíritu chequeril que el jueves disfrutó de la sexta edición de la fiesta del programa.
“¡Hola chequeeroooossss!”, gritó Zaiat al subir al escenario junto a todo el equipo, pasadas las 21, bajo una lluvia de papelitos. Anteriormente, la espera se había matizado con un video en el que los integrantes de Cheque en blanco defendieron en un partido de fútbol la autoría de “El Sapo”, la sección que es un clásico, a raíz de que algún programa periodístico televisivo se lo plagió sin avergonzarse. Obviamente, el partido lo ganaron los chequeros, con la capitanía de Zaiat, que cumplió el sueño del pibe al hacer dos goles en la cancha de su Racing querido. Otro milagro que la ChequeFest 2014 hizo posible.
“Somos un equipo de trabajo, un equipo de amigos, una suma de individualidades con el objetivo común de seguir haciendo un programa de radio cada sábado desde hace trece años. Y ustedes son una hinchada que sabe que no tiene que tener miedo porque no siempre se choca andando a contramano”, disparó el conductor, ganándose una de las tantas ovaciones de la noche. Luego fue el turno de la cuenta regresiva para liberar los ¡580 kilos de picada y los 2200 litros de cerveza artesanal! (el ciclo hizo de la producción de esta bebida con técnicas caseras todo un culto) con los que se amenizó una fiesta que pareció más cercana a una celebración de graduación que a la formalidad que suele signar al encuentro con los oyentes. “Esta noche no me la olvidó más”, le decía una treintañera a un amigo, mientras le entraba a una feta de mortadela que digería con un vaso de una de las marcas de cerveza artesanal que obsequiaron su bebida.
Fiel al espíritu horizontal del ciclo, cada integrante del team radiofónico tuvo su espacio en la fiesta. El primero en dar su aporte fue Julio Leiva, encargado –entre otras cosas– de la sección “Fotos”, en la que cuenta algún caso social de resonancia cada semana a través de sonidos que remiten instantáneas. Al transmitir el audio en el que había abordado la historia de la restitución de la identidad de Ignacio Guido Hurban Carlotto, para sorpresa de los presentes el informe se extendió una foto más al original: en ese momento apareció sobre el escenario el nieto de Estela de Carlotto para tocar en vivo en su piano algunos de sus temas. “La historia de Ignacio es la historia de todos, una historia que nos supera”, dijo Zaiat, visiblemente emocionado. Ignacio se rió, tocó el piano, hizo algunos de sus mohínes y agradeció a todos por transformar la tragedia en amor. “Aprovecho para invitar a quienes tienen dudas a sacárselas, porque aún hay 400 chicos –tal vez algunos acá, incluso– que merecen saber quiénes son. Recuerden que la más dolorosa de las verdades es mejor que la más festiva de las mentiras”, afirmó, sin borrarse la sonrisa de su rostro.
Mientras la cerveza y la picada se sociabilizaban con extraña organización, entre oyentes desconocidos y otros calificados (desde Ernesto Tenembaum, que co-condujo el ciclo durante los primeros cinco años, hasta los periodistas Reynaldo Sietecase y Fernando Amato, o el rabino Daniel Goldman), la ChequeFest 2014 siguió presentando sorpresas. Maxi Martina tocó con su banda junto a Palo Pandolfo como invitado, Barry White hizo de las suyas y Porchetto hizo catarsis con su “Hasta los huevos”, pero fue Martín “El Tucu” Abusambra el que terminó haciendo bailar a todos los chequeros que estoicamente –como cada sábado a través de la radio o de la web– se quedaron hasta el final. Hubo un oyente que se ganó la longaniza de ¡2 metros! y otro que se llevó a su casa una “damajuana” de cerveza de cuatro litros. Todos disfrutaron. Otra vez, pagó todo Zaiat.
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