RADIO › “NAFTALINA, PARA QUE NADIE SE APOLIYE”
El programa humorístico conducido por César Guzzo y Ariel Carranza adquirió status de culto. Cumple 20 años, 15 de ellos de emisión ininterrumpida en las trasnoches de Radio Ciudad.
› Por Cristian Vitale
César Guzzo, ex redactor de la legendaria revista Satiricón, ensaya mil y una maneras de definir el dúo cómico-radial que forma con Ariel Carranza. a) “Somos una especie de Redonditos de Ricota del subdesarrollo”; b) “Somos como la hinchada de Chacarita o la de Nueva Chicago”; c) “Somos dos jóvenes eternos, que no queremos saber nada con Dorian Grey, pero sí con Peter Pan”. Y así, hasta que, prueba y error, llega a puerto coherente: “Qué va... somos Carranza-Guzzo, Guzzo-Carranza, el dúo que tiene panza”. Irónico y chistoso hasta para dormir, lo que está haciendo el experimentando humorista es trasvasar a una nota periodística el contenido del programa que –junto a Carranza, claro– conduce noche tras noche desde hace 20 años: Naftalina, para que nadie se apoliye. “Hemos crecido intelectualmente y con arrugas, pero seguimos siendo pibes... tenemos la ventaja de ser zarpados aunque nos guste el tango, si no el tango se convierte en facho”, es otra de las máximas que desliza el hombre.
El dúo está de fiesta, porque mañana soplará 20 velas con una emisión a todo trapo en la radio que les abrió sus puertas hace 15: AM 1110, Ciudad. En el horario habitual (de 1 a 3 de la madrugada), Guzzo y Carranza tienen en su lista de invitados a gente que ha tenido mucho que ver con el crecimiento del programa. “Probablemente venga gente de fierro: Carlitos Belloso, Gillespi, Dolina y Tangalanga, que si no viene, seguramente llamará para cargarnos. La idea es juntar a toda la familia naftalinera en una noche especial”, informa Carranza. Naftalina..., programa de humor satírico y costumbrista muy referenciado en el ambiente radial, debutó el 7 de septiembre de 1986 en Radio América y perduró como un espacio de culto, despojado y creativo, durante dos decenios. “Todo empezó gracias a un fanático-cholulo mío –recuerda Guzzo–. El tipo me dijo que me compraba un espacio en una radio barata y yo me tiré a la pileta. ¿Cómo no lo iba a aprovechar?”
El debut, con la idea de ganar kilómetros, fue en Radio América y uno de los virtuales competidores terminó siendo el gran espaldarazo del dúo: Alejandro Dolina, que en ese momento salía con Demasiado tarde para lágrimas, por Radio El Mundo. “Las trasnoches de humor terminaban en ‘ina’. Estaban Alejandro, nosotros y El loco de la colina, que lo hacía un tipo muy aburrido: De la Rúa –ríe Guzzo–. Al Negro le debemos mucho, porque fue nuestro primer entrevistado y después nos empezó a chivear hasta que, de las mil personas que lo iban a ver al Sindicato del Seguro, cien venían a vernos a nosotros. Nuestro miedo existencial era que el chico que garpaba el espacio algún día se fuera.” Sin embargo, el temor se evaporó rápido y Naftalina..., lejos de apoliyarse, rodó por Splendid, Rock and Pop –con los TriciclosClos– Argentina y La Red hasta que en 1991 se instaló en Radio de la Ciudad. “Tenemos la fotocopia del cassette que nos trajeron los pibes de La Renga cuando no los conocía nadie”, rememora Carranza.
–¿Qué lugar tiene la música entre tanto humor?
Ariel Carranza: –Fundamental. Más allá de que Naftalina... es casi un radioteatro de amor-humor, con fuerte hincapié en el doble sentido como forma de comprender la realidad, siempre matizamos con canciones de Los Redondos, Bersuit o Invisible. La noche te permite todo.
César Guzzo: –Además, no nos dejamos influir por los tiempos modernos. Tratamos de ser eternos como el amor que no existe. Somos jóvenes viejos, mitad rockeros, mitad tangueros. Nos gustan Angel Vargas, Gardel, pero también Spinetta.
Además de escribir un libro con guiones propios extraídos del programa (Grandes chistes para chicos), Carranza y Guzzo le han aportado al humor argentino personajes insólitos y entrañables. Carlitos trucho, uno de ellos, es un imitador berreta que encara todos los personajes con la misma voz. La inspectora Chantecler –otro hallazgo– es una mujer detective que trata de resolver casos bizarros y el locutor “serio” que lee el informativo cada hora muta en un trasmisor de noticias totalmente ridículas durante el programa. “Se trata de descontextualizar a las personas para llevarlas a otra órbita”, rematan como máxima de máxima.
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