RADIO › FELIPE PIGNA Y “LO PASADO, PENSADO”
“Si la historia hubiera sido una moda hubiera caído rápidamente”, dice el historiador, que arranca hoy a las 10 un ciclo en Rock & Pop. El primer programa estará dedicado a la Triple A.
› Por Oscar Ranzani
Después de haber analizado parte de la historia argentina como columnista de Radio Mitre y del programa ¿Cuál es? de Mario Pergolini, Felipe Pigna debutará con un ciclo propio hoy, de 10 a 11 y por la Rock & Pop (FM 95.9). El historiador que supo desacartonar la manera de narrar los acontecimientos del pasado eligió como título Lo pasado, pensado, homónimo de uno de sus libros. Pigna señala que se tratará de un programa de “historia argentina del siglo XX”, pero en el que también se hablará de la historia mundial. Cada domingo se presentará un tema y alrededor de él se analizará el contexto tanto cultural como político. Paralelamente al relato de Pigna, se escucharán audios de cada época en particular, a través de testimonios de los protagonistas, así como también la música de aquel momento o el sonido de las películas que se veían entonces. Respecto del tipo de público al que apunta, Pigna señala que su programa es tanto para los oyentes de Rock & Pop como para la gente que no escucha la radio, pero “me sigue a mí y le interesa la historia”.
El capítulo de hoy estará centrado en la Triple A, un poco debido al auge que volvió a cobrar el tema en los medios a raíz del pedido de extradición de María Estela Martínez de Perón, cuyo gobierno tuvo como ministro de Bienestar Social a José López Rega, considerado el artífice del terrorismo de Estado, continuado a escalas mayores por la última dictadura militar. Además de los audios de López Rega y de Juan Domingo Perón, Pigna pondrá al aire una entrevista a Alfredo Alcón que cuenta la historia de “una famosa reunión que hubo en el ’75 entre un grupo importante de actores (mucha gente amenazada por la Triple A) y que fue convocada por López Rega para explicarles que él no tenía nada que ver con esas amenazas, que se quedaran tranquilos. Una cosa espantosa”. Pigna afirma que Alcón “cuenta maravillosamente (como cuenta él las cosas) cómo fue esa entrevista, y cómo López Rega los miraba fijamente y les decía cómo se les ocurría que una persona como él podía amenazar o matar a alguien”. Y que, en definitiva, esa reunión “terminó amedrentándolos”.
–¿Por qué en los últimos años el gusto por la historia se hizo mucho más masivo? ¿Es algo pasajero o se produjo un vínculo fuerte?
–Deseo profundamente que sea un vínculo fuerte y que no sea una moda. Me parece que si hubiera sido una moda hubiera caído rápidamente, pero esto se mantiene por lo menos desde 2001 para acá con mucha fuerza. Así que la crisis fue evidentemente un detonante muy importante para la revisión del pasado, porque la gente se dio cuenta de que las respuestas inmediatas no alcanzaban, que semejante desastre no podía corresponder a lo inmediato sino que seguramente tenía que ver con una larga historia. Y es notable cómo a partir de ese momento creció el interés por la historia. Me parece que ya es sostenido.
–Y ese interés por la historia, lejos de agotarse en sí mismo, ¿debería servir para lograr una mayor participación política?
–Uno siempre tiene esa pretensión. Creo que la historia sirve muchísimo para entender el presente, como decían las definiciones de la escuela secundaria. Se supone que es la ciencia que estudia el pasado para comprender el presente. Creo que está bastante bien esa definición, muy trillada pero que hace justicia en un punto. Es decir, la historia sirve en sí misma para conocer el pasado y eso está bien como especificidad pero, obviamente, también sirve para comprender el presente. Los jóvenes de hoy están empezando a entender que es una materia instrumental. Contrariamente a lo que uno veía en mi generación y en muchas generaciones, que era tan aburrida y mal enseñada en las escuelas y uno no le veía mucho sentido. “¿Y para qué me sirve?”, es una pregunta muy lógica que hacen los estudiantes. Creo que hoy se va entendiendo para qué sirve la historia.
–¿Por qué permanece la idea del prócer intocable en la historia oficial?
–Creo que es una cuestión ideológica. La idea de que estos personajes son únicos, absolutamente impolutos y que ese lugar que, en definitiva, es el lugar del poder, no le corresponde al pueblo. Es decir, “enseñarle” a la gente que nunca podrá llegar a ser uno de ellos y que eso queda reservado a una especie de aristocracia, de alguna manera. Y eso es un hecho que tiene una gran eficacia. De alguna manera, es el “no te metás” histórico: “Miren que ustedes nunca van a llegar a ser como este señor, así que déjennos a nosotros seguir administrando los bienes y las cosas”.
–¿Existe la objetividad histórica?
–No, afortunadamente no. La imparcialidad es un acto de soberbia, eso de poder ponerse por encima de las ideas. Y si uno observa la historia argentina que es muy rica en calidad y en cantidad de historiadores, todos tienen su tendencia marcada, desde Mitre para acá, y nadie ha ocultado su pensamiento. Porque, en realidad, hay una confusión en cuanto a lo que significa el rol o el trabajo del historiador. El historiador no recopila historia, sino que interpreta la historia. En esa interpretación la subjetividad se agradece en un punto porque es un trabajo interesante y queda claro. Se agradece en el sentido de que cuando leés a Milcíades Peña estás leyendo a un marxista, cuando leés a Ernesto Palacio estás leyendo a un católico de derecha, cuando leés a Puiggrós estás leyendo a un pensador del nacionalismo revolucionario. Y a Mitre, a un exponente del más lúdico conservadurismo, liberalismo conservador. Eso pasa acá y en todo el mundo.
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