DANZA › PRIMER PROGRAMA DEL BALLET CONTEMPORáNEO DEL TEATRO SAN MARTíN
El próximo martes comenzará la temporada, con la presentación de obras de Edgardo Mercado, Gustavo Lesgart y del director de la compañía, Mauricio Wainrot. Habrá dos estrenos preparados especialmente para la ocasión y una reposición.
› Por Alina Mazzaferro
Tarde, pero seguro. Como todos los años, el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín está listo para presentar su primer programa mixto, esta vez con obras de Edgardo Mercado, Gustavo Lesgart y, como siempre, del mismísimo director de la compañía, Mauricio Wainrot. Las excusas para justificar que la primera producción de 2009 se lance con la llegada del invierno son las mismas del año pasado, cuando también el estreno del ballet fue postergado hasta junio: refacciones en la sala Martín Coronado, cada vez menos gente trabajando en las áreas técnicas, problemas de infraestructura y falta de presupuesto. Sin embargo, Wainrot se estampa siempre una sonrisa y, con buen humor, proyecta para adelante: “El segundo programa está casi armado, así que cuando terminemos éste recuperaremos el tiempo con el próximo, que será en agosto, para estar seguros de que en noviembre vamos a estrenar el tercero”.
Mientas tanto, el ballet ensaya desde febrero lo que podrá verse a partir del próximo martes a las 20.30: dos estrenos preparados especialmente para la ocasión –Rotonda, de Mercado, y Descubierto, de Lesgart– y la reposición de Desde lejos, de Wainrot. Como siempre, las funciones serán los viernes a las 13, los sábados y domingos a las 17 y los martes a las 20.30, prueba de que, una vez más, el ballet ocupa un espacio relegado dentro de la producción oficial del San Martín, que cada año reserva los horarios nocturnos del fin de semana al teatro y deja al ballet, a pesar de sus poquísimas funciones –tan sólo una veintena por cada programa–, una franja horaria poco privilegiada.
Aun así, para su director, la salud de la compañía parece estar mejor que en años anteriores. “Esta vez está más grande que nunca, tiene veinticuatro bailarines, cuatro aprendices y contamos con Elizabeth Rodríguez en el rol de asistente, además de bailarina”, resume. Por otra parte, hay planes de llevar las obras de gira, algo por lo que Wainrot viene peleando hace varios años. “El 16 de julio estaremos en Rosario, el 21 y 23 de julio en Salta, en septiembre iremos a Montevideo y estamos negociando para ver si podemos ir también a Tucumán y San Luis”, anticipa. Acostumbrado a dirigir compañías foráneas, Wainrot sabe que los bailarines se foguean en los tours y eso es lo que hace tiempo viene exigiendo para este equipo artístico al que considera “uno de los mejores productos culturales que tiene el Gobierno de la Ciudad”. “Hace dos años que la compañía no se ha movido de acá y cuando lo ha hecho anteriormente ha sido por una función, generalmente en Montevideo. Recuerdo que cuando era director del Ballet Jazz de Montreal hacíamos unas 120 funciones de gira, por Sydney, Tokio, Buenos Aires, Moscú”, compara crudamente.
Quienes fueron convocados esta vez para dejar su impronta personal en el ballet oficial saben de lo que habla Mauricio, pues están acostumbrados a llevar sus obras por el mundo. Mercado dedicó 2008 a presentar su trilogía de danza tecnología –Tierra de Mandelbrot, Plano Difuso y Argumentos a favor de la oscuridad– en festivales internacionales de México y Brasil. Lesgart, por su parte, vive en España y desde 1999 ha deambulado por Nueva York, Berlín y otras importantes capitales de la danza, aunque cada año regresa a Buenos Aires para dar clases o mostrar algo de su producción (en 2005 ya había sido convocado por Wainrot para trabajar con el ballet del San Martín, oportunidad en la que montó Simple). Si bien las tres obras que podrán verse son radicalmente distintas, tienen un eje en común: los tres coreógrafos han partido de ideas concretas; sin embargo, se trata de piezas abstractas en las que cada cual podrá dejar volar su imaginación a la hora de la interpretación. Obras que exaltan el movimiento por el movimiento mismo, aunque éste haya nacido de una pregunta ontológica acerca de la vida finita del ser humano o de los vínculos ente el hombre y la mujer, que difusamente se percibe como trasfondo.
Mercado, por ejemplo, se define como un coreógrafo de escritorio. Primero encuentra una idea y trabaja meses investigando alrededor de ella, buscando bibliografía, literatura o filmografía que la nutran. Ex estudiante de Física y amante de las Ciencias Exactas, este coreógrafo decidió, en esta oportunidad, trabajar con la geometría circular y armar una obra en la que la circularidad del movimiento remita a la concepción griega del tiempo cíclico y el mito del eterno retorno. Para ello, confiesa haberse inspirado en algunos famosos textos de Jorge Luis Borges, como “Las ruinas circulares” o “La biblioteca de Babel”: “El es un apasionado del infinito –explica– y éste es el tema de mi obra. Investigué sobre el perímetro del círculo, que no tiene principio y fin, y eso llevó a la idea de la eternidad”. En Rotonda, además, Mercado optó por alejarse del camino que venía tomando su trabajo coreográfico y abandonar el uso de multimedia. Como si el boom de la combinación de danza y nuevas tecnologías que primó en los ’90 hubiera llegado a su fin –algo que Wainrot afanosamente festeja con un “¡gracias a Dios!”–, Mercado decidió trabajar exclusivamente con los cuerpos. “Me pareció oportuno utilizar un número importante de bailarines, que es algo muy difícil para llevar a cabo en el circuito independiente –dice–. La línea multimedial vino acompañada por una necesidad de transmitir ciertos conceptos en un momento de mi vida creativa; creo que fue un proceso que cerré con Argumentos... y le puse un gran moño con la gira que hice el año pasado en Brasil, donde presenté mis tres obras tecnológicas. Ahora quiero investigar por otro lado, no quiero que Edgardo Mercado sea sinónimo de tecnologías.”
Lesgart presentará una obra que él considera la continuación de Traveling, su última creación presentada en España en 2007 y 2008. En Descubierto, “el hilo conductor que me sirvió para coreografiar las escenas tiene que ver con la unión de un hombre y una mujer desde el momento en que se conocen hasta que se separan”. Sin embargo, su objetivo no es contar una historia de amor sino poner a ocho intérpretes a jugar los roles de los enamorados, como si se tratara de casilleros vacíos que cualquiera puede llenar. “Desde lo conceptual del movimiento trabajé con la noción de espacio que separa y encuentra a los cuerpos. Ese es el lugar de la construcción de lo coreográfico, más allá de lo anecdótico, que es irrelevante, pues a mí no me interesa que la gente vea una historia de amor”, anticipa el coreógrafo.
Por último, el programa se cerrará con Desde lejos, una pieza que Wainrot creó para la Bat Dor Dance Company de Israel, inspirado en la “maravillosa puesta del sol de Tel Aviv” y en la música del belga Wim Mertens, a quien conoció personalmente cuando era el coreógrafo residente del Ballet Real de Flandes. Pero la escena romántica del atardecer acompañado por las melodías del film El vientre de un arquitecto fue sólo un disparador para una pieza abstracta donde priman “las calidades del movimiento y la musicalidad”, que formó parte del repertorio del Ballet Argentino que dirige Julio Bocca.
En el curso del año habrá Wainrot para rato, pero no más oportunidades para jóvenes coreógrafos que refrescan el ballet con aires provenientes de otros circuitos. En agosto se repondrá Las ocho estaciones, creada en 2002 por el director de la compañía sobre música de Vivaldi y Piazzolla. Para cerrar el año, se espera un programa en el que dos de los históricos coreógrafos del San Martín –Oscar Araiz y el mismo Wainrot– trabajarán en nuevas obras, inspirados en las creaciones de músicos soviéticos prohibidos.
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