Jue 11.02.2010
espectaculos

DANZA › KOKI Y PAJARIN SAAVEDRA FRENTE AL REESTRENO DE A RAIZ DEL BAILE

El encantador embrujo de la tierra

Los bailarines llevan el folklore a dimensiones en las que música y baile se funden con naturalidad. Esta noche mostrarán en El Cubo una versión enriquecida del último espectáculo de la compañía que dirigen desde hace diecisiete años.

› Por Carlos Bevilacqua

Hay algo de mágico en el zapateo de Koki y Pajarín Saavedra. Además de mostrar siempre una impactante destreza, por momentos pueden prescindir de los músicos al generar los diferentes ritmos que bailan con el sonido de sus botas contra el piso. En otros pasajes la música viene de una fuente más tradicional, como un bombo o una guitarra, pero también tocados por ellos mismos, a su vez compositores de parte de la música que se escucha en los shows. En la misma tónica, los demás bailarines pueden aparecer en algunos tramos tocando una quena o cantando. Tal imbricación entre música y baile es una de las características distintivas de los espectáculos que los hermanos vienen presentando desde principios de los ’90 como compañía Nuevo Arte Nativo. El último de ellos, titulado A raíz del baile y estrenado el año pasado, podrá volver a verse hoy a las 21.30 en El Cubo (Zelaya 3053).

Con 15 bailarines más la participación en vivo del guitarrista Federico Pecchia, la de esta noche será una versión acotada pero a la vez enriquecida del show, ya que incluirá números de otros géneros, como el flamenco de Alicia Fiuri y el tango de Fernando Galera y Vilma Vega. “Es nuestra manera de festejar el Bicentenario –define Pajarín–. Tenemos previsto seguir con este show el resto del año porque pensamos que nos puede dar muy buenos resultados. En nuestras coreografías también habrá novedades. Nos gustan los cambios porque siempre implican un desafío.” De hecho, el buceo entre formas heterodoxas de las danzas folklóricas es otro de los rasgos de identidad del dúo. “En el folklore hay algunas coreografías que ya tienen sus propios diseños, relativamente simples. Lo complejo está en la marcación rítmica de los movimientos. Allí es donde uno puede ahondar, porque lo podemos rearmar para decir algo distinto”, añade el experimentado bailarín.

Ese camino de exploración, claro, exige cierta disciplina de trabajo. Tengan o no función en el horizonte, los bailarines de Nuevo Arte Nativo cumplen en promedio con tres ensayos semanales de aproximadamente cuatro horas cada uno, según cuenta Pajarín. “Además es necesario que tengan conocimientos de barra clásica y danza contemporánea”, añade Koki. Pero no es todo: “Simultáneamente, incitamos a nuestros bailarines a que aprendan a tocar algún instrumento musical, porque es algo que te abre mucho la cabeza”.

La pasión de los Saavedra por la música tiene su historia. El padre de ambos, Carlos, fue un bailarín profesional que compartió escenario durante diez años con otro santiagueño célebre: el armoniquista Hugo Díaz. Una vez mudada a Buenos Aires, la familia Saavedra mantuvo desde las comidas y las siestas típicas del pago hasta la vecindad con los Carabajal, quienes también habían bajado a la capital por razones de trabajo. Entonces Koki, con sólo seis años, aprendió a tocar la guitarra gracias a las lecciones de un niño apodado “Peteco”: “El era menor que yo, así que la guitarra lo superaba en tamaño, pero igual ya la manejaba como quería”. Luego de acompañar al padre en actuaciones por todo el país, a principios de los ’70 los hermanos se radicaron primero en Francia y luego en España, iniciando un período europeo de veinte años en los que se formarían tomando diversos tipos de clases y codeándose con músicos y bailarines de primera magnitud. Se presentaban como “Los Indianos” en números que formaban parte de espectáculos ajenos. Casi a coro, los dos coinciden en subrayar un espectáculo que presentaron en Bélgica, a principios de los ’90, con los músicos Minino Garay, Ricardo Moyano y Gustavo Beytelmann, como el primero en que, además de bailar, se animaron a tocar sus propias composiciones. Entonces Pajarín hilvana el hito con una anécdota que le resultó formativa: “Durante una actuación con Mercedes Sosa en el Luna Park estábamos bailando la zamba ‘Debajo del sauce solo’ cuando a mí se me cayó el pañuelo. No sabía cómo seguir porque encima Mercedes y su guitarrista nos estaban mirando atentamente. Hubo un segundo de incertidumbre, pero me agaché, lo levanté y seguí como si nada. Después de la función el Mono Izarrualde y Horacio Molina me dijeron ‘quedó hermoso, hacelo siempre’”.

Ni Koki ni Pajarín creen estar abandonando la tradición. El primero argumenta: “Al ampliarte no te alejás de las raíces, sino todo lo contrario. Si yo sólo me visto con siete colores porque el cerro tiene siete colores, me quedo en lo superficial, porque el cerro tiene también una dimensión social”. El segundo postula: “La tradición no es estática. Lo que nosotros hacemos ahora con una determinada repercusión, dentro de un tiempo va a ser interpretado de otra manera. Ahora estamos diseñando unas coreografías con zapateo sobre músicas de Miles Davis y Eric Clapton. ¿Eso es irse demasiado lejos? ¿Quién tiene una autoridad absoluta como para establecerlo? Nosotros creemos que tener libertad de espíritu es una condición indispensable para el arte”.

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