DANZA › OSCAR ARAIZ REESTRENA NUMEN EN EL CENTRO CULTURAL ROJAS
Todo comenzó cuando Araiz asistió a una charla en el Rojas y descubrió un espacio que se acomodaba perfectamente a las necesidades de una obra que resulta clave en su historial. “Este es un trabajo que me dio muchísima satisfacción”, relata el coreógrafo.
› Por Paula Sabatés
Hace unos meses, el prestigioso coreógrafo Oscar Araiz fue a escuchar una charla al Auditorio de Abuelas de Plaza de Mayo, en el Centro Cultural Ricardo Rojas, y ese espacio de pequeñas dimensiones y techo bajo le recordó instantáneamente a aquel otro en el que había estrenado su premiada pieza Numen, hace veinte años. Le comentó el parecido a una persona del staff del complejo, quien de inmediato le dijo que los encargados del área de danza no utilizaban ese lugar porque no estaba equipado para hacer teatro y que sólo servía para actos, charlas o alguna proyección. “Ah, pero eso es justamente lo que me interesa, que no esté demasiado teatralizado como espacio convencional”, dijo Araiz, y eso bastó para que el comentario llegara a Alejandro Cervera, coordinador del área de danza del Rojas, que pronto arregló todo para que Numen tuviera un lugar para poder volver a ser.
Así, el fundador y director del Ballet del Teatro San Martín, del Teatro Colón, del Grand Theatre de Ginebra, del Teatro Argentino de La Plata y de Ballet de Bolsillo, entre otros trabajos, repuso su pieza durante la segunda edición del festival Rojas Danza 2011, que durante las dos primeras semanas de julio celebró la disciplina a través de diversas expresiones de las artes en movimiento desde la mirada de consagrados y jóvenes promesas. Y desde mañana, también en el Rojas y por solo seis funciones, volverá a exhibir el espectáculo, que además es emblemático en su carrera y que pensó por primera vez hace cincuenta y cinco años.
Numen conserva su estructura original (Araiz dirá que “es una pieza que no se puede hacer en cualquier lado”) e incluso a tres de los intérpretes de aquella primera puesta, los eternos Rosana Zelaschi, Sofía Mazza y Miguel Elías. Presenta un cuidado trabajo de espacios y elementos mínimos –la proximidad con el público no es casual–, como los recurrentes juegos entre paredes, techos, hendijas y escalones. “Este es un trabajo que me dio muchísima satisfacción en el momento en que fue creado. La propuesta era y es trabajar con un mínimo de condiciones e investigar las posibilidades de un espacio reducido, junto con las maneras de trascenderlo”, cuenta a Página/12 el creador de la pieza, que además dirige el área de danza de la Universidad de San Martín y que fue recientemente distinguido por su trayectoria por la Universidad de Buenos Aires.
–Con toda su trayectoria, definitivamente no es el mismo coreógrafo que hace veinte años. ¿Cómo hacer para mantener la estructura de una pieza que ideó hace 55 años y que estrenó hace 20?
–Yo cambio permanentemente, o sea que de un día para el otro todo puede envejecer. La moda es algo muy relativo, por ende lo que es antiguo y lo de valor actual también lo es. Así que no mido mucho con esas herramientas.
–¿Entonces diría que Numen es una pieza atemporal?
–Es una pieza indescifrable, intraducible, una atmósfera que tiene que ver con todo lo que es la reducción. Del espacio, de la luz, del aire, del elemento y del afecto. El objetivo es buscar maneras de trascender esas limitaciones. Es una coreografía íntima, confidencial, que tiene que ver con los secretos y a la vez con los signos.
–¿Tampoco hubo ningún tipo de adaptación para que los nuevos intérpretes pudieran ajustarse a la coreografía?
–Es que una coreografía no es algo cerrado, no es una forma a la que tiene que adaptarse un intérprete. Es una propuesta, y cada uno le pone su rostro, su sangre, su emoción y entre todos ellos, y junto conmigo, se forma el conjunto. Así que la obra tiene un color propio, no es una armadura en la que se tienen que colocar y que es fija. De hecho, en los ensayos se transforman y modifican cosas. Es algo que está vivo, y por eso también creo que los intérpretes originales le dan un valor agregado porque es gente que tiene mucho peso artístico, que es muy madura y, fundamentalmente, que está en un estupendo estado físico, intelectual y personal para asumir la propuesta.
–¿Cuál es su objetivo como pedagogo?
–Es una retroalimentación. Yo hago propuestas, escucho mucho, observo y de acuerdo con lo que siento que se necesita voy modificando el programa. Hago un trabajo bastante puntual sobre cada alumno, que no es una manera muy académica pero es la que me parece más efectiva. La verdad es que me da muchas satisfacciones enseñar, y yo también aprendo mucho de mis alumnos. De hecho, dos de mis alumnos están trabajando como intérpretes profesionales en Numen.
–¿Cree que hay alguna huella de su trabajo en la danza moderna argentina?
–Sí. Creo que cada uno de los que construimos y jugamos, de los que tenemos un espíritu lúdico y lo satisfacemos a la vez que satisfacemos a otros introduciéndolos en el juegos, somos producto de muchas influencias, de muchos maestros, de muchos otros coreógrafos. Los elementos son más o menos siempre los mismos, incluso a veces también las historias, pero hay muchas formas de contarlas y uno puede encontrar una voz propia para hacerlo a su manera. En ese sentido, las influencias pasan de unos a otros y entonces el conocimiento es multidireccional en el tiempo y en el espacio. También hay familias de huellas. No todos influyen sobre todos, y eso está bueno, porque hay lineamientos, que tienen que ver con los lenguajes, con los vocabularios. Así que seguramente haya algo mío en algunas otras personas, así como hay de otros en lo mío.
– Recientemente fue distinguido por la Universidad de Buenos Aires en reconocimiento a su trayectoria. ¿Cómo lo tomó?
–Los premios tienen una doble lectura, sobre todo una distinción a una trayectoria. Es evidente que una trayectoria es algo que se mira para atrás, una despedida a algo que ya está terminado. Pero, ¿eso significa que no tengo que mirar más para adelante? Me parece que no, que no tiene nada que ver. Así que lo tomé con muchísimo agradecimiento y de alguna manera está bueno que la memoria siga ejercitada. Eso ya lo sabemos los argentinos.
* Numen se presentará desde mañana y hasta el 19 de agosto, los jueves y viernes a las 20.30, en el Auditorio Abuelas de Plaza de Mayo, Av. Corrientes 2038.
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