Mar 24.04.2012
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DANZA › ENTREVISTA CON EL BAILAOR FLAMENCO FARRUQUITO

Ecos de una dinastía gitana

Su abuelo, Farruco, fue un símbolo en España y su gran fuente de inspiración. Escucha mucha música, desde clásica hasta blues, pero reivindica el flamenco más tradicional, el que se transmite de generación en generación.

› Por María Daniela Yaccar

En Andalucía, la palabra “farruco” designa a un baile popular. Además, la expresión “ponerse farruco” significa tener carácter y valentía. A Juan Manuel Fernández le dicen Farruquito desde la cuna. Y desde que tiene uso de razón, él baila flamenco. Su debut fue a lo grande: en el teatro Broadway y con sólo cinco años. El sobrenombre es tan heredado como la sangre escarlata, gitana, flamenca. Es que Farruquito, hoy uno de los héroes del género a nivel internacional, es descendiente de una dinastía de importantes bailaores. La historia sobre los tablaos la comenzó su bisabuela, conocida como La Farruca. Su abuelo, Farruco, fue un símbolo en España y su gran fuente de inspiración. Hijo, además, de la bailaora Rosario Montoya Manzano (también La Farruca) y el cantaor Juan Fernández Flores, Farruquito es el responsable de seguir dándole vida a la leyenda, sobre todo tras la muerte de su abuelo. Y lo hace recorriendo el mundo con el flamenco más puro.

La charla con Página/12 se da en el marco de los ensayos de Baile flamenco, el espectáculo que mostrará en la Argentina. “Bailo porque forma parte de mi vida, como si fuera una persona a la que quiero o algo importante de mi forma de ser: es difícil separarse de eso”, define (y se define) el joven artista sevillano de 29 años, que vive allí donde nació. Esta noche actuará, a las 21, en el Gran Rex (Corrientes 827). Mañana lo hará en Rosario, el 28 en Santiago de Chile y el 30 en la ciudad de Mendoza. “También bailo porque lo necesito”, cierra quien funde pasión, tradición y técnica a la perfección.

–¿Cómo es Baile flamenco?

–Haremos un paso por toda mi carrera, desde el primer espectáculo hasta el último. Podrán encontrar bailes tradicionales con una sola guitarra o un zapateado con todos los músicos en escena. Pasamos por los dos extremos: lo más tradicional y lo más actual, con una música original que no es popular. Es como un tanguillo nunca visto.

–En 2006 se presentó por última vez en la Argentina. ¿Qué expectativas tiene para estos shows?

–También estuve en 2002 y 2003 haciendo una gira muy bonita. El público argentino siempre ha recibido muy bien al flamenco. Se ve que es aficionado, que sabe lo que está viendo: cuando ha dicho un “olé” o ha dado un aplauso en mi espectáculo siempre fue durante la cosa de más arte, no de exhibicionismo. Los argentinos comprenden la pureza de las cosas.

–A los 17 años ya era una figura internacional. ¿Recuerda el momento en el que descubrió el flamenco?

–Cuando me di cuenta ya era bailaor. No me acuerdo a qué edad empecé. Fue natural, cuando me di cuenta ya iba viajando con mi padre o mi abuelo. De niño no estaba tranquilo a no ser que estuviese bailando o tocando la guitarra. Mi familia es de artistas: mi hermano Farruco, actualmente es el bailaor que va con Paco de Lucía, como primera figura. Y tengo otro más pequeño, de 14 años, que se llama Manuel, y también baila. Le dicen El Carpeta. Pero tengo primos o una hermana que dicen que no van a bailar. No le ha tirado, como decimos nosotros.

–Y ahora espera un hijo. ¿Saldrá bailaor?

–No sé. Haré con él lo mismo que mi familia hizo conmigo. Si le gusta, bien, y si no, también. Es algo que tiene que salir. Las cosas en el arte no se pueden forzar porque, si no, no son verdaderas.

–El flamenco pide mucha pasión y mucha técnica. ¿Cómo combinan ambas?

–Es difícil adquirir una técnica para luego olvidarse de ella en el escenario. Se trata simplemente de tomarla para expresar lo que uno siente, que es la pasión por el flamenco. También para sentir que uno aporta su granito de arena al arte y a la música y a ese público que disfruta viéndote bailar. La técnica es como las palabras para expresarte.

–¿Por qué siempre que puede defiende al flamenco más puro?

–Es con el que más me identifico y lo único que puedo expresar porque me viene la sangre de mi abuelo y de mi gente. No creo poder expresarme a través de un baile moderno porque no es mi estilo. En cambio, un baile tradicional me sale natural: lo he vivido desde chico.

–¿Qué es ser gitano hoy?

–Es muy diferente de ayer. Todavía se conservan algunas tradiciones, pero son las menos. Los gitanos de antes tenían otras, por las circunstancias y su modo de vida. Hoy somos exactamente iguales a los que no son gitanos. Estamos integrados totalmente. Y la persona que no lo ve así es porque no quiere integrarse.

–Su gran fuente de inspiración es su abuelo. ¿Tiene otras?

–Soy una persona muy inquieta. Me gusta aprender absolutamente de todo el mundo, incluso del más malo, porque siempre hay algo que se le ha ocurrido a esa persona y a ti no. Me gusta casi toda la música. He escuchado clásico, jazz, soul, blues. Me siento identificado con la música negra. Soy fan de Michael Jackson desde pequeñito. He escuchado siempre a Nat King Cole, a Ray Charles. De lo clásico, a Bach, a Vivaldi y a Verdi. Pero aunque escucho de todo, nunca me olvidé de que lo que sé hacer es bailar flamenco. No intento imitar o hacer algo que no sé. Tengo muchísimo respeto por la música.

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