DANZA › EL NOTABLE BAILARIN ARGENTINO SE PRESENTA EN EL TEATRO COLISEO
A los 33 años, disfruta su lugar como bailarín principal del American Ballet Theatre de Nueva York, donde, según dice, “podés elegir qué ensayar y en qué roles te sentís mejor”.
› Por Carolina Prieto
Está emocionado por bailar en su país. No sólo por volver a pisar un escenario porteño desde su última presentación a fines de 2012, cuando participó del espectáculo de despedida de Eleonora Cassano. También por reencontrarse con su público, que lo reconoce y lo saluda cuando camina por las calles, y con sus compañeros del Ballet Argentino de Julio Bocca. Herman Cornejo, 33 años, actual bailarín estrella del American Ballet Theatre (ABT) de Nueva York, está de vuelta para actuar en las dos funciones de la IV Gala Internacional, hoy y mañana a las 20.30 en el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125). Lo hará junto a otras grandes figuras de la danza mundial, con un programa compuesto de fragmentos de obras clásicas, modernas y contemporáneas.
“Bailar en mi ciudad y con dos partenaires de lujo me llena de alegría. Con la rusa Maria Kochetkova, que hoy baila en el San Francisco Ballet, vamos a cerrar la Gala con el pas de deux de Don Quijote. Con ella hice en el ABT varios ballets completos y tenemos mucha química, lo que hace que te sientas cómodo. La comunicación a través de la mirada es clave para transmitir ese sabor español de la obra. Con Lauren Lovette, del New York City Ballet, haremos Diana y Acteón, otro pas de deux de mucha bravura”, anticipa el bailarín en diálogo con Página/12. El público local podrá verlo en dos facetas intensas: como un seductor refinado en el Quijote y con la potencia de un guerrero salvaje en la piel de Acteón. Nacido en Mercedes (San Luis) y formado en el Instituto Superior del Teatro Colón y en la School of American Ballet, a los 16 años se unió al prestigioso ABT, donde brillaron Julio Bocca y Mikhail Baryshnikov, entre otros. Desde entonces desa-rrolló una carrera en pleno ascenso hasta alcanzar la principal categoría dentro del cuerpo de baile.
Convocado por uno de los productores de la gala para sumarse a esta nueva edición, Cornejo explica las diferencias entre interpretar una obra completa o ejecutar una serie de pas de deux, que suelen ser los momentos de mayor despliegue técnico y emotivo de los ballets. “Este tipo de propuestas permite que el público conozca personajes diferentes interpretados por varios artistas. Creo que el disfrute pasa por poder descubrir estos caracteres diferentes, mientras que en un ballet completo se disfruta de una historia integral”, compara. Como si ocurriera una suerte de condensación que permite ver en una misma noche a un seleccionado de estrellas. En esta ocasión, además de Cornejo bailarán Joaquín de Luz (del New York City Ballet), los argentinos Carolina Agüero y Darío Franconi (actuales primeros bailarines del Hamburg Ballet), Karina Olmedo (del Teatro Colón), Jason Reilly y Alicia Amatriain (ambos del Stuttgart Ballet). También Nicole Loizides y Steven Marshall, de la compañía de danza-teatro Momix de Estados Unidos; y el dúo Hurycan, formado por la argentina Candelaria Antelo y el francés Arthur Bazin, con una propuesta contemporánea.
Para todos ellos significa un desa-fío distinto. En esta clase de espectáculos no suele haber el despliegue de escenografía, vestuario y luces de los ballets clásicos, románticos o modernos que ofrecen un marco importante. Por el contrario, el escenario lucirá despojado y todo el acento estará puesto en la técnica y la interpretación de los bailarines. “Sólo te sentís arropado por tus compañeros que observan desde bambalinas, esperando el momento para salir. Y por el público que está muy pendiente, porque cada diez minutos sale una nueva pareja al escenario”, comenta.
–¿Cómo sigue su actividad después de estas dos funciones?
–Mis compañeros del ABT están ensayando en Nueva York para las presentaciones que tenemos en Australia. Así que el domingo viajo para allá. Vamos a hacer El lago de los cisnes durante la primera semana y después un programa formado por coreografías más cortas y modernas de Jerome Robbins y Alexei Ratmansky. En El lago... voy a interpretar el personaje principal, el príncipe.
–¿Qué balance hace de su experiencia en Nueva York?
–Llegué con un sueño y conseguí lo que buscaba. Entrar a una de las mejores compañías del mundo, crecer desde el escalón inicial de aprendiz hasta llegar a ser bailarín principal. Aprender a encarar los personajes, a bailar con diferentes partenaires. Los desafíos se renuevan: incursionar en proyectos nuevos con públicos distintos. No te estancás nunca. Como la experiencia que vengo de hacer con Alessandra Ferri en la obra Chéri, basada en la novela de Colette, algo que no hubiera imaginado hace unos años. Es una obra de teatro sobre la relación entre una mujer madura y un hombre más joven. Nos dirigió la coreógrafa y régisseuse Martha Clarke. Hacía falta una cierta madurez para animarme a hacerla. Es una obra que tiene movimiento, no hablamos en el escenario, pero no diría que bailamos. Participan también una actriz y una pianista. Hicimos cincuenta funciones, nos fue muy bien, me dio otro tipo de entrenamiento.
–¿Cómo es su actividad cotidiana en el ABT?
–La danza clásica sigue siendo mi entrenamiento diario, y los proyectos como Chéri son los que te abren los ojos y te dejan ver que hay muchísimas posibilidades fuera del ballet. Ya estoy acostumbrado a la rutina y me resulta muy agradable. Llevo 16 años y el ambiente me es totalmente familiar, me siento muy cómodo. Trabajamos muchas horas al día. Arrancamos con clases a las diez de la mañana y tenemos ensayos hasta las siete de la tarde. Se trabaja duro, pero al ser bailarín principal podés elegir qué ensayar y elegir en qué roles te sentís mejor.
–¿Qué significó recibir en mayo pasado el Premio Benois de la Danse al mejor bailarín del mundo?
–Una sorpresa enorme. Me nominaron por mi trabajo en cinco obras, algo bastante inusual. Suelen nominarte por una obra, pero el año pasado hice cinco ballets que nunca había bailado y me candidatearon por todos. Es como estar nominado al Oscar por cinco películas. No pude asistir a la ceremonia de entrega de premios en Moscú porque coincidía con la temporada nuestra. Me enteré por los mensajes que recibí en mi teléfono y fue como volar entre nubes. Es difícil cuando te dedicás a una tarea artística pensar en premios y logros cuantificables, pero a la vez reconforta mucho. Más cuando el jurado está formado por figuras muy importantes de la danza.
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