Mié 17.10.2007
espectaculos

DANZA › ENTREVISTA AL ESTADOUNIDENSE JEREMY WADE

Cuerpos vulnerables

El bailarín y coreógrafo, radicado en Alemania, estrena esta noche Glory, un espectáculo inquietante y perturbador en el que baila completamente desnudo junto a la polaca Marisa Stoklosa.

› Por Carolina Prieto

De la tranquilidad de una pequeña ciudad granjera del estado de Maine (en el nordeste norteamericano) al fragor de Nueva York y Berlín, y al vértigo de la escena under. ¿El pasaje? Las fiestas rave, que inundaron a comienzos de los ’90 el poblado rural en el que vivía Jeremy Wade (31 años), con la combinación de música electrónica, luces y drogas durante horas. Así, este bailarín y coreógrafo –que hasta entonces era un eximio nadador– descubrió sus potencialidades creativas y dejó el bucólico paisaje de Westbrook para embarcarse en el camino de la danza en la mismísima Manhattan. Allí se formó y trabajó como barman, mozo y bailarín en clubes nocturnos, una “vida oscura” que mantuvo durante años hasta trasladarse a la capital alemana, donde reside actualmente y puede vivir de lo que le gusta: la creación. La consecuencia de esa etapa es el espectáculo que trae a Buenos Aires, Glory, en el que baila enteramente desnudo junto a la polaca Marisa Stoklosa. Un dúo de seres desencajados, animados por fuerzas extrañas, que acaso encuentran en el otro una especie de sosiego. Movimientos espasmódicos, cuerpos que se arrastran por el suelo, incomodidad y aspereza pero también la placidez de un beso prolongadísimo en el que los cuerpos se enlazan y giran de manera asombrosa sosteniendo siempre las bocas unidas y un murmullo que estalla. Esta es una de las rarezas que encierra la obra, por demás inquietante y perturbadora, que se estrena hoy en el Espacio Ecléctico y que recibió en el 2006 el premio New York Bessie Award.

–¿Cómo surgió el espectáculo?

–Es el resultado de un período muy oscuro en mi vida, dejar atrás esa etapa y procesarla de alguna manera. Durante años viví en Nueva York, trabajaba de noche en night clubs y bares, consumí drogas. Fueron años duros, nada saludables, y cuando recibo el premio yo ya me había graduado en Amsterdam en la Escuela para el Desarrollo de la Nueva Danza. Lo viví como una suerte de recompensa por esos años negros.

–¿De qué manera se puede expresar esa etapa?

–Hay una atmósfera de cierta locura en la pieza. Los cuerpos se mueven como impulsados por fuerzas extrañas, ajenas a ellos. Me interesó reflejar cómo los comportamientos responden al medio y a la vez deconstruir ese aprendizaje; regresar a movimientos más primitivos, acercarse a algún tipo de salvación. Creo que mi trabajo tiene que ver con ese anhelo permanente del hombre de salir de las tinieblas al ser muy inestables en cuanto a nuestras emociones, nuestros cuerpos, nuestra existencia. Me atrae profundamente esa inestabilidad, esa reconstrucción permanente en la que estamos inmersos.

–¿Bailar completamente desnudos fue una decisión a priori?

–Los desnudos surgieron como parte del proceso de la obra pero con total conciencia de lo que estábamos haciendo. No hay nada de natural en sacarse la ropa arriba de un escenario, ya no estamos en los ’60. Me interesó buscar la última limitación, el último grado de vulnerabilidad del cuerpo. En lo personal no me resultó cómodo hacerlo pero es parte de la cuestión. La pieza tiene que ver con los movimientos incómodos, con arrastrarse, con sostener la dificultad y la tensión. Esa es la diferencia con las generaciones anteriores: antes les preocupaba el cuerpo natural o los movimientos sin esfuerzo como en el caso de Trisha Brown. Yo busco lo opuesto.

–¿Cómo fue tu acercamiento a la danza?

–Me crié en un medio donde no había ningún tipo de movimiento cultural. Era nadador olímpico en la categoría junior y, con la llegada de las raves, me di cuenta de mi potencial creativo. En esas fiestas masivas en galpones o trenes abandonados, me sentí de repente como una escultura viva en una galería de miles de personas. Fue una sensación muy poderosa.

Wade mostró el work in progress de Glory en The Kitchen, sala mítica del circuito off de Nueva York, y el estreno definitivo fue en el marco del Dance Theater Workshop. La gira por Buenos Aires y las ciudades uruguayas de Montevideo, Salto y Paysandú se da en el marco del Performing Americas Project, un programa destinado a promover intercambios artísticos y difundir lo nuevo de la escena alternativa en otros países americanos. Aunque cansado por el viaje (acaba de terminar las funciones del otro lado del Río de la Plata), se lo ve contento. Por fin puede vivir de la danza; no más noches eternas de tareas ingratas. “No quería tener que trabajar todas las noches en cafés y en boliches y además dar clases. Siempre quise poner toda mi energía en el trabajo artístico y en Berlín puedo hacerlo. Ahí hay mucho apoyo a la creación por parte del gobierno. Ahora estamos preparando un festival multidisciplinario para el 2008 que gira alrededor del concepto de éxtasis, con debates teóricos, performances, instalaciones, danza y recitales.”

* Funciones hoy a las 21.30, sábado a las 18 y domingo a las 21 en el Espacio Ecléctico (Humberto Primo 730, entradas desde $20, reservas al 4307-1966).

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