DANZA › OPINION
Por
› Por Cipe Lincovsky *
No lo puedo creer: hace quince años, un 22 de noviembre de 1992, moría Jorge Donn y hoy fallece Maurice. Después de la muerte de mi padre, ésta es la pérdida más dolorosa que he tenido en toda mi vida. No puedo expresar con palabras el desgarro que siento. Ahora estoy más huérfana. Como artista era único, fue el coreógrafo más grande del siglo XX; aprendí muchísimo trabajando junto a él. Me acuerdo en un ensayo de Nijinsky..., en que me pide que cante una canción de cuna que asociara libremente y finalmente entono una que me cantaba mi padre, en idish. Y él me dice: “Es ésa”.
“Pero Maurice, si el personaje lleva una cruz enorme, no va –le digo–. Me importa el clima, no el idioma”, dice. En la segunda obra que hicimos juntos, él insertó el personaje de Madre Coraje, que llevaba toda la obra y decía textos maravillosos del Che y del Quijote. Un creador absoluto, una persona de una generosidad poco habitual. El y Jorge me abrieron las puertas de Europa, a mí que no soy una bailarina. Lamentablemente, nos quedó pendiente un tercer trabajo juntos. Por suerte, hablábamos muchísimo por teléfono y, la última vez, lo noté raro, como con la voz más apagada, medio deprimido. Y luego seguí llamando, pero en la casa no respondía nadie. Hasta que me conecté con su asistente y me explicó todo. Ya estaba internado.
* Actriz de Nijinsky, clown de Dios y Che, Quijote y Bandoneón.
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