INTERNET › ENTREVISTA A MARK SURMAN, DIRECTOR EJECUTIVO DE MOZILLA
De paso por Buenos Aires, el representante de la empresa que creó el popular navegador web Firefox analiza el estado de las cosas en un escenario mundial en el que el concepto de Cultura Libre ya no es un mero argumento hippie.
› Por Facundo García
Parece un detalle y no lo es: aunque hasta hace poco la gran mayoría de los que navegaban por Internet usaba el Explorer de Microsoft, hoy ese liderazgo tambalea. Un programa de software libre, el cada vez más popular Firefox, ya se hizo con el grueso del mercado europeo y despunta como un poderoso retador en el mundo. Lo interesante es que se trata de un proyecto generado por Mozilla, una fundación sin fines de lucro. De paso por el país, el director ejecutivo de la entidad, Mark Surman, se prende en un ping-pong de reflexiones sobre el fenómeno y pronostica que lo que se está viendo en el universo digital es sólo el preludio de los cambios sociales que pueden llegar en el próximo medio siglo.
La charla empieza con toques tech, pero se dispara hacia otras direcciones: ¿qué significa construir saber en colaboración? ¿Hasta dónde se expandirá esa lógica de “compartir” que estimula la red? Preguntas como ésas son la obsesión de este canadiense que no proviene del palo técnico, y que se divierte como un chico al afirmar que se enganchó con la Cultura Libre porque en su adolescencia le tocó ser “el único punk del barrio”. El tiempo hizo que la probable cresta de entonces fuera reemplazada por una pelada. Sin embargo, tras veinte años de activismo, Mark conserva el placer por la conversación intensa, el respeto por autores no tan reconocidos en el Hemisferio Norte como Antonio Gramsci y la fe en que la libertad y la solidaridad pueden ir de la mano.
–¿Punk? Imposible no contrastarlo con ejecutivos de Microsoft que este diario entrevistó hace poco. Ellos también dijeron estar comprometidos con “potenciar las capacidades del ser humano” a partir de un modelo asociativo.
–Lo que están sosteniendo no es del todo falso. Por supuesto, Apple podría haber salido a decir lo mismo. Lo real es que el proceso de democratización de la cultura en el que estamos entrando se gestó a partir de varios factores, fundamentalmente la integración entre personas. Dado que muchos de esos participantes usan Windows y Explorer, es cierto que han sido una variable. No cuesta nada admitirlo: Microsoft conecta a la gente, sí. Lo mismo hacen sistemas operativos como Ubuntu, ¿y qué? El fondo de la cuestión no está en afirmar eso, sino en mantener el crecimiento de la tendencia promoviendo tecnologías que se dejen moldear de acuerdo con las necesidades de cada uno. Históricamente, Microsoft no apostó por ese camino.
–Tal vez quieran actualizar su discurso. ¡Quizás ahora nos enteremos de que Bill Gates es gay!
–Hum... nunca se sabe. Hablando en serio: si nos retrotraemos a 2003, cuando salió Firefox, ellos no estaban por los programas con código abierto, ni proveyeron todo el combustible que podían para hacer una Internet más participativa. Ok: vino Firefox y tomará el 50% del mercado. Es una señal y tengo esperanzas de que sea interpretada. La verdad, no importa tanto qué use la mayoría. Que cada quien elija lo que le sirve más. La clave es que podamos empujar a la industria entera hacia un lugar que favorezca a los usuarios. Y eso se está dando.
–Uno lee “director ejecutivo de Mozilla” y el prejuicio dicta que vendrá un nerd granujiento. Nada que ver con usted. ¿Cómo se metió en esto?
–Como dije, en 1987, cuando estaba en el secundario, era el único punk en la zona, o casi. ¡Lo bien que me hubiera venido tener una compu con conexión! Eso me marcó: la web germinó, en buena medida, gracias a la confluencia entre dos culturas, el hippismo y el punk. A mí me tocó empezar por la segunda.
–¿Y cómo fue su ingreso a Internet?
–Yo pertenecía a un grupo que crecía en plena Guerra Fría. Militábamos por el desarme nuclear y nos habíamos integrado a un pequeño canal de TV en el que pasábamos programas locales y publicidades de organizaciones pacifistas. Quise hacer mi propio spot contra la violencia, lo edité y empecé a pasarlo. Una tarde llegué y el dueño de la señal me comunicó que había decidido que difundiríamos sólo mensajes de organizaciones internacionales. Y agregó –esto me puso loco– que mi VHS había sido destruido. Desde ese momento me apasioné por generar ambientes donde lo distinto pueda expresarse libremente. Ahí entró el ciberespacio.
–¿O sea que los lineamientos de Mozilla, si bien se basan en desarrollos de soft, podrían entenderse en términos más amplios?
–La meta a largo plazo es –aparte de difundir los logros de nuestra comunidad– generar nuevos patrones de organización entre humanos. De hecho, yo no soy un tipo muy ducho con lo ultratecnológico. Sí me interesa, en cambio, que nos vinculemos mejor, no sólo con las máquinas, sino en otros aspectos de la vida.
La postura de Surman queda más clara si se considera que es líder del movimiento Open Everything (“Abrí todo”). Los que lo siguen quieren “generar una conversación global sobre el espíritu y los beneficios de ‘lo abierto’”, en un intento por desmontar los cercos artificiales que hay sobre el soft, la educación, los medios, la arquitectura y la vida urbana, entre otros campos.
–¿Cree que este tipo de concepciones podría tener usos concretos en lo político?
–Una de las dudas que nos vamos a sacar en las décadas que vienen es el alcance que tienen los sistemas de relaciones humanas tipo Wikipedia. Me arriesgaría a anticipar que se aplicarán a situaciones en las que hay un problema y existe una comunidad amplia que se interesa en resolverlo, como cuando en una enciclopedia falta un artículo importante. Calculo que vamos a presenciar otras experiencias al estilo Firefox: miles de cerebros intentando dar con la mejor opción a un desafío, encarando los obstáculos desde perspectivas diferentes. En Inglaterra existe un site llamado Fixmystreet.com (“Arregla mi calle”). Vos te metés y situás el problema que hay en tu cuadra, para que el municipio o los vecinos se coordinen y lo solucionen. La hipótesis es que si suficientes ojos están observando con atención, tarde o temprano van a encontrar respuestas. Suena un poco trivial, ya sé. Pero es posible que esos tanteos deriven en prácticas políticas por fuera de los sistemas partidarios tradicionales.
Es tentador desplegar las palabras de Surman sobre el paisaje del neoliberalismo en crisis. La teoría de que la sociedad se compone de individuos aislados, contenidos y educados por instituciones verticales frente a las que no hay otro poder que el de la compra y la venta entra en contradicción directa con los fundamentos de la Cultura Libre, que entiende a cada integrante como un ser interconectado que se mueve por intereses personales pero sin sacrificar la solidaridad con el colectivo. El resultado que pueda tener ese choque de paradigmas –que conllevará derivaciones filosóficas, legales y económicas– aún no está claro. El entrevistado, por su parte, no disimula sus ilusiones.
–En la Sociedad de la Información, el conocimiento significa dinero. El interrogante es si una concepción del conocimiento basado en compartir podría traer consecuencias palpables en la distribución de la riqueza material.
–La respuesta es sí, aunque aún no sabemos cómo. El proceso en el que millones de personas están inmersas modifica su forma de pensar y comportarse. Estamos aprendiendo de nuevo a colaborar entre pares. La oportunidad que conlleva que la gente esté empezando a protagonizar movidas como el soft libre o la comunicación en redes sociales evidencia que el cambio se puso en marcha. De continuar, involucrará una modificación de lo que somos. Hay motivos para entusiasmarse.
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