CULTURA › OPINION
› Por Patricio Lorente *
Habrá quienes brinden por el Día de la Propiedad Intelectual. Serán los beneficiados por regímenes obsoletos que favorecen la concentración de la riqueza, de la cultura y del conocimiento, que al levantar su copa indicarán, sin excepción, que gracias a ese conjunto heterogéneo de instituciones llamado “propiedad intelectual” existen la innovación, el arte y hasta la vida misma y reclamarán regímenes más extensos, más rigurosos, cuya transgresión esté más ferozmente perseguida.
Es hora de señalar que extender los plazos del derecho de autor o universalizar el régimen de patentes, sólo por mencionar los reclamos más habituales, lejos de estimular el arte y la cultura o facilitar la innovación científica y tecnológica, sólo persiguen consolidar monopolios de explotación, limitar la innovación competitiva, generar escasez donde no la hay –y por ende, oportunidades de negocio–, privatizar recursos que son patrimonio común de la humanidad.
Que en la era digital, las pretensiones de los más exaltados apologistas de la “propiedad intelectual” se hayan ido –hace rato– por los caños, ya no es una sorpresa: el caso del profesor Potel más que un claro ejemplo es en sí mismo una denuncia. Potel puso en Internet textos de Jacques Derrida antes de que el filósofo francés nacido en Argelia tuviera una pizca de popularidad en estas tierras. Millones de visitas ha tenido el sitio, cientos de miles de personas accedieron al pensamiento de Derrida por Potel. ¿Cuánta gente habrá comprado los libros de este filósofo luego de descubrirlo en el sitio del profesor? ¿Cuántos lectores le habrá aportado?
Pero la Cámara Argentina del Libro ha impulsado un proceso penal que puede ponerlo tras las rejas. Curioso periplo el de la editorial Minuit: mantuvo sus actividades en medio de la ocupación alemana de Francia y funcionó en la cladestinidad hasta la Liberación. En medio de la opresión, publicaba libros prohibidos por la censura y la propaganda del régimen de Vichy. Hoy han decidido ubicarse al otro lado de la censura.
Curioso periplo el de Jacques Derrida, también. Quienes alzan su copa en este día no se molestan en fundamentar los pretendidos beneficios del régimen que hoy celebran: sostienen que se trata de cuestiones evidentes, y repugna a la razón tener que explicar lo obvio. Fue el propio Derrida el que señaló que lo claro y evidente dista de serlo. Que se trata, siempre, de construcciones históricas, ideológicas y efímeras.
* Presidente del capítulo argentino de Wikimedia, entidad que patrocina a la Wikipedia y otros proyectos asociados con la Cultura Libre.
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