CULTURA › UNA EXPLOSION DE COMUNIDADES VIRTUALES SACUDE A INTERNET
Los grupos dedicados a producir expresiones artísticas generan contenidos que funcionan como sistema de promoción de sus creadores y ven reproducirse lectores, escuchas y espectadores. “Es un medio para estimular”, dicen los involucrados.
› Por Andrés Valenzuela
Las comunidades de Internet están marcadas por una paradoja: la atomización natural que promueve el medio es, contradictoriamente, una de las principales causas de su formación. ¿Por qué? Esa atomización permite saltearse grandes colectivos indiferenciados y acercarse a individuos con los que se comparten afinidades. Aunque esto no es nuevo, entre los grupos dedicados a “producir” arte el salto cualitativo llegó con las redes sociales, en la que los usuarios generan el contenido. Nueva paradoja: mientras las antologías tienden a la baja entre las mercancías culturales, en los escaparates virtuales funcionan como promotor fundamental debido a la gratuidad de los productos. La lógica es simple: el visitante quiere leer/escuchar/ver la obra de tal, de casualidad termina enganchándose con otros dos o tres artistas, cuyos lectores/escuchas/espectadores, a su vez, reproducen el círculo.
La estructura de la red, entonces, promueve las comunidades. Y una comunidad exitosa no tarda en tener manifestaciones concretas frente a la pantalla: libros publicados, músicos contratados y películas presentadas en festivales extranjeros.
En México hay una editorial que se llama Kala y sueña con llevar sus publicaciones al resto del mundo. Cuando responden a las inquietudes de Página/12, esfuman sus nombres tras la identidad grupal y cuentan que el colectivo se formó “una tarde de verano de 2007 a orillas del Caribe” en una charla aguijoneada por la lectura de distintos escritores aficionados (“pero no por ello menos talentosos”, apuran la aclaración) que pululaban en la red.
“La idea era extraer del mundo virtual los mejores textos de escritores que ya contaran con un sitio propio en Internet y plasmarlos en papel para verlos colocados en librerías de toda Latinoamérica”, explican. Hay fundamentos para ello: hay autores de Colombia, México, España, Chile, Perú, Ecuador, Costa Rica, Argentina, Venezuela y Guatemala.
El proyecto finalmente se concretó bajo el nombre “De lo virtual a lo real”, primero con la colección Escritores Seriales y luego con Poetas Incurables. Para ello, primero presentaron una revista virtual en su web (http://www.kalaeditorial.com). Luego, con sus escritores consolidados, llevaron al papel una antología con textos inéditos de esos autores. “Queremos repetir esta antología cada año”, avisan y comentan que tienen otros planes: publicar poesía en distintos formatos (libros y cd), y narrativa mexicana contemporánea. “Nuestra revista digital es un medio para promover la lectura entre los escritores potenciales que navegan por Internet, es como una estrategia de marketing”, señalan desde Kala.
En la sociología existe un método de investigación conocido como “bola de nieve”. El investigador de turno entrevista a una de sus fuentes y confía en que de ese intercambio surgirán nuevos nombres y fuentes de información que, a su vez, aportarán nuevos datos y fuentes. En el campo local de las artes plásticas, esa idea la plasmó Roberto Jacoby en http://www.boladenieve.org.ar, allí los propios artistas expresan su visión del medio, muestran sus obras y –lo más importante– recomiendan a otros artistas, que a su vez pueden hacer lo mismo. Una curaduría autogestiva natural a la esencia reticular de Internet.
El poeta Alejandro Méndez organizó Las afinidades electivas / Las elecciones afectivas (http://laseleccionesafectivas.blogspot.com), con ese modelo en mente. Lo define como “un blog en permanente construcción colectiva, una antología móvil y deforme, como un médano: sin límites, ni jerarquías ni censura alguna”. El método es similar: cada poeta propone tres poemas de su autoría, una breve nota biobibliográfica y menciona a cinco poetas argentinos vivos, que son invitados a participar del proyecto.
Méndez afirma que quería “cuestionar la lógica tradicional y marcar una diferencia con los métodos de selección y exclusión habituales, trasladando el poder de recorte del campo artístico hacia los productores mismos”. Es decir: “convertir a cada poeta en antólogo”. “Sin pretender ser hegemónico ni absoluto, el sitio se convirtió en un referente de la poesía argentina”, asegura y señala que en la actualidad “hay más de 400 poetas nacionales participando”. El modelo prendió en otros países, donde un poeta local coordina cada sección de Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Panamá, Costa Rica, México, España e Italia.
Internet es insustituible para el proyecto. Su creador quería unirse a la corriente 2.0 “que se traduce en asociaciones de grandes grupos de personas y que implica una nueva ecología cultural”. Hoy, Afinidades creció tanto que incluye una audioteca, una agenda, sección de avisos y hasta un foro de discusión, además de recitar en Twitter y Facebook.
La historieta argentina, de una producción enorme pero la mayoría de las veces subterránea, también floreció en los blogs y las redes sociales. Es cierto que muchos dibujantes y guionistas usan el espacio para soltar bocetos y páginas tentativas, pero los artistas de las viñetas locales también saben juntarse en espacios comunes.
Así nacieron blogs como el célebre Historietas Reales (http://historietasreales.wordpress.com, colectivo que incluso tiene varias recopilaciones en papel), Historieta Patagónica (http://historietapatagonica.blogspot.com, que, pese al nombre tiene invitados de todo el país y del extranjero, y que también llegó al papel), Bloom Magazine (http://bloomzine.blogspot.com, de los mencionados, el único caso de grupo que primero publicó en un soporte material y luego revivió en la web), La semana onírica (http://semanaonirica.blogspot.com) y la revista virtual Forro (http://www.revistaforro.com.ar).
Mientras la mayoría de las comunidades artísticas online muestran abiertamente su trabajo, acceder a otras es más difícil. Es el caso de una red internacional que se dedica a remixar discos enteros de Los Beatles en altísima calidad de sonido. Pese a los esfuerzos de Página/12, el coordinador del grupo no accedió a comentar nada al respecto. Un integrante argentino, en cambio, aceptó responder algunas preguntas en una sala de chat anónima.
Tanto cuidarse las espaldas tiene un motivo: las leyes internacionales de copyright no están de su lado, pese a que su tarea no tiene ánimo de lucro. El resultado de sus esfuerzos no se difunde. Apenas sus miembros y algunos fanáticos del cuarteto británico lo conocen. Sólo el azar filtra alguno de esos remixes por la red. El informante explica que no tienen página web, sino apenas un grupo de correo a través del cual intercambian críticas, opiniones y links a sitios de descarga para mostrarse mutuamente sus trabajos. “Son temas de Los Beatles pero desde otro lado, con elementos originales únicamente, no hay un solo sonido que no sea beatle”, explicó.
Además, asegura que la lista de correo tiene más de 800 suscriptores, pero que sólo seis o siete de ellos practican el remix. Para él es apenas un hobby que le permitió ponerse en contacto con gente de Estados Unidos, Reino Unido y otros países. “Al principio nos mandábamos los cd –recuerda–, después empezó a ser más fácil hacerlo por mail.”
Brett Gaylord tiene una proclama: “La cultura se construye sobre el pasado; el pasado siempre intenta controlar el futuro; nuestro futuro se vuelve menos libre; para construir sociedades libres debemos limitar el control del pasado”. De esa plataforma surgió Opensourcecinema.org, y de allí, R.I.P.: A Remix Manifiesto, uno de los films más interesantes y potentes del último Bafici.
Allí, Gaylord hace una defensa encendida de la práctica de los remixes como forma de hacer avanzar la cultura general de la humanidad. Más aún, compara la práctica del mush up (mezclas de canciones) con la decisión de Brasil de “nacionalizar” distintas patentes medicinales que eran monopolizadas por un par de laboratorios transnacionales. “Cuando se dieron cuenta de que las ideas podían valer más que el petróleo se pusieron a patentarlo todo”, se desliza en el film, que también cuenta que la canción “Feliz cumpleaños” es propiedad intelectual de Warner Brothers. Con ella, la compañía gana millones al año.
Con ejemplos, R.I.P. explora los modos en que artistas y científicos utilizaron (y siguen haciéndolo) las ideas que los precedieron, las reformulan y las convierten en nuevos productos e ideas, a la vez que propone sentarse a discutir leyes de propiedad intelectual distintas.
En esa misma línea, sería injusto decir que R.I.P. es responsabilidad exclusiva de Gaylord, pues cineastas de todo el mundo colaboran con Opensourcecinema.org, y están produciendo ya un “R.I.P. 2”.
“El sitio te deja crear tus propios videos online, remixar material que tengas en tu computadora y material de otros en lugares como YouTube o Flickr. También puedes conectarte con otros enviándoles mensajes personales, comentado sus remixes o uniéndote a sus proyectos”, se presenta la web: una genuina red social audiovisual y creadora.
No todos los grupos de artistas que se pueden encontrar bajo una misma bandera –o dominio .com, para estar a tono– se juntan por amor al arte o por una militancia cultural. Internet facilita el surgimiento de los emprendimientos comerciales orientados hacia los nichos de mercado. Myproband (literalmente, “Mi banda profesional”) es uno de ellos.
Ariel Chichotky, su joven (23 años) director comercial, explica a este diario que es “un sitio de músicos profesionales on demand”. Es decir, el clásico “sesionista”, habituado a interpretar partituras ajenas, convertido aquí en un avatar virtual.
Chichotky cuenta que la idea surgió cuando su socio, Peter Akselrad –guitarrista de, entre otros, Alejandro Lerner– notó que recibía los pedidos de sus clientes-músicos, grababa las pistas en su home-estudio y las enviaba por mail. “Eso es Myproband: músicos profesionales que graban para vos sin que estés en contacto directo con ellos.” En un año y medio de vida realizaron unos quince trabajos para nuestro país, México y Francia. Cuentan con unos 40 músicos, “tipos que laburaron para Cerati, Calamaro, Shakira, Los Fabulosos Cadillacs y bandas como las de Cris Morena –destaca Chichotky–. Monstruos de la música, virtuosísimos.” Basta ver su página web (www.myproband.com) para corroborarlo: entre sus sesionistas hay artistas como Andrea Alvarez y el Gringui Herrera.
El modelo de trabajo de Chichotky y compañía es de extrema atomización y completamente virtual. “Hicimos un trabajo para México donde al cliente jamás le vi la cara, tampoco al bajista ni al guitarrista tampoco, y si no fuese porque para el baterista sí necesitábamos un ingeniero de sonido y un estudio hipercompleto, tampoco se la hubiese visto a él”, relata el director comercial del emprendimiento. El modelo de negocios digitales resulta una veta interesante para Chichotky. “Ahora es posible todo un mercado de nichos que antes no era posible –afirma–. Podés tener mercados más chicos y que aun así sea rentable a nivel guita o a nivel reconocimiento.”
Para él esto se debe a que ahora se alcanza directamente al público objetivo. “Veo que hacia ahí va todo lo artístico”, sentencia.
¿Y las redes sociales? “A mí me hacen cosquillas los emprendimientos de la web 2.0 basados en publicidad –advierte–. El contador de Facebook podrá decir que soy un boludo, pero para mí les falta valor agregado.” Además, apunta los riesgos de crecer demasiado con ese modelo. “Ahí necesitás una masa enorme de gente para que a 10 centavos por click te permita bancar toda tu estructura de empleados y sistemas”, señala. A diferencia de esos proyectos con costos fijos, Chichotky defiende su modelo de costos variables. “No hago nada hasta que no entra el pedido, así que no necesito un mínimo de encargos para tener ser rentable, ya lo soy desde el pedido número uno, aunque no pueda vivir sólo con uno, claro”, explica y añade: “La ventaja de la 2.0 es que con una estructura chica podés llegar a muchas personas dentro de un nicho”.
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