CULTURA › CONVENIO ENTRE CANCILLERíA Y LA ASOCIACIóN MUTUAL ISRAELITA ARGENTINA
La AMIA organizará las muestras que serán presentadas en el Museo Judío de Berlín y en el Museo Judío de Frankfurt, en el segundo semestre de 2010, como parte de las actividades que prepara la Argentina como invitado de honor en la Feria del Libro de Frankfurt.
› Por Silvina Friera
La escena podría haber sido musicalizada con un tanguito en idish. La propuesta del curador Elio Kapzuk, que sintoniza con el lema “Argentina, cultura en movimiento”, se escuchó en el Palacio San Martín de la Cancillería hacia el final de la conferencia, cuando había más ganas de irse a casa que de ponerse a bailar. Magdalena Faillace firmó un convenio con la AMIA para que esta institución organice las muestras que serán presentadas en el Museo Judío de Berlín y en el Museo Judío de Frankfurt, en el segundo semestre de 2010, como parte del calórico menú de actividades que prepara la Argentina como país invitado de honor en la Feria del Libro de Frankfurt. “No se puede terminar de entender nuestra cultura si no tenemos en cuenta la inmigración, que no sólo pobló sino que refundó una política de Estado a fines del siglo XIX y principios del XX”, dijo la embajadora y presidenta del Cofra, el comité encargado de la programación. Las dos exposiciones desplegarán las conexiones entre las influencias judías, alemanas y argentinas. Los visitantes, voluntarios o incidentales, se encontrarán con estampas de la inmigración judía rural, la asociación colonizadora fundada por el barón Hirsch, el bandoneón, el tango, el singular desarrollo de la cultura idish en el país, el Holocausto y la dictadura militar argentina, entre otras imágenes.
Faillace subrayó que el Bicentenario tiene que servir para rescatar las mejores tradiciones de la Argentina. “Una de nuestras mejores tradiciones es ser un país abierto a la inmigración en un mundo que es cada vez más xenófobo; un mundo que está dividido, separado y enfrentado por odios fundamentalistas.” La presidenta del Cofra afirmó que la inmigración judía que llegó al país fue muy importante no sólo por el número (se trata de la comunidad más grande del mundo de habla hispana y la sexta de la Diáspora), sino porque han nutrido a la cultura argentina. Uno de los temas medulares de muchos de los foros, conferencias y simposios internacionales, que se realizarán en Frankfurt y otras ciudades alemanas, es la memoria del pasado reciente. “En esa memoria no podía faltar la comunidad judía por lo que ha dejado a nuestra cultura y a nuestra literatura –explicó la embajadora–. A los alemanes el tema de la memoria los obsesiona en su presente; el genocidio que vivió el pueblo judío hace más de sesenta años es algo que todavía merece una serie de actitudes, expresiones, investigaciones, libros y muestras pictóricas.”
El Museo Judío de Berlín, con esos impactantes 3000 metros cuadrados de superficie, es uno de los edificios emblemáticos de la capital alemana. Desde que el arquitecto polaco Daniel Libeskind puso manos a la obra para la construcción de la nueva planta, se transformó en un icono de la arquitectura conceptual. “Como pueblo nos sentimos realmente honrados de que nos hagan este reconocimiento para acompañarlos en nombre de la inmigración judía, que ha hecho aportes fundamentales en la ciencia, la tecnología y la educación”, señaló el presidente de la AMIA, Guillermo Borger. “Pensando en lo xenófobo, la paradoja es que hoy el pueblo judío vaya a exponer al Museo Judío de Berlín y de Frankfurt, en Alemania, donde ha tenido lugar el momento de mayor discriminación, el Holocausto”, reflexionó Borger. “El sábado hemos terminado de encender las velitas de la Janukia, el clásico candelabro de las fiestas de la luminaria. Este convenio es una vela más en nuestra interrelación con la sociedad argentina.” Kapzuk, uno de los curadores de las muestras, reparó en la “magnitud” y la “envergadura” de haber conseguido el Museo Judío de Berlín. “Hemos decidido presentar una muestra de arte conceptual con mucha presencia de imágenes –precisó el curador–; la idea es trabajar la memoria como reflexión con los cinco sentidos y cómo el arte puede hacer que las cosas no vuelvan a ocurrir.” Las dos exposiciones se centrarán en los aportes socioculturales realizados por la inmigración judía en los ámbitos urbano y rural de la Argentina. También se destacará el modelo de inmigración e integración que condujo a un país caracterizado por la diversidad cultural.
Kapzuk recordó que en la antigua Plaza de la Opera de Berlín yace una biblioteca sumergida. Micha Ullmann, el maestro escultor israelí que la proyectó, colocó en esa biblioteca estantes suficientes para albergar 20.000 volúmenes. Sin embargo, sus blancos anaqueles permanecen vacíos. “Es un trabajo con la memoria a partir de la ausencia”, apostilló el curador. Para los berlineses evoca lo ocurrido el 10 de mayo de 1933 en ese mismo lugar, aquella noche en que 20.000 libros seleccionados por los nazis por sus “contenidos antialemanes” fueron arrojados a una inmensa hoguera en la que se consumieron. En Argentina también se quemaron libros. Faillace anunció que en esa plaza de Berlín Marta Minujín hará su Partenón de libros para demostrar que “las ideas no se matan nunca”. “Sabemos de los libros que se quemaron, pero todavía no sabemos de todos los chicos que se sustrajeron ni de todos los desaparecidos que se nos fueron”, concluyó la presidenta del Cofra.
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