Dom 07.02.2010
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CULTURA › IMPROCRASH O EL RENOVADO ARTE DE LA ESPONTANEIDAD TEATRAL

“No planificamos, porque anula”

Con show multimedial, música fuerte y un ritmo ágil y televisivo, la agrupación le añade sus propias reglas al género de la improvisación. “Queremos ser más populares que el teatro tradicional”, señalan.

“¿Vivos?” Cuando la diva de los teléfonos dudó sobre la existencia de los dinosaurios sentó un precedente para el mundo del espectáculo: eso de la improvisación no es para cualquiera. Entonces se aferró más que nunca a su carpeta-machete amarillo. Sin ningún elemento similar que les permita salvar las papas, los chicos de Improcrash prefieren apostar al riesgo cada viernes y sábado a las 23 en el Centro Cultural Konex (Sarmiento 3131). Próximo a viajar a Bogotá para representar a la Argentina en el Festival Iberoamericano de Teatro junto con Baraka, el grupo ofrece una hora ininterrumpida de sketches humorísticos, con título y estilo a elección del público. “Lo más interesante es que la gente no ve algo acabado, sino que está en la cocina”, destacan sus integrantes en la charla con Página/12.

Hasta al autor más osado le costaría embarcarse a pedido en un proyecto denominado Vacas trémulas en el Vaticano. La cuestión es que Carolina López, Rodrigo Bello, Paula Farías y Luciano Barreda no tienen chances de negarse. Al principio de los sketches, dos cámaras recorren la platea hasta dar con las caras más ansiosas por participar indirectamente del espectáculo. Y una vez en la pantalla gigante, los espectadores parecen tener una fascinación por complicarla. Pero ellos salen airosos. Luego de incluir misteriosamente a Perón en aquella historia papal, le pegan a Mickey Mouse, son policías de Miami que hablan un bizarro castellano neutro o gauchos con estrafalarias fórmulas para vencer la lluvia.

Pero, ¿quiénes son estos jóvenes vestidos de negro, más cerca estéticamente de una banda de pop que de un grupo de teatro, con merchandising propio y manager? Los cuatro tienen una formación inicial por fuera de la improvisación. Hace siete años se cruzaron en el Teatro El Vitral, donde participaron del taller dictado por Fabio “Mosquito” Sancineto. Dos años más tarde formaron Improcrash, que al principio se llamó Crash. Los primeros pasos los dieron en Ludovico, un bar hippón de Lomas de Zamora, donde conocieron eso de ir haciéndose de un público propio, además de las particularidades del oficio. “Nuestros comienzos fueron bien under. No hacíamos un show con pantalla gigante. Arrancamos en zapatillas y en pijamas”, recuerda Barreda. “En Ludovico estuvimos durante todo 2006. Era muy rocker. La gente se tiraba en el piso y nos revoleaba zapatillas, y teníamos que improvisar a partir de esa situación”, agrega Bello. “Haber estado un año ahí nos fogueó”, concluyen.

Antes de su llegada al auditorio que el Konex tiene al aire libre, el espectáculo pasó por Velma Café, Teatro La Comedia y Auditorio del Pilar. Tuvo su momento cumbre en ND/Ateneo, con catorce funciones a sala llena. También trabajan en eventos privados. Con show multimedial, música fuerte y un ritmo ágil y televisivo, lo que hacen es bien distinto a lo que ofrecían en sus comienzos. El motivo es claro y no tienen pruritos en repetirlo una y otra vez: “Ganar más público, llegar a más gente”, apunta Farías. De ahí la decisión de diferenciarse de otros grupos que también trabajan la técnica y que, a sus ojos, “no terminan de profesionalizarse en el vestuario, en los lugares adonde apuntan a hacer funciones ni en los flyers que reparten”, evalúa Barreda. ¿Un teatro más nac & pop? “Hay gente que nunca ve espectáculos pero sí a nosotros. Queremos ser más populares que el teatro tradicional”, subraya Farías. Eso sí, aclaran: más que un grupo de improvisación, son gente que hace teatro. Para este año piensan reestrenar Aprobó muy satisfactorio, con la dirección de Daniel Casablanca.

En ese afán de llegar al público también les interesa llevar lo que hacen a diferentes zonas del país y al exterior. Ya recorrieron España en tres oportunidades, con motivo de giras y festivales. En marzo viajarán con su espectáculo a Bogotá. Luego a México, con motivo del Campeonato Improlucha. Los próximos destinos son Córdoba, Rosario, Salta y Jujuy.

El teatro de lo variable

Sin vestuario, objetos ni escenografía. Como contrapartida, mucha creatividad, algo que a los chicos de Improcrash les sobra. La improvisación es un arte que se parece mucho a la prestidigitación: tiene sus fórmulas, aunque imperceptibles. “Hay muchas cosas que unir para que lo que hacemos tenga un efecto”, sostiene Barreda. “¿Cómo podés actuar con gente que te está gritando ‘dale pelotudo’? Le damos para adelante e incluso le podemos contestar”, dispara Bello. Ese es el corazón de lo que hacen. En un teatro en el que todo es variable, ningún estímulo –interno u externo– se puede dejar pasar. El sonido de un celular, alguna risa alocada que llame la atención: todo debe ser incluido dentro de la historia. “En el Konex pasa siempre una moto y nos vemos obligados a meterla en los sketches. Aprovecho para pedirle al gobierno de la ciudad que la silencie”, bromea Bello.

Nacida más cerca del deporte que del arte, la improvisación tiene sus reglas reconocidas internacionalmente, muy tenidas en cuenta a la hora del match. Ellos, admiten, no las siguen al pie de la letra en su espectáculo. “Por ejemplo, uno no puede entrar a escena e imponer un personaje a otro. En el exterior, eso está penado. Nosotros no hacemos caso a eso”, explican. Lo mismo pasa con tentarse en escena. “Tenemos confianza para darnos esas libertades. Si uno se ríe y es real, está bien que lo haga”, agrega López.

Como se conocen desde hace tanto tiempo, tienen sus propias pautas. “Tratamos de que arranquen dos y de no estar los cuatro todo el tiempo en escena. Y hay estilos que a algunos les salen mejor, entonces dejamos que arranquen los que se sienten más cómodos”, subrayan. También tienen una condición fundamental: “No planificar, porque anula. Hay que entender que la historia se arma en el momento”, explica López.

Cada sketch de Improcrash dura apenas cinco minutos. En ese lapso, la intención es “sumar propuestas, más que buscar el conflicto directo en las historias, como enseñan algunas escuelas de teatro”, diferencia Farías. La construcción sobre la marcha hace que el conocimiento mutuo sea un factor importante. “Tenemos una idea del imaginario del otro, sabemos por dónde puede ir”, destaca. Y el resultado que buscan es más amplio que hacer reír: “Queremos crear una historia, que la gente se lleve personajes. Eso es lo que queda en la memoria. Cuando nos volvemos a cruzar, el público los recuerda”, analiza Bello.

–¿Y qué hay que tener para ser un buen improvisador?

Farías: –Mucho conocimiento general y actoral.

López: –Tenés que vivir. La gente agradece mucho que hables de cosas que conocen.

Barreda: –Cuando hacemos eventos privados pedimos data a las empresas, entonces después sabemos de semillas, energía, tecnología, herbicidas... y usamos todo eso en los sketches.

Bello: –El humor es uno de los elementos más importantes, porque a través de él también podemos decir lo que pensamos. Le pegamos mucho a Estados Unidos sin necesidad de ponernos a leer El Capital.

Informe: María Daniela Yaccar.

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