CULTURA › LA MUESTRA ARGENTINA HISTORIAS DE RESISTENCIA Y CAMBIO, EN ALEMANIA
Sin caer en un exhibicionismo de la pobreza o lo miserable, varios artistas argentinos exponen en la Frankfurter Kunsverein una serie de obras que retratan al país posterior al estallido de 2001 y que sirven de aperitivo a la Feria del Libro.
› Por Facundo García
Desde Frankfurt
El fútbol ha hecho que la mayoría de los alemanes sepa qué es y dónde queda la Argentina. En estas esquinas –donde los rascacielos les disputan el espacio visual a iglesias ancestrales–, las noticias del Sur por lo general se limitan a eso. Un nombre, un lugar, una camiseta. Cada tanto revolotean además los cuervos de la pornopobreza, que reflejan la miseria y el exotismo de Latinoamérica como modo de garantizarse la repercusión en el arte o la literatura. Pero la muestra Tales of Resistance and Change. Artists from Argentina (“Historias de resistencia y cambio. Artistas de la Argentina”), que se inauguró ayer en las salas de la Frankfurter Kunsverein –una entidad de promoción cultural cuyo nombre podría traducirse como “Sociedad Frankfurtiana”–, busca darle una vuelta a esos lugares comunes. Hay desposeídos, pero con lucha. Hay violencia, pero sin opacar la esperanza. Y hay arte, pero con política.
Producida por el Comité Organizador de la Participación Argentina en la Feria del Libro de Frankfurt como País Invitado de Honor (Cofra), la selección reúne producciones de doce artistas y colectivos artísticos contemporáneos que se animaron a tomar sus entornos como terreno para la reflexión y la acción. Así se intercalan los ritmos urbanos y rurales con la herencia inmigrante y la indígena, entre alusiones a los vaivenes sociopolíticos de la última década. ¿Qué sentido tiene repasar eso, y encima allá en Europa? En principio es un momento interesante en las relaciones bilaterales con Alemania. La incipiente recuperación de una industria nacional cataliza el vínculo, y le da consistencia a una mirada de mutua fascinación frente a angustias compartidas. “Tocamos el tema de la crisis, que en este momento está en el centro de la escena global. Tras la hecatombe económica de 2001, nuestros artistas se volcaron a interrogar y cuestionar la realidad que les tocaba vivir. Reactivaron prácticas críticas que habían estado adormecidas durante el período anterior: unos interactuaron con la nueva militancia política, algunos se aproximaron a diversas comunidades y otros crearon proyectos de inclusión social con sectores de la población particularmente afectados por el conflicto financiero”, contó el curador Rodrigo Alonso.
La tentación hubiera sido caer en el miserabilismo. Sin embargo, la emergencia creativa “post-De la Rúa” se remontó más alto. “No se trataba de poner ‘pobres’ en las imágenes, sino de encontrar un lenguaje metafórico que nos permitiera pensar y expresarnos”, subrayó Alonso. Para el licenciado en artes, “las obras que trajimos están atravesadas por los conflictos que explotaron a fines de la década del ’90” y, en consecuencia, hacen circular emociones relacionadas con la manera en que una sociedad fracturada encontró fuerzas para renacer del caos. De hecho, muchos de los artistas convocados debieron emigrar para hacer su camino profesional. El proyecto Las aventuras de Guille y Belinda y el enigmático significado de sus sueños, de Alessandra Sanguinetti, lleva la impronta de los ritmos campestres y es sin duda uno de los platos fuertes del recorrido. La fotógrafa siguió a dos mujeres desde su niñez hasta su juventud, desgajando al mismo tiempo una semblanza de la vida rural argentina. Sebastián Díaz Morales, en cambio, centró su mirada en la Patagonia y en las huellas industriales que quedan como residuos de la explotación petrolera. Por su parte, Tomás Saraceno planteó una metáfora de la resistencia mediante estructuras esféricas flotantes pobladas por plantas que crecen fuera de su hábitat natural. Como se ve, hay de todo.
Sanguinetti, Díaz Morales y Saraceno son argentinos que se fueron al extranjero para desarrollar su carrera, ante la amenaza de quedarse y trabajar por el pancho y la coca. Esas encrucijadas personales favorecen las lecturas ácidas del presente. Con su serie Potencial, Ananké Asseff revierte prejuicios clasemedieros, mostrando a los ricos armándose para resistir la supuesta violencia que –suponen– vendrá desde las clases más bajas. Otro tanto hacen los grupos que se desarrollaron desde la vocación solidaria. Eloísa Cartonera –la editorial basada en el reciclaje de cartón y el trabajo en equipo– colaboró con un stand más que notorio; al igual que Proyecto Nido, una iniciativa que reúne a la diseñadora Mariana Cortés con familias autoorganizadas con el fin de crear objetos de diseño mediante el rescate de una técnica ancestral brasileña basada en el anudamiento de fragmentos de tela de desecho. A ellos se sumaron el artista suizo residente en la Argentina Gian Paolo Minelli, que dictó cursos de fotografía en el barrio marginal Luis Piedrabuena por casi diez años; más la obra de Mónica Millán, que interactúa desde 2002 con una comunidad paraguaya de tejedores.
Cerca del final, Gabriel Baggio puso un toque de humor y sorpresa cuando –con ayuda de una cocinera alemana– se puso a preparar recetas desde el centro de una de sus instalaciones, que porta el aura de las cocinas sudamericanas: “Me gusta jugar con los límites del ‘museo’”, provocó. “De ahí parte la intención de usar estos empapelados que saqué de diseños típicos y que se ponen en diálogo con el resto de la galería.” Tales of Resistance... también llevó al Viejo Continente producciones de Florencia Levy, Gabriela Golder y Taller Popular Serigrafía (TPS).
La presentación fue el condimento ideal para preparar el ambiente de la Feria del Libro que arrancará en octubre, con la Argentina como una de las protagonistas. La ciudad teutona, que supo coronar emperadores y renacer de las cenizas de la guerra, regaló una tarde de cuento antes de que la embajadora Magdalena Faillace interrumpiera el vocerío del público para ofrecer su perspectiva. “Quienes nos acompañen en estas inauguraciones previas a la Feria se percatarán de que el tema de la memoria es recurrente. No es por azar. Alguien ha sugerido que las políticas de la memoria son maneras en que las sociedades se responsabilizan de su historia, y nosotros estamos intentando responsabilizarnos de la nuestra, como lo está haciendo seguramente Alemania”, dijo. La diplomática destacó que a pesar de que “nuestro país fue víctima de una concepción que hacía del libre mercado su biblia inamovible”, hubo un quiebre anímico y simbólico que permitió empezar a concretar políticas de inclusión “basadas en esa fuerza que sacó el pueblo para no darse nunca por vencido”.
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