CULTURA › DANIEL CANUTI, DE INGENIERO A BAILARíN DE TANGO Y EDITOR INTERNACIONAL
Movido por la mera pasión, Canuti afirma hoy que “ni ahí me imaginé que al final iba a enseñar tango en Alemania ni que iba a crear una editorial”. La buena recepción de las ediciones especializadas abrió la puerta a abordar otras temáticas.
› Por Silvina Friera
La brisa de comienzos de primavera despeina los pensamientos. La espigada silueta de un hombre que se recorta en el horizonte de un bar de Palermo luce impecable. El bailarín y editor errante se pone de pie y saluda. Su inconfundible acento cordobés flota entre los fragmentos de conversaciones que se pierden en el aire. El suelo de Daniel Canuti –un hastiado ingeniero de Mina Clavero que tocó fondo– se erosionó bajo sus pies de bailarín. A fines de los aciagos años ’90 recién comenzaba –tímidamente– a milonguear. “Ni ahí –como diría un mocoso– me imaginaba que al final iba a enseñar tango en Alemania ni que iba a crear una editorial.” Aparta unos segundos la mirada y aprieta los párpados con un ligero cabeceo, como si intentara ordenar la marea de imágenes que se le cruzan en el itinerario de su agitada vida entre países, lenguas, danza y libros. Cuando vuelve a abrir los ojos, se detiene en punto nítido del recuerdo: “El amor y la necesidad de otra cosa”. En 1998 paseó su elegante figura de ingeniero retirado y bailarín en alza por las pistas de Stuttgart. Se sorprendió al comprobar el entusiasmo de los aficionados por el tango y con cuánto esmero lo practicaban. Un amigo le prestó un libro de Rodolfo Dinzel, “escrito por un argentino y para argentinos, no for export”, aclara Canuti. Lo leyó y se dijo: “Esto vendría bien acá; hay muchos que bailan y se empeñan en aprender”. Regresó a la Argentina, se contactó con Dinzel –a quien no conocía–, le explicó la idea, le pidió los derechos y salió a la pesca de un traductor. De bailarín errante a editor malabarista hay un salto. Y lo dio. Un año después –en 1999– publicaba el libro traducido al alemán. Nacía, a todo pulmón y sin apoyo de nadie, la editorial “polilingual” Abrazos, con sede en Stuttgart y Córdoba, que lleva editados más de cincuenta títulos en alemán, inglés, italiano, español y francés.
Como un José Luis Mangieri ambulante de la edición tanguera, Canuti tiene un maletín gigante repleto de libros. Está apenas por unas horas en Buenos Aires, el tiempo que le deja la escala hacia Alemania, más precisamente a Stuttgart, donde vive seis meses al año. Se acostumbró tanto a andar de acá para allá que a veces los sitios se confunden y hay que pedirle que precise qué lugar es “acá” o “allá”. Pero acá, sobre la mesa, despliega alguno de los títulos que publicó en once años: El tango en la sociedad porteña, 1880-1920, de Hugo Lamas y Enrique Binda; Yo quería bailar, Carlos Gavito, vida, pasión y tango, de Ricardo Plazaola; Cabareteras, de Luis Longhi; Pasión y caída, memoria de la mesa de gremios de lucha. Argentina, 1973-1976; de Rafael Flores Montenegro; Embanderados, la emancipación de Sudamérica y el porqué de los colores y diseños de sus banderas, de Mariano Saravia; Culonas, de Miriam Cairo, y El chamuyo en las milongas, de Sara Melul, entre tantos otros. “En los comienzos no tenía Internet, ni página ni nada. Imprimía unos cupones para que la gente pidiera los libros por correo postal. Recorrí toda Alemania con un autito que llené de libros y visitaba las milongas para ofrecerlos –recuerda el editor–. Pero al toque comenzó a desarrollarse Internet y de alguna manera la editorial fue pionera en intentar que de cualquier país del mundo me pidieran un libro.”
“Quise que la editorial se llamara Abraxas, en homenaje a un capítulo de Demian de Hermann Hesse, pero ese dominio ya estaba ocupado en la red, así que sobre la marcha me decidí por Abrazos, que de más está decir me cayó como anillo al dedo con el tema del tango –admite–. Aunque el objetivo es difundir ‘lo argentino’, presento la editorial como polilingual. Si las deudas no me mandan a Mina Clavero –por no decir al bombo–, trataré de editar más libros que vayan más allá del tango. Si tuviera que decir cuál es mi necesidad actual, me gustaría publicar más literatura argentina y sobre todo actualidad política, los vientos que corren en Argentina y Latinoamérica; la historia reciente, digamos de los últimos 70 años. Y mucho más explicar lo que estuvo pasando de 2001 para acá.” Entrecortado por las peripecias del presente, el editor errante retoma cierto orden cronológico en el relato de sus andanzas editoriales. Después del primer libro de Dinzel, tradujo el mismo título al inglés. Luego Tango percepción, de Mauricio Castro, al alemán; más tarde llegó El tango, de Horacio Salas, con prólogo de Ernesto Sabato, que tiene varias ediciones en francés, dos en italiano, una en griego y una en japonés. Toda pequeña editorial, por más minúscula que sea, siempre tiene su “best seller”.
Tipo empecinado y con códigos –de esos que endurecen el semblante cuando quieren enfatizar nombres–, Canuti subraya la predisposición de los traductores. Los quiere abrazar con sus palabras. “Todos laburan en otra cosa y se hacen el tiempo para traducir; ni pensar en traductores de carrera, por los honorarios y por el tipo de lenguaje no hay otra posibilidad que sean personas ligadas al tango.” Thure Adler –“un tipazo”– tradujo el libro más largo y difícil, el de Salas. “Con Abrazos quiero cubrir de la mejor manera posible, la que está a mi alcance, el universo de un hecho cultural tan valioso. El tango es uno de los fenómenos más trascendentales que ha dado el hombre en el siglo XX, aunque sabemos que la cosa empezó a fines del XIX –explica Canuti–. No quise quedarme allá. No tuve necesidad de hacerlo. He decidido transcurrir entre países, llevar la editorial entre Argentina y Alemania, junto con las clases de tango que doy. Desde el primer momento repartí mi vida. No quiero optar por un lugar. Vivo en varias lenguas; semanalmente viajo a Francia a dar clases, en un francés que no está tan mal –advierte con una sonrisa de cordobés pícaro–; cuando voy a Italia doy las clases en italiano, en Alemania y Suiza en alemán. Inglés a la orden del día: me ha tocado dar clases y shows en Irlanda o en Sudáfrica.”
Las ojeras se despabilan cuando se le menciona la inminente Feria del Libro de Frankfurt. “Estuve algo desbordado por el hecho de tener que llegar a término con los nuevos títulos, atender las dudas de varios traductores a la vez, la imprenta, el diseño”, enumera el editor errante con el acento fatigado por el trajín, pero satisfecho por lo que vendrá: Postkarten, de Miguel Rep; una biografía de Carlos Gardel y Poéticas del rock, de Oscar Conde, entre otros. “No pierdo de vista que Argentina es la vedette de esa feria, y en general está pasando por un buen momento internacional. Mis expectativas son moderadas –confiesa–, con toda la tranquilidad de lo hecho durante once años de trabajo sin ningún tipo de especulación de que un día, en el lejano 2010, Argentina sería el país invitado de honor. Ojalá que la editorial Abrazos quede instalada entre el público alemán y argentino como referente de la literatura y ensayos argentinos.”
Los alemanes están interesados por Argentina. Canuti cuenta que hay mucha demanda de dos libros de Abrazos traducidos al alemán: la novela Otumba, de Rafael Flores Montenegro, situada en los años de persecución previos al golpe del ’76, y un texto con reportajes y artículos sobre los hijos de desaparecidos. “La prensa alemana e internacional cada vez reconoce como caso paradigmático el de Argentina, que gracias a Madres, Abuelas y al Estado –sacando el bache que va desde la obediencia debida hasta Duhalde– lleva adelante algo inédito en el mundo: el juicio a los genocidas sin ayuda de una potencia exterior, como fue el caso de los juicios de Nuremberg, que sin la presencia de los países que ganaron la guerra difícilmente se hubieran realizado –plantea el editor–. Este logro de Argentina es reconocido por la prensa especializada y organizaciones de derechos humanos de todo el mundo, y es de un valor incalculable que todavía no hemos percibido. Argentina en esto está haciendo historia universal contemporánea.”
Al entrar a la página web de la editorial (www.abrazosbooks.com) se lee una cita de Borges: “Juego a no ser ciego y sigo llenando mi casa de libros. Aunque no los vea siento su gravitación amistosa”. No deja ningún cabo suelto Canuti cuando agarra el maletín para rumbear a otra parte. A Ezeiza, a Stuttgart. “Sé que arriesgo mucho, pero estoy contento de intentar lo que los países centrales hicieron toda su vida: introducir su cultura en el resto del mundo.”
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