Dom 21.11.2010
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CULTURA › LA PRESENTACION DE VALIENTES, EL NUEVO LIBRO DE HERNAN BRIENZA

El coraje y la recuperación de la épica

El Encuentro Latinoamericano del Libro Social y Político fue también escenario para que Pacho O’Donnell, Ricardo Forster y Roberto Caballero analizaran el libro que rescata a diez personajes históricos amenazados por el olvido.

› Por Silvina Friera

La mesa coincidió en que el rescate de la historia es una manera de intervenir políticamente en el presente.
Imagen: Guadalupe Lombardo.

Es el momento de pensar en herederos. Lo anunció Pacho O’Donnell, con esa voz grave y modulada, durante la presentación de Valientes (Marea), el nuevo libro de Hernán Brienza, en la Biblioteca Nacional. Escucharon la buena nueva Ricardo Forster, Roberto Caballero y el autor y futuro heredero, en lo que fue la charla más concurrida y desacartonada del Encuentro Latinoamericano del Libro Social y Político, que terminó ayer. “Hay unos cuantos que consideran que soy el referente del revisionismo histórico, más por tenacidad que por talento”, aclaró Pacho. “Hernán va a tomar el protagonismo de esta corriente historiográfica que hoy ha crecido y avanzado tanto.” Después de la generosa unción, Pacho agregó que tiene “una alta consideración de la capacidad historiográfica” de Brienza, “un hombre con mucho presente, pero también con mucho más futuro”.

En Valientes, diez crónicas de coraje y patriotismo en la Argentina del siglo XIX, protagonizadas por Martina Chapanay, Antonio “El Gaucho” Rivero, Juana Azurduy y Manuel Padilla, Gerónimo Costa, Francisco “Pacho” Ramírez y La Delfina, Ciriaco Cuitiño, El Cacique Arbolito y Federico Rauch, Martín Miguel de Güemes y Martiniano Chilavert, no hay tanta investigación histórica como en otros libros de Brienza –según planteó Pacho–, como Maldito tú eres o El loco Dorrego, “que tuvo dos jefes de prensa, la presidenta (Cristina Fernández) y el presidente (Hugo) Chávez, que se ocuparon de promocionarlo”. El referente del revisionismo le dio la razón a su “discípulo” cuando admitió que nadie se había ocupado hasta entonces de Dorrego. Pacho destacó que el gran mérito de ese libro ha sido “poner en superficie a ese prócer extraordinario y también jibarizado por la historia oficial”. De las flamantes crónicas ponderó la “clara profesión de fe” del autor cuando dice “odio a Mitre”, en uno de los capítulos. “Nadie se había animado a decirlo tan salvajemente; pero pasa a elogiarlo y cuenta una experiencia de coraje de Mitre.”

“Hay libros que son patadas a los ojos, atentados a la vista, a la comprensión”, reconoció Caballero. El libro de Brienza está en los antípodas de ese agobio que generan algunos mamotretos. Una historia lo conmovió al periodista y director de Tiempo Argentino: la de Martiniano Chilavert. “Hernán encuentra el punto justo del dilema de Chilavert: traicionar para ser fiel”, señaló. “Ese capítulo es maravilloso, bellísimo y sobrecogedor.” Después de los merecidos piropos, Caballero anunció que haría una crítica. “Hay muchos valientes, todos los arquetipos del heroísmo argentino, pero falta uno que conocí hace aproximadamente 20 años”, deslizó. Y dio algunas pistas más del corajudo que falta. “Era flaco como una espiga y tenía el pelo por debajo de la cintura. Era tanguero a los 20 años, con lo cual me pareció un contrasentido porque añoraba cosas que nunca había vivido. Ya en aquella época era un lector apasionado de Marechal; pero asumió que Borges también completaba esa fascinación literaria. Un tipo que empezó siendo cronista policial, hace 20 años”, enumeró el periodista. “Ese tipo no está en el libro y creo que hay que incluirlo. En estos últimos años no ha dejado de trabajar, de formarse, y sobre todo ha tenido una extraña coherencia que creo que hoy es un valor. Ese héroe sos vos”, le dijo a Brienza.

Para Forster, Valientes es un libro atravesado por el fantasma de Borges –“muy borgeano en la escritura, en la adjetivación, en el fraseo”–, en el que hay “una decisión política de hacer historia, una manera de comprometer ese vínculo con el pasado en el interior de las circunstancias y los dramas de la época”. El filósofo precisó que hay una poética de la subjetividad, un intento de rescatar itinerarios subjetivos. “La historia es un profundo campo de batalla donde se dirime no sólo el pasado sino el presente. Conquistar en el presente una interpretación corajuda del pasado es un modo de intervenir políticamente en el presente”, explicó el filósofo. “No hay trabajo más digno que rescatar del olvido la memoria de aquellos que se jugaron la vida por sus ideales y que fueron parte de los vencidos de la historia”, subrayó Forster. “Hasta hay un espíritu benjaminiano en el texto de Brienza. Benjamin dice que hay una doble amenaza que pende sobre los vencidos. La primera es cuando fueron derrotados materialmente por los vencedores. La segunda, que es mucho más grave, es la amenaza de convertirse en polvo. Este libro es un homenaje a los olvidados de la historia argentina en una época como la que tenemos el privilegio de vivir; época extraordinaria, compleja, llena de inquietudes, que nos ha vuelto a interpelar de una manera profunda y que nos permite mirar en espejo.”

Entonces llegó el turno del corajudo. “Creo que me equivoqué al haber traído a Forster acá. Este se va a levantar todas las minas y yo me voy a tener que ir con mi vieja y mi viejo a comer empanadas por ahí”, bromeó Brienza. “Si llega a ser verdad lo que dijeron estos tipos de mí, me puedo ir a dormir tranquilo a casa.” El autor de Valientes reconoció que todo libro tiene una intencionalidad. “Este es un libro para hacer rescates monumentales, en el sentido nietzscheano del término. Lo que quiero es rescatar estos personajes para ver qué nos pueden alumbrar hoy.” El politólogo y periodista agregó que “el heroísmo es el acto de coraje más puro y hermoso del hombre que se bate solo con la partida”. El gesto más quijotesco y bello –para Brienza– es el del sargento Cruz. “Le tiembla el puñal y sabe que si se queda donde está vuelve a su casa con su mujer, y sin embargo el tipo grita en la noche: ‘El sargento Cruz no permite que se mate así a un valiente’. Ese es el acto de coraje que uno más rescata: el de aquella persona que renuncia a su conveniencia para sacrificarse.”

Brienza alertó sobre el secuestro de la épica. “Los argentinos no tenemos derecho al coraje; desde los ’70 que no podemos reivindicar nuestra propia valentía. Me parece importante recuperar la épica de los argentinos porque nos robaron la posibilidad de ser. El mayor acto de coraje que uno puede tener es el de la identidad.”

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