CULTURA › SE INAUGURó LA EXHIBICIóN MERCEDES SOSA: UN PUEBLO EN MI VOZ
En la Casa Nacional del Bicentenario, la muestra permite un recorrido por su vida artística, pero también por lo personal.
› Por Sergio Sánchez
Cuando se le preguntaba a Mercedes Sosa cómo definía su rol artístico, ella prefería catalogarse como cantora antes que como cantante. Según entendía, “cantora” es aquella artista que se compromete con su pueblo. Ese, precisamente, es el espíritu de Mercedes Sosa: un pueblo en mi voz, una muestra que reúne fotografías inéditas, objetos y material audiovisual de la cantora tucumana y que se inauguró ayer en la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985). “Mercedes expresa una síntesis entre la relación cultura, arte y compromiso. Y éste es un homenaje a quien sin duda ocupa un lugar máximo en la expresión del arte y del canto popular argentino”, consideró en el encuentro el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia. La muestra, que recorre momentos fundamentales de la vida de la artista, se abrirá al público a partir de hoy y se podrá visitar de martes a domingos de 14 a 20 hasta el 29 de febrero de 2012, con entrada libre y gratuita.
Uno de los aspectos más interesantes de la exposición es cómo están organizados los hechos que marcaron a fuego su vida y obra. La muestra –que ocupa los pisos 3 y 4 de la Casa– se organiza cronológicamente a partir de cinco conciertos cruciales: Olympia de París (1979), Teatro Opera de Buenos Aires (1982), Lincoln Center de Nueva York (1992), Santa Catalina, en Jujuy (2001) y Coliseo de Roma (2002). Son esas instancias públicas las que ordenan el relato y muestran todas las facetas de la artista. En el primer concierto, una imagen gigante de su rostro evidencia su profunda tristeza a causa del exilio en Francia y más tarde en Madrid. Si hubo algo que mayor pena le causó y atravesó las canciones que eligió cantar, fue el desarraigo. “En la voz de Mercedes hay misterio, dulzura, belleza, melancolía, pero también desgarro de hombres, orfandad de niños, urgencia de justicia, revoluciones necesarias y posibles utopías”, dice un fragmento del escritor Ernesto Sabato que forma parte de la muestra.
Del dolor a la emoción. De Francia a la Puna jujeña. De la intimidad de su hogar a los escenarios junto a importantes músicos del mundo y referentes sociales. Esos son los vaivenes que permite este homenaje. Las fotos muestran a la cantora fundiéndose en un abrazo con Fito Páez o con Sting, tocando en Cuba con Silvio Rodríguez, caminando por la calle tras su exilio junto a Charly García y Daniel Grinbank o compartiendo un escenario con Luciano Pavarotti. Por las paredes cuelgan palabras de afecto de todos los músicos que la quisieron y la admiraron: Víctor Heredia, Teresa Parodi, Milton Nascimento, Joaquín Sabina y tantos otros.
Una serie de conciertos que fueron bisagra en su vida y que merecen un capítulo especial fueron los que realizó en el Teatro Opera en 1982. No fue una serie de presentaciones más: significó su vuelta a la Argentina y su reencuentro con su público y compañeros de melodías y de ideas. Al escenario subieron Charly, Tarragó Ros, Rodolfo Mederos, Ariel Ramírez, León Gieco y Piero: “Hay que reconocer una gran tradición artístico-política de nuestros intérpretes y creadores musicales”, le dice Coscia a Página/12. “Esa tradición abarca todas las artes. Entre los exiliados estuvieron casi todos los cantantes populares que se opusieron a la dictadura militar.”
Así como la exposición destaca su costado más político, no descuida su faceta más íntima. Es que Mercedes Sosa también fue hija, madre y abuela y todo eso está reflejado en el homenaje. “Exponemos fotos que quizás en otro contexto no podríamos mostrar y que hablan de su personalidad. Mercedes tenía sus momentos de intimidad, era divertida y graciosa”, explica Fabián Matus, hijo de Sosa y uno de los organizadores de la muestra. “La gente conocía a la Mercedes que cantaba, la de los reportajes, la que se plantaba ante diferentes situaciones, pero no a la Mercedes que jugaba con su nieta”, completa la idea.
Si bien lo que predomina son las fotografías, en el cuarto piso se puede ver una completa colección de objetos que definen su iconografía. Unas piezas infaltables son los ponchos rojos y marrones que solía usar en los conciertos. No es casual que en las pinturas de Antonio Berni y Carlos Alonso luzca con esa vestimenta. Por supuesto, se exhiben vinilos y todos los discos que componen su obra, como así también afiches de recitales en el país y otras partes del mundo.
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