Sáb 20.04.2013
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CULTURA › ARLT EN DOS, EN EL MUSEO DEL LIBRO Y DE LA LENGUA

Cross a la mandíbula

Con una impronta interactiva, la exposición recorre, además del universo de Los siete locos y Los lanzallamas, los pasos del más “atorrante” de los escritores argentinos.

› Por  María Daniela Yaccar

Personajes arltianos en la muestra que se puede visitar, de martes a domingos, con entrada gratuita.

Existe Tecnópolis, Rep militó en las páginas de este diario por Artépolis, y también existe “Locópolis”. No se trata de un conjunto de stands de psicofármacos ni de una seguidilla de conferencias para psiquiatras, sino de una ciudad dedicada a los personajes de la literatura arltiana. “Locópolis” es un capítulo de una muestra llamada Arlt en dos, que recorre, además del extraño universo de Los siete locos y Los lanzallamas, los pasos de Roberto Arlt, el escritor argentino más atorrante. Se puede visitar en el Museo del Libro y de la Lengua –que depende de la Biblioteca Nacional–, de martes a domingos, de 14 a 19, en Las Heras 2555. La entrada es gratuita.

¿Es este lugar un museo de la lengua? Eso es lo primero que se preguntarán muchos cuando, al ingresar, se topen con un tablero enorme, parecido al del Juego de la Oca, que indicará avanzar o retroceder casilleros de acuerdo con el éxito o la desgracia de Augusto Remo Erdosain. El personaje principal de Los siete locos, hecho en cartón, es la ficha que se mueve. Este no es el único entretenimiento que el grupo de artistas y gente de las ciencias sociales que trabajó en la muestra –incluyendo a María Pía López, directora del Museo– ideó para la ocasión. Hay, también, un modesto videojuego de preguntas y respuestas sobre aquella historia de la angustia humana y de una posible revolución que Arlt escribió en un mundo caótico, en 1929.

Sí, este lugar es un museo, desde noviembre de 2011, luego de que lo inaugurara la presidenta Cristina Fernández. Hay vitrinas por todos lados con libros de distintas épocas, libros prohibidos, libros urgentes, los más vendidos de la historia nacional. Pero afortunadamente las letras no están muertas y la lengua no se entiende como si fuera el fósil de un dinosaurio (una cosa así hubiese disgustado mucho al Arlt de las aguafuertes). La naturaleza de la muestra es marcadamente interactiva. Está distribuida por la planta baja, el subsuelo y el segundo piso. En el subsuelo se ubica “Locópolis”, una instalación que recrea el mundo de Los siete locos y de su continuación, Los lanzallamas. Según explica uno de los responsables de la instalación, el dibujante Pablo Licheri, esta primera parte de la muestra tiene una idea central: “Nuestra visión es que hay dos maneras de leer la novela, la del Astrólogo y la de Erdosain. El Astrólogo se vincula con la farsa, con la comedia. En cambio, Erdosain, con la angustia y al drama”.

“Lo principal de la instalación es el planteo de que existen estas miradas opuestas, de que hay una posibilidad de ver las cosas de modos distintos. Por otra parte, proponemos un recorrido por una ciudad, imitando el que hace Erdosain”, agrega Licheri. Pero, a diferencia de lo gris que es el paisaje de Los siete locos, “Locópolis” es una ciudad colorida –priman los tonos fuertes–, inspirada en las formas geométricas de Xul Solar. La gobierna esa dicotomía entre el sentir de Erdosain y el del Astrólogo –el líder de la enigmática revolución–, que se materializa en dos estructuras enfrentadas, con forma de cajas. Una representa la habitación de Erdosain. Se la puede espiar por pequeños agujeros, pero no se la puede ver en su totalidad. Desde esos visores, el espectador ve una cama ensangrentada, un pequeño revólver en una mesa de luz y los inventos de Erdosain, como la tintorería para perros y la rosa de cobre.

El otro box grafica el momento de la conspiración, la reunión que el Astrólogo comparte con otros personajes de la novela para plantearles los fines de una revolución financiada por la prostitución. En una de las caras de la caja, los discursos del Astrólogo conviven con frases de Hitler y de Lenin. En la misma sala –la Leónidas Lamborghini– hay dos bibliotecas sin libros. En una se pasa permanentemente un documental en el que intelectuales y artistas –como Horacio González, Beatriz Sarlo y Ricardo Bartís– reflexionan sobre distintos aspectos de la obra del autor de El juguete rabioso: la locura, las ciudades y la modernidad. A esa biblioteca la decoran muchas citas, tanto de Arlt como de autores que reflexionaron sobre sus escritos. En la otra biblioteca hay objetos y dibujos que retratan episodios, personajes y detalles de la novela. Hay, por ejemplo, una cartera y un labial que podrían ser de una prostituta, una foto de la familia Espila y un manuscrito en un papel vetusto con la suma de los gastos de la revolución, entre otras cosas. “Es un collage”, define Licheri, encargado de imaginar la cara de Gregorio Barsut, el primo de la mujer de Erdosain. Barsut aparece en un afiche con Greta Garbo. El soñaba con ser estrella de cine.

El segundo capítulo de la muestra, Cross a la mandíbula –expresión tomada de una frase de Arlt–, es más formal y realista. Está en el segundo piso, donde hay vitrinas con ediciones de novelas, cuentos y aguafuertes del autor en diferentes idiomas. Para ambientar el lugar han puesto un escritorio de madera, sobre el que hay una vieja lámpara y una Remington, y una Minerva tipográfica, instrumento de impresión que aparece en Los siete locos. Este homenaje a Arlt por parte del Museo del Libro y de la Lengua se completará con la edición de una reproducción de la primera edición de Los siete locos. El año pasado, cuando se cumplieron setenta años de la muerte del escritor, sus derechos pasaron a ser de dominio público.

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