CULTURA › EL CENTRO CULTURAL ROJAS PRESENTA EL CICLO EL SIGLO MARAVILLOSO
› Por María Daniela Yaccar
“No hemos aprendido nada”, dice Eduardo Wolovelsky, robándole una frase a Reyes Mate. Las últimas noticias internacionales le dan la razón al ideólogo de El siglo maravilloso. El título del ciclo que creó Wolovelsky no es más que una paradoja, como este mundo, en el que el Premio Nobel de la Paz anuncia, resuelto: “Estoy convencido de que debemos atacar”. Esta propuesta del Centro Cultural Rojas se propone reflexionar sobre los horrores de la última centuria. Wolovelsky, que es coordinador del área de Reflexión Pública sobre la Ciencia del CCR, define esta iniciativa como “interdisciplinaria”, porque incluye cine, ilustración (de la mano de Sergio Langer) y charlas sobre el panorama cultural del siglo XX y sobre los avances (y retrocesos) de la ciencia y la técnica.
El ciclo, que se extenderá hasta el 28 de este mes, se llama así en honor a Alfred Russel Wallace. El nombre completo de la iniciativa es, en realidad, El siglo maravilloso, en el filo secular de la Gran Guerra. Memorias sobre la última centuria. El puntapié para llevarla adelante es el centenario de la muerte de aquel “naturalista relevante”, en palabras de Wolovelsky. En 1898, Wallace, que se había distanciado de Darwin, publicó El siglo maravilloso, una obra en la que destacó los grandes logros científicos y técnicos que harían del siglo XX un momento particular y único de la historia. Pese a la esperanza que lo inspiraba, Wallace se preocupaba también por la pobreza, que era la contracara del progreso. “En el libro hace una crítica social muy fuerte sobre el siglo XIX, imaginando que el siguiente iba a remediar los males sociales, apoyado en un desarrollo científico y tecnológico mayor. Qué suerte que murió en 1913. Estamos a cien años de una bisagra: el mundo parecía estar parado sobre cierto bienestar y al año siguiente estalló una de las guerras más violentas de la humanidad”, analiza Wolovelsky.
Según el biólogo, autor de Iluminación. Narraciones de cine para una crítica sobre la política, la ciencia y la educación, el punto fuerte de este ciclo en el centro cultural de la UBA es su carácter interdisciplinario, y que considera al arte y a las ciencias como parte de la misma cosa. La Historia, quizás. “Es el valor de un centro cultural universitario. Convivimos continuamente en esta perspectiva. No encaramos el tema como una sumatoria sino como una totalidad, y eso lo permite este lugar en particular”, apunta. Desde la inauguración y hasta el 30 de septiembre están en las paredes del espacio que coordina Cecilia Vázquez las ilustraciones e historietas de Langer. El ciclo de cine titulado “El negro y blanco de la guerra” incluye películas sobre la Primera Guerra Mundial, dos de ellas producidas antes del estallido del conflicto bélico de 1939. Las películas que se proyectarán son: Sin novedad en el frente, de Lewis Milestone (miércoles 11 a las 20); Yo acuso, de Abel Gance (miércoles 17 a las 20); y Negro y Blanco en color, de Jean Jacques Annaud (miércoles 24 a las 20). En materia audiovisual, el público también podrá ver Nostalgia de la luz, a cuarenta años del golpe militar contra Salvador Allende, un documental de Patricio Guzmán (miércoles 11 a las 14).
Las charlas completan el cronograma. El jueves 12 a las 19 se realizará “Humor prohibido, reflexiones sobre el conocimiento desde nuestra historia reciente”, que versará sobre los límites del humor como posibilidad de memoria. Participarán Langer, Gabriela D’Odorico y Wolovelsky. El martes 17 a las 19, Diego Fischerman, periodista de Página/12 y co-coordinador del área de música del CCR, charlará con el público sobre la música del período 1900-1920. Entre los temas elegidos por el especialista están el jazz, los primeros tangos grabados y el culto a la disonancia. Se comentarán obras, géneros y autores fundamentales de la época y las venideras. Finalmente, el 28 a las 10 habrá una clase abierta del curso Conocimiento público sobre la ciencia, coordinada por Wolovelsky y Rosana Errasti. Se hablará sobre Wallace, El siglo maravilloso y se plantearán perspectivas para una reflexión “sobre el cientificismo y la tecnocracia”.
Este ciclo tiene que servir, dice Wolovelsky, para pensar el hoy, no para mirar el pasado y denunciar lo turbio que fue. Porque “no hemos aprendido nada”. El biólogo menciona una pregunta de Tzvetan Todorov: “¿Cómo conciliar la ausencia de ilusiones sobre el hombre con el mantenimiento del hombre como objetivo de la acción?”. “Es un riesgo que toda la memoria del mal del siglo XX nos lleve a que, en este siglo, se cometan males en el nombre del bien. La idea de esta propuesta es mirar hacia atrás en la Historia para pensar nuestros posicionamientos políticos actuales”, sostiene. Y concluye: “Previo a la guerra, en la Belle Epoque, había una sociedad que parecía llena de vitalidad, con grandes promesas de futuro. En la década del ’20 se repetía ‘nunca más una guerra’. Tenemos que pensar sobre esos optimismos, porque pueden ser terriblemente crueles. En la actualidad me preocupa el discurso publicitario y de espectáculo que genera un discurso religioso sobre la ciencia. El desarrollo tecnológico es un problema y una solución que propone nuevos problemas: tenemos que actuar sobre esa dialéctica de solución-problema y no imaginar que es una salvación o una condena”.
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