CULTURA › ULTIMA FUNCION EN TECNOPOLIS DE EL ASOMBROSO MUSICAL DE ZAMBA CON SAN MARTIN
“Si le ofrecés al público espectáculos de calidad, accede y disfruta”, dice el ministro de Educación, Alberto Sileoni, sobre el fenómeno de Zamba, que se irá de gira por el país.
› Por Sergio Sánchez
Los héroes reales pueden calar más hondo que los ficticios. Al menos, eso se ve reflejado en cada función de El asombroso musical de Zamba con San Martín, que hoy a las 15 se podrá ver por última vez en la megamuestra Tecnópolis, ubicada en Villa Martelli. Es que las caras de asombro y admiración de los pibes y pibas que vieron arriba del escenario al Libertador hablan por sí solas. Impulsado por la señal infantil Pakapaka, perteneciente al Ministerio de Educación de la Nación, el musical fue visto por 200 mil personas y planea llevar su magia a todo el país. “En el musical y en la serie Zamba está presente la defensa de lo nuestro. Que no es aborrecer lo ajeno. No es ni desprenderse del mundo ni hacer xenofobia barata, sino contentarse con el pasado y hacerse cargo de la memoria”, destaca el ministro de Educación, Alberto Sileoni: hoy será la última oportunidad para ver el musical en el predio de Villa Martelli y los realizadores invitan a los chicos a que vayan “disfrazados de sus próceres preferidos”.
En ocasión de la última función, Página/12 se reunió con Sileoni, con el realizador de la serie animada y director artístico del musical, Sebastián Mignogna, con el compositor de las canciones de la serie y dirección musical en la puesta, Leo Sujatovich, y con la directora de la señal infantil, Verónica Fiorito. “El desafío fue cómo llegar hasta el chico sentado en la silla seis mil –resalta Fiorito–. Es un público que no iba exclusivamente a ver un espectáculo musical, sino que iba a recorrer un predio y de pronto llegaba a la obra. Este tipo de espectáculos, con esta producción y estructura, sólo se ubica en la calle Corrientes. No todo el mundo tiene acceso a eso.” En esta línea, Migno-gna suma: “Zamba no ocurre sólo en la televisión. Es un hijo directo de un sistema de producción que transmite cierto tipo de valores. La cara de esos chicos es lo que más nos aporta. A esos chicos, a esas miradas, les hablamos”.
Zamba llegó a Tecnópolis en las vacaciones de invierno y fue creciendo en convocatoria. Y en otros aspectos también. Fiorito cuenta: “Hay algo interesante que pasa en Tecnópolis: ves cómo la sociedad se va soltando. Al principio el público era tímido, pero a medida que las funciones fueron pasando empezamos a notar cierta evolución. También pasa que los abuelos llevan a los nietos. Hay un cruce de tres generaciones muy interesante en torno de un espectáculo”. Para Sileoni, el hecho de que las puertas a los hechos artísticos de calidad estén abiertas para todos de forma gratuita “tiene que ver con el respeto al otro. No es cierto que los sectores populares sólo consuman cosas de baja intensidad intelectual. Si les ofrecés espectáculos de calidad, acceden y disfrutan. Es entender que la cultura es de todos. Si hay algo que tiene que ver con la educación es el asombro como antesala del conocimiento”.
A través de canciones originales y adaptaciones a cargo de Sujatovich, se ponen en escena las peripecias que tuvo que atravesar San Martín en su cruzada por la libertad, desde la organización de las milicias hasta las batallas de Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. Y, claro, el Cruce de Los Andes. Algo mágico sucede en esa escena: la nieve cordillerana rompe la cuarta pared y cae no sólo en el escenario, sino también encima de todo el público. Otro momento sublime es cuando Simón Bolívar irrumpe en escena. No es el prócer que cualquiera podría imaginar. Se trata de un estrella de rock, una suerte de Sandro que se roba los aplausos de los pibes. Las canciones, acompañadas por baile, acrobacias y coreografías, fueron cantadas por Kevin Johansen, La Sole, Hilda Lizarazu y La Mosca. “No puedo creer que ellos canten las canciones que compongo –dice Sujatovich–. Ya tenemos 48 canciones en la serie y en el musical están casi todas.” En la obra hay 40 actores en escena, 20 cuadros musicales, muñecos, máscaras, proyecciones audiovisuales, títeres y magníficas batallas en vivo. Y tampoco falta el humor.
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