CULTURA › PAGINA/12 EDITA LA DIVINA COMEDIA, DE DANTE ALIGHIERI
La notable traducción de Antonio Milano, editada en 2003 por Luis Tedesco, retorna en fascículos bilingües que este diario comenzará a publicar el próximo miércoles. Tedesco y Rep, encargado este último de la desafiante tarea de las ilustraciones, no ocultan su entusiasmo.
› Por Emilia Erbetta
Durante toda su vida, el psiquiatra Antonio Jorge Milano dedicó muchos de sus ratos libres a traducir La Divina Comedia. Logró terminar esa tarea enorme en 2002 y quiso publicarla: lo hizo junto a Luis Tedesco, el poeta y editor al frente de Grupo Editor Latinoamericano, también fanático de la obra de Dante Alighieri, del siglo XIV. Doce años después, esa traducción –la única de Milano, que murió en 2006– vuelve a los lectores en forma de fascículos bilingües que ilustrará el dibujante y humorista Miguel Rep y que Página/12 publicará cada miércoles.
La Divina Comedia empieza con un Dante perdido en la mitad de su vida “en una selva oscura”. Confundido –hoy podría decirse “angustiado”–, llega a las puertas del Infierno, donde lo espera Virgilio, el poeta romano autor de La Eneida, que lo guiará a través de los nueve círculos del Infierno y las cornisas del Purgatorio. En el Paraíso lo releva Beatrice, la mujer amada por Dante, que lo va a acompañar en el territorio celestial. Cada parte ha sido exhaustivamente analizada en busca de alegorías y símbolos que explicaran cada verso y cada personaje. “Fuera de los elementos teológicos, que obviamente están, que siguen los lineamientos del dogma católico, hay literariamente tres enfoques que son muy interesantes –explica Tedesco–, y el Infierno es la vida histórica, la vida social de los hombres, y en ese sentido tiene mucho interés político porque ahí Dante consagra sus odios y amores coyunturales, y como está magnificado, convertido casi en literatura fantástica, tiene hoy para los lectores una fascinación enorme. En ese sentido es la parte de La Divina Comedia más cinematográfica, porque uno puede ver las escenas, las conversiones de objetos en personas y los odios intestinos que asolaban la región.”
Rep coincide con el editor: “La Divina Comedia empieza por el lugar más imaginativo y atractivo, que es el Infierno. Me parece que es otra novela de carretera, de viajes, como el Quijote. Hay mucho misterio en esta obra, y el misterio es lo que a mí me lleva a hacer este trabajo”. En 2005, el dibujante se le animó a la novela de Miguel de Cervantes para 42 fascículos que, entonces como ahora, publicó este diario. Las ganas de ilustrar la Comedia, como se llamó originalmente la obra, las tiene desde los 18 años, cuando trabajaba en la revista Humor Registrado y hacía la historieta El Recepcionista de Arriba, donde una especie de topo con alitas juzgaba la vida de quienes se presentaban ante su mostrador poco después de morir y decidía si se iban al infierno, al purgatorio o se quedaban en el paraíso (“Que pruebe suerte abajo...”). Treinta y cuatro años después, cuando esas ganas se concretaron, Rep empezó a dibujar para el primer fascículo en una casita de Pinamar. Ahí le llegó la noticia de la muerte del poeta Juan Gelman, en México. Entonces a Virgilio, que vivió en el siglo I a.C., decidió darle la cara de él, para que le haga “más ameno el viaje”.
La obra fundante de la literatura italiana tuvo varios ilustradores célebres: tanto Botticelli como Dalí les pusieron imágenes a los versos del Dante, pero las ilustraciones más conocidas son las que hizo el francés Gustave Doré en el siglo XIX. Rep, que las conoce todas, prefiere olvidarlas para hacer su propia versión: “La principal trampa es creer que es un clásico inabordable. Ya el Dante es un superyó y después hay una serie de sub-superyoes, encabezados por Doré, que tanto en el Quijote como en La Divina Comedia plantaron los climas, las escenografías, y todos los que venimos después somos ‘el después’ de Doré. Muchos se han tomado al pie de la letra lo de ‘oh, son clásicos, hay que trabajarlos con mucha solemnidad’; yo me escapo de ese superyó, de esa solemnidad, tengo que seguir mi propia naturaleza, que no es ponerme por debajo de nada, sino hacerlo como si me encargara de un autor de hoy”.
La realización en fascículos, asegura, lo ayuda a soltar la mano, porque implica una evolución del trabajo, que va creciendo y cambiando cada semana mientras avanza su lectura: “Setenta semanas es un año y medio, y el dibujo cambia, va tomando confianza. En el principio, el dibujo es balbuceante, hasta que tu mano y tu cabeza se meten en el clima. Por eso estoy seguro de que los balbuceos de los dos primeros fascículos, que son los que ya hice, no van a tener nada que ver con el tratamiento que le voy a dar al Purgatorio y al Paraíso. Esa es la ventaja y el aporte de trabajar en un diario, de trabajar periódicamente, con el pulso del lector, que está viendo algo que uno ilustró hace quince días. De alguna manera está cruzado por cierta contemporaneidad”.
Como acompañó antes al Sancho y el Quijote, Rep quiere acompañar a Dante en su derrotero: “Hay un montón de cajas que se abren, que tienen que ver con la forma, con los contenidos, son inmensas las posibilidades. Pero a mí lo que me lleva a dibujar es el misterio, el ver cómo dibujo eso que está en la nebulosa. Lo que digo como explicación es secundario, lo primero es que quiero ver es qué pasó con el Dante cuando hizo ese viaje, cuando tuvo esa crisis y tuvo que llegar a ver a Beatrice en el Paraíso. Quiero acompañarlo con mis dibujos, que son mis únicas armas”. Aunque sólo tiene dos fascículos listos, sabe que el recorrido con Dante va a ser muy distinto que con el Quijote: “La de Cervantes es una comedia humorística, grotesca, paródica. Esta no; y yo ya dibujando me siento de una manera totalmente distinta, la exigencia del texto es otra, ya no es prosa, el ritmo es distinto. No sé si hasta la métrica no me va a acompañar. El Quijote es mucho más amable con respecto a esta obra, que requiere oscuridad, luz, oscuridad, luz y poco humor. El tema es qué aporto yo de humor, no de comicidad, sino dónde aporto yo el grotesco para sacarle tanta llama al infierno y tanta nube al paraíso”.
Antes de llegar a este Paraíso para el que aún no hay dibujo, el poeta debe pasar por el Purgatorio, un espacio que, para Tedesco, “alude a situaciones intermedias en las conductas de los hombres”: “En el Purgatorio estamos todos, es ese lugar donde no sabemos muy bien cuándo somos culpables, cuándo hacemos el bien y cuándo no, cuándo tenemos la conducta adecuada y cuándo no, cuándo ambas situaciones se confunden. Y eso es lo propio de casi todas las cosas que hacemos, una situación ambigua entre el mal y el bien, entre lo que deseamos hacer y lo que corresponde hacer”. Esta ambigüedad, Rep sabe que le va a llevar mucho trabajo: “El Purgatorio no tiene la forma que tiene, o las llamas o las nubes, es un híbrido que todavía no desculé”, admite.
En tres tomos, La Divina Comedia puede intimidar. Quizá los fascículos habiliten una manera más amable de acercarse a los 100 cantos que escribió Dante en toscano –y no en latín, como indicaba el canon– en las primeras dos décadas del siglo XIV. Rep cree que “el principal obstáculo es que está hecho en verso, porque la gente está masivamente acostumbrada a la prosa”. No hay forma de saber si los lectores del diario van a coleccionar los fascículos para leerlos todos juntos o si el texto de Dante podrá inmiscuirse en la rutina diaria, aunque Rep preferiría que “la gente lo vaya leyendo y lo ponga en su cotidianidad”. Como sea, la traducción de Milano, en tercetos ritmados y en un español actual, no ofrece obstáculos extras.
Para Tedesco, “la traducción de Milano es respetuosa, correcta, se atiene al texto y trata dentro de lo posible de respetar la métrica de Dante”. El editor elogia particularmente el gran cuerpo de notas que incluyó el psiquiatra, al que califica como “un trabajo realmente formidable y de mucho estudio”. En estas notas, Milano señala los contactos de la obra de Dante con las Metamorfosis de Ovidio, el poeta latino del siglo VII. “El Infierno es el capítulo donde las metamorfosis son constantes, porque los habitantes del Infierno son muertos que de pronto hablan, o que están transformados en árboles, en aves, y se comportan y hablan por momentos como seres humanos. Esas metamorfosis, esos hechos, están por momentos muy presente en Ovidio y es de donde Dante toma la idea. En ese sentido el trabajo de Milano ha sido formidable, muy respetuoso, consciente de que él no era un traductor profesional y de que no era un poeta, y consciente de que el texto principal lo había escrito Dante, no él.”
La edición bilingüe permite enfrentar el texto en italiano con el castellano y, aun sin comprender la lengua toscana, acceder a los versos originales. “En la Argentina, mucha gente que no sabe italiano sabe pronunciarlo. Entonces al leerlo, la música del idioma suena, está ahí, y es un elemento de belleza muy importante para entender lo que hizo Dante, que no es solamente una obra de gran contenido, es una obra extraordinaria de contenido estético con la lengua”, insiste Tedesco.
Milano también habrá lidiado con sus superyoes cuando se metió con Dante, al que en la Argentina tradujeron antes que él Bartolomé Mitre y Angel Battistessa, un crítico, traductor y profesor universitario que llegó a ser un hispanista destacado. En una entrevista que le dio a este diario en 2003, a propósito de la publicación de la traducción en tres volúmenes bilingües, Milano dijo: “No soy tan presuntuoso como para considerar que era necesaria una nueva traducción y, sobre todo, la mía. Con respecto a la traducción de Mitre, tiene algunos méritos y deméritos. La de Battistessa (Buenos Aires, Asociación Dante Alighieri, 1984) es quizá la más meritoria. Aunque es irregular y personalmente me parece que en algunos momentos logra su objetivo y en otros no”. En esa misma nota, el médico contó que desde que empezó hasta que terminó no hubo un día en que no tradujera, al menos, diez minutos.
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