Sáb 13.12.2014
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CULTURA › ADRIAN PAENZA PRESENTA SU NUEVA SERIE DE LIBROS

“La matemática me dio las herramientas para pensar”

Desde mañana, los fans de Paenza podrán disfrutar de “Matemática Siento por Ciento”, una colección de seis títulos que acompañarán domingo por medio la edición de este diario. El primero: Desafíos para compartir (problemas buenos y breves).

› Por Andrés Valenzuela

Pocos transmiten la ciencia como Adrián Paenza. Menos aún lo logran con un tema aparentemente difícil: la matemática. Periodista todoterreno, no dejó campo en el que difundir la pasión por los números. Por televisión, por radio y en los diarios, con una columna semanal en Página/12, Paenza logró que una cantidad inusitada de gente descubra que no sólo puede entender la matemática, sino hasta disfrutarla. Por ese logro incluso recibió premios internacionales. Sus libros (los cinco de la serie Matemática... ¿estás ahí? y Matemagia, entre otros) superan el millón de ejemplares vendidos. Desde mañana, los seguidores fervorosos de Paenza podrán disfrutar una nueva serie de libros: “Matemática Siento por Ciento”, una colección de seis títulos que acompañarán domingo por medio la edición de este diario. Mañana, el primero: De-safíos para compartir (problemas buenos y breves).

En Desafíos... y los siguientes libros se recopilan distintos artículos de sus libros publicados en las editoriales Siglo XXI y Sudamericana, pero agrupados por tema. También incluirán algunos de sus planteos en televisión y en los múltiples ciclos y actividades que suele realizar. En sus textos, Paenza propone situaciones y de qué modo la matemática puede ayudar a sus protagonistas a resolverlas. Este primer volumen concentra los textos que buscan ampliar la idea general sobre qué es la matemática y aquellos que buscan estimular el pensamiento lateral del lector. Ambos ejes le sirven al autor para discutir la noción de “inteligencia” comúnmente aceptada y para proponer otro acercamiento a su disciplina científica predilecta, uno que se sostiene en lo lúdico y el disfrute antes que en las fórmulas y el hastío.

El lanzamiento de esta serie de libros resulta también ocasión ideal para una extensa entrevista con su autor, en la que demuestra que difundir la matemática es mucho más que hablar de números y que implica, entre otras cosas, pensar el rol del periodismo en la construcción de un país que abrace su ciencia.

–¿Por qué sacar estos libros? ¿Qué representa para usted?

–La idea es que en las vías de acceso a la difusión del conocimiento, cuantas más existan, mejor. Esta es una oportunidad única, salir por el diario en que escribo hace tanto tiempo es un orgullo y un honor. Fui lector de Página desde que existe y ya trabajar allí me representa mucho personalmente. Pero además es maravilloso tener una combinación de este tipo. Soy una persona muy afortunada con muchas vías de comunicación, TV, libros, pero esto es un poco la frutilla de la crema del postre. Mucha gente colaboró para que sea posible; por ejemplo la gente de Sudamericana se ha portado muy bien, han aceptado y valorado esto también. Yo pongo la cara, pero hay un montón de gente que trabaja en conjunto, que está detrás de este emprendimiento, sería una lista muy larga. Así que no puedo dar una respuesta breve sobre qué me representa.

–En toda su obra se advierte un interés por lo pedagógico, por ver cómo transmitir lo que explica. ¿Cómo se plantea su trabajo?

–En realidad no me planteé nunca este tipo de cosas. Tampoco puedo decir que un día me senté y tomé una determinación sobre divulgar ciencia o cómo hacerlo. No dije “me voy a proponer esto” y terminó pasando. Fueron alguna cantidad de cosas que me terminaron pasando. Después de que me echaron de TyC terminé trabajando en algo que no tenía previsto. No planifiqué Día D, me dieron una oportunidad que no contemplaba. Mucho menos me imaginaba esto. En el camino conocí gente muy valiosa. Apareció Claudio Martínez y me dijo “hagamos un programa de ciencia” y sucedió Científicos Industria Argentina. ¿Cuántos programas hay que se mantengan en el aire 13 años seguidos? No muchos. Mirtha Legrand, Tinelli, los noticieros, los deportivos. ¿De ciencia? Después vino Tristán Bauer con el primer libro y apareció Alterados por PI. ¿Quién hubiera imaginado no ocho, ¡una! temporada de TV de matemática? Y es una cosa maravillosa estar recorriendo el país haciendo problemas de matemática. No puedo quedarme con el crédito. Nadie puede, nadie lo imaginó ni supo que iba a pasar. Se alinearon los patitos.

–Pero hay un modo de hacer que llega al espectador y al lector.

–Me gustaría poder dar una respuesta. Soy una sola persona. Lo que hice o hago lo hago de la misma forma hablando por TV o escribiendo. Cosa que jamás imaginé tampoco, porque soy un hombre de los medios electrónicos. En la radio empecé en el ’66 y en televisión en el ’72. Se van a cumplir ya 50 de radio, una barbaridad. Siempre me expliqué de la misma forma. No lo puedo pensar como un método. Yo hablo con usted y podría estar ante una cámara y haría lo mismo. Elegiríamos los tópicos de distinta manera, supongo. Quizá la diferencia con un locutor es que a él le pagan para que diga que el producto es bueno y le importa poco si lo es, su profesión es promoverlo. A mí no me habla nadie. Si le digo que me gusta, es porque me gusta. Si me apasiona, es porque me apasiona.

–¿Y por qué le apasiona la matemática?

–Es como si le preguntara a usted por qué le apasiona pensar. La matemática me ha dado las herramientas para pensar. Imaginarme distintos escenarios, buscar planes, estrategias.

–No todo el mundo la ve así.

–La percepción de la matemática es equivocada. En todo caso, ese rechazo a la matemática es un síntoma de salud. Es muy aburrido que a uno le den respuestas a preguntas que no se hizo. Eso sucede en el colegio. Viene un docente y le cuenta al chico cómo se resuelve un problema que él no tiene. El rechazo que se produce es razonable. Y no es sólo en Argentina. Pasa en todo el mundo y en todas las generaciones. Algunos hemos logrado evadir el campo minado y encontramos que la matemática está en un lugar distinto. No es que lo otro no sea matemática, pero es como empezar el fútbol por las barreras o la música por las marchas militares. Si usted quiere convencer a alguien de jugar al fútbol, no lo seduce diciéndole “parate acá que te voy a tirar un pelotazo”. La vida de la matemática pasa por otro lugar. Tampoco le hace escuchar “Aurora” o “La marcha de San Lorenzo” a alguien para que aprecie la música, le hace escuchar a Mozart, a Los Beatles, otra cosa.

–¿Cuál es la situación de la divulgación hoy?

–Creo que esa percepción está cambiando. Se han producido modificaciones. Es un síntoma de lo que describimos antes, todas cosas que han pasado en los últimos 10 años. No son casuales. El Canal 7, que banca Científicos Industria Argentina sin importar el rating. Un canal entero dedicado al conocimiento, como Encuentro. Un Ministerio de Ciencia. Son todas cosas que yo pensé que no iba a vivir. Hay una cantidad de cosas que suceden y que uno puede elegir mirar aisladamente, pero que si se miran en conjunto se advierte que hay algo que está pasando con la sociedad.

–Hace poco publicó una serie de artículos destacando la importancia del Arsat, ¿en qué momento ve la ciencia argentina hoy?

–Yo estoy ligado con la escuela pública y la UBA desde el ’64, cuando hice el ingreso. Ya tiene ahí 50 años de vida dedicados a la universidad pública. En todo ese tiempo, nunca vivimos esto, pese a todos los contratiempos que pueda haber. Que haya gente que quiere volver al país... Importa poco si el satélite es el octavo. Ojalá todos los países pudieran lanzar su propio satélite. Pero lo promuevo porque es bueno saber que podemos. Es cosa maravillosa que el país esté en condiciones de poner un satélite en órbita. Recuerdo en su momento cuando Kirchner, en 2003, me dijo “juntáme con algunos científicos para hablar con ellos, pero no me los traigas a la Casa Rosada, vamos a Olivos”. El tenía una preocupación por saber “dónde les dolía el zapato”. Se interesó por aumentarles el salario a los becarios del Conicet. Eso también fue raro, conocí a muchos de los presidentes electos y no tengo claro que todos supieran que el Conicet tenía becarios, ni que supieran que cobraban poco. Que además de eso les importara y que encima hiciera algo para corregirlo... El me lo dijo a fines de 2003 y en marzo de 2004 ya les había aumentado un 50 por ciento. Era un aumento significativo, aunque el total todavía fuera bajo. Era una señal hacia donde miro yo, de cómo me parece que se puede pensar el país.

–Una política de ciencia.

–Esto no es visible, pero hay gente que se sienta a pensar la política científica del país, por ejemplo su política satelital. Rusia no le deja las telecomunicaciones a EE.UU., China no se las deja a Japón. Son márgenes de dependencia e independencia que se miden en otros lugares. Hay cosas que están pasando y el siglo XXI tiene que ver con la comunicación. En otra época seguramente yo hubiera bregado porque Argentina produjera medicamentos, más allá de discutir por qué deben ser pagos, si la salud es un derecho y debe ser gratuita para todos. Ahora quiero que los medicamentos se hagan en Argentina, pero también quiero que la cadena de telecomunicaciones en la medida de lo posible sea fabricada en Argentina. Por ahora no podemos lanzar un satélite porque no tenemos lanzador y por eso hubo que ir a la Guayana Francesa, pero sí esto, tener un satélite propio de telecomunicaciones.

–En este contexto, ¿cuál es el rol de los medios?

–El rol de los medios de comunicación ha cambiado mucho. Empecé a trabajar en Radio Rivadavia y de ciencia se leían los cables de France Press, AP, ANSA o lo que fuere. Nosotros divulgábamos ciencia leyendo un cable. Yo lo leía también, ¿eh? “Un laboratorio de Italia lanzó...”. Leíamos como si fuera un cuento. Hoy no, hoy los diarios nacionales tienen al menos un especialista. Página perdió a Leonardo (Moledo), pero siguen trabajando en los medios gente como Nora Bär, Diego Golombek o Valeria Román. Esto cambió y creo que la ley de medios va a fomentar que esto suceda en las provincias, que no sea centralizado en la Capital, que se come todo. Es un momento muy particular de la Argentina. De muchas tensiones, pero buenas. Son todos los dolores de crecimiento, empiezan a quedar claras las cosas escondidas. Lo que pasa pasó siempre, sólo que no se veía. Ahora está en la agenda, más allá de mi opinión. Mi opinión es una opinión. Lo que importa es que discutimos, que transmitamos lo del satélite.

–¿Qué frutos se pueden esperar a largo plazo?

–Esto está pasando, es muy difícil hacer un juicio, tener una opinión, pero creo que cuando miremos con un poco de perspectiva, veremos que se han producido muchos cambios en Argentina más allá de lo observable. Muchos intangibles que a veces la coyuntura, la pelea y los gritos, no permiten ver que son esenciales. La entrega de netbooks a los chicos es excepcional. Nosotros no tenemos dificultades de acceso a la computación, pero ahora que estoy viajando mucho, veo que en algunos lugares del país es una ventana a la vida. Eso es un cambio muy fuerte. No reconocer eso es no sólo ser injusto, sino muy insensible. Esto más allá de lo que se pueda mirar o distorsionar políticamente. Estoy seguro de que en poco tiempo enseñaremos a programar en las escuelas, y ése será un salto cualitativo importante, porque es el lenguaje no del futuro, sino del presente.

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