CULTURA › THE LAST OF US, UN VIDEOJUEGO DIFERENTE QUE RUBRICA EL CRECIMIENTO DE ESA INDUSTRIA
El juego propone una distopía muy recurrida: un virus convierte a las personas en zombies, y un cincuentón y una chica pueden ser los responsables de salvar al mundo. Pero si la idea suena básica, la calidad de la trama y de la factura lo tornaron irresistible.
› Por Luis Paz
Fueron tantos los artistas, técnicos y administrativos que trabajaron en The Last of Us que los créditos duran más de ocho minutos. Recibió premios a su guión, su ingeniería visual, su dirección, sus actuaciones y su banda sonora, compuesta por Gustavo Santaolalla. Originó el spin-off Left Behind, distinguido por la Alianza de Gays y Lesbianas contra la Difamación (Glaad) por presentar “uno de los personajes LGBT más memorables del año”, y ahora tiene una nominación para los 2015 Writers Guild Awards, que en febrero entregará el gremio que reúne a guionistas de cine y televisión de Nueva York y Hollywood. The Last of Us vendió más de 8,5 millones de copias y recaudó al menos 400 millones de dólares, pero no es ni una película de distribución digital, ni una que haya salido directo a DVD, ni una serie. The Last of Us es un videojuego. Y la rúbrica del crecimiento de esa industria.
Apareció en junio de 2013 para PS3, el modelo de Sony PlayStation aún coronado como la consola de séptima generación más exitosa (84,73 millones vendidas en el mundo; 84,48 para la Xbox 360, de Microsoft) e impactó tan fuertemente en jugadores, prensa e industria que aún arremolina las voces: ganó más de 200 premios de cámaras empresariales, asociaciones de críticos y de jugadores y, según la base de datos del sitio Metacritic.com, recibió un promedio de 95 puntos sobre 100 en 98 reseñas en medios especializados.
The Last of Us es el eslabón encontrado entre PS3 y PS4 (que salió a la venta cinco meses después de que este juego del estudio californiano Naughty Dog), porque mostró el límite de lo que podía proponerse en esa generación de aparatos, particularmente en cuanto a dinámicas de juego, extensión de la historia y desarrollo visual, bastante a la par de Grand Theft Auto V. Aunque a diferencia del juego de la productora neoyorquina Rockstar Games, The Last of Us es exclusivo de PlayStation: no salió para Xbox ni tendrá edición para PC. De algún modo, fue el primer juego de PS4, incluso antes de ella. Así que fue lógica su reaparición para esa consola, en julio de 2014, con apariencia y jugabilidad mejorados, y como The Last of Us: Remastered, título que integra algunos combos en los que habitualmente es vendida la PS4, que en cadenas de artículos para el hogar cuesta unos 11 mil pesos.
Dirigido por Bruce Straley y Neil Druckmann, responsables de Naughty Dog (que el año pasado cumplió 30 años y también desarrolla la célebre saga Uncharted), el videojuego propone una distopía muy recurrida: cierto virus desatado + infectados convertidos a zombies salvajes = hay que salvar al mundo. Se juega como Joel, cincuentón que perdió a su hija cuando arrancó la epidemia, y que 20 años después la va de contrabandista y saqueador de los restos de ciudades (estadounidenses, claro) dominadas por bandidos y paramilitares, infestadas de comecarnes y secretamente recorridas por Las Luciérnagas, la milicia de los resistentes. Pasan un par de cosas y Joel queda al cuidado de Ellie, una piba mordida que no mutó y que hay que llevar al laboratorio de los lampíridos, que sintetizarán la cura. Básico.
En Volver al futuro, un científico crea una máquina del tiempo y cuando un joven atorrante va y vuelve en ella, se despelota todo. También suena básico. El chiste está en la construcción de una historia (apoyada acá en hora y media de cinemáticas que algunos fanáticos compilaron y subieron a YouTube) que en general es más intrincada, tiene mejores personajes y una fotografía más interesante que el promedio de las películas pochocleras.
Ante el éxito de sagas de mundo semiabierto como The Elder Scrolls o GTA, o el fenómeno del juego sin trama Minecraft, que reforzaron la idea del videojuego como “arenero”, los de historia lineal como Max Payne 3 o The Last of Us se sienten cada vez más como una experiencia cinematográfica, donde el argumento es planteado a un jugador que tiene alternativas y decisiones para tomar, pero que siempre ve sus libertades supeditadas al guión. En ese sentido, The Last of Us es un híbrido entre una película y un juego (de aventuras, de acción, de supervivencia en un contexto de horror, de sigilo, de tiros, apenitas de rol y hasta de plataformas de a ratos...).
Parte de ese comportamiento bien posmoderno y casi anticanónico –que a la vez es nuevo canon de cierta rama de videojuegos genéricos– puede tener que ver con que un juego de PS4 sale alrededor de mil pesos y, en los casos de juegos con cierta historia (diferente es la experiencia con los FIFA o PES, con otros de deportes y con aquellos de mundo abierto), basta con un fin de semana a toda máquina para completarlos. Entonces, tienen que tener esa versatilidad (porque además apuntan a ser blockbusters, a ser hits) y al mismo tiempo deben justificar el precio en el trabajo: llevó casi cinco años de laburo por parte de decenas de personas terminar The Last of Us.
Y el trabajo sigue porque, de hecho, esa sensación de estar jugando una película traspasó el joystick y está en camino el proyecto de llevarla al cine, tentativamente con producción de Sam Raimi y con Maisie Williams (Arya Stark de Game of Thrones) en el papel de Ellie. Ellen Page (Juno) lucía ideal, pero aunque Ellie parece su hermana menor gemela (si eso fuera posible), la muchacha detrás del modelo digital es Ashley Johnson, actriz liviana de series y películas ídem. De hecho, Page protagoniza el Beyond: Two Souls y se declaró disgustada por la utilización de su imagen para este otro juego. En cuanto a Troy Baker, que puso voces en animé, series y más de cien videojuegos, y es Joel tras las bambalinas de pixeles, “la historia de The Last of Us trasciende cualquier medio” y “es perfecta para llevar al cine”. Druckmann, director creativo del juego y de Naughty Dog, de hecho ya está trabajando en la adaptación fílmica, y declaró que preferiría esa vía para que The Last of Us permanezca como videojuego de título único, porque además la concentración de la compañía está puesta en el cuarto Uncharted.
Entre tanto, Left Behind, que como DLC (spin-offs pagos y otros bonus) fue publicado en febrero de 2014 y fue integrado a la versión remasterizada para PS4, hizo su trabajo como placebo para los inmediatos fans del juego y como avivador de la llama. En esta historia, que opera en dos tiempos (como “misión” de la trama del original y como “mito de origen” de la no-infección de Ellie), la chica pasa el rato en un shopping abandonado con una amiga y, en un momento, la besa. Además de que la Writers Guild Association consideró a Left Behind para la distinción Logro en Guión para Videojuegos –industria que cobija hace apenas unos años–, la del beso entre Ellie y Riley fue elegida como la Mejor Escena en Videojuegos en los Golden Joystick Awards 2014, que no son ningún premio fantasma de fichín: la última ceremonia, trigésimo segunda de este galardón, fue en el 02 Arena de Londres. Y el piquito de medio segundo entre Ellie y su amiga Riley, además, abrió las puertas a Matt Kane, director de medios de la Glaad, para concluir que “con la adaptación al cine de este videojuego en camino, Ellie podría convertirse en el personaje LGBT de ficción más famoso”.
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