Sáb 04.04.2015
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CULTURA › GRAN CONVOCATORIA EN EL ACTO ARTE POR LA PAZ EN EL MUSEO MALVINAS

El arte como herramienta transformadora

Unas 60 mil personas pasaron el jueves por el Museo Malvinas para ratificar con una auténtica fiesta popular, que reunió a León Gieco, Raúl Porchetto y Estela de Carlotto, entre muchos otros, la voluntad pacífica del pueblo argentino.

› Por María Daniela Yaccar

En la ex ESMA la mayoría de los visitantes camina, al principio, con lentitud y sigilo. Es como si toda la información sobre la parte más macabra de la historia reciente recorriera poco a poco los cuerpos y tardara en llegar a las mentes. En el tránsito por las calles que bordean los edificios, entre los tilos, en la oscuridad de la noche, se oyen preguntas y conversaciones en voz baja. Qué lugar era ése, por ejemplo. “El pabellón Coy”, se responde un hombre que se detiene ante un cartel informativo. Otra pregunta: a ver de quién es ese rostro que ya no está. Entonces alguien va hasta el afiche y ahora sabe algo nuevo. Aquí los nenes, como es habitual, lo preguntan todo. Papás y mamás evidentemente los traen porque quieren que ellos crezcan de cierto modo. Entonces se esfuerzan en traducir al lenguaje de la niñez las cosas más pesadas y oscuras. Se plantea una manera de ver la infancia, quizá la más acertada. Les explican a sus hijos que es el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, que por eso está sucediendo una conmemoración en el museo dedicado a las islas. Es histórica porque es la primera. Este es el primer 2 de abril en la historia de este espacio, inaugurado el 10 de junio del año pasado y que depende del Ministerio de Cultura de la Nación.

Arte por la paz en el Museo Malvinas se denominó el evento cultural auspiciado por Página/12, que juntó a Estela de Carlotto, León Gieco, Raúl Porchetto, Fabiana Cantilo y Alejandra Darín, entre otras figuras. Asistieron la ministra Teresa Parodi y el precandidato a jefe de Gobierno porteño Mariano Recalde, quienes se ubicaron en primera fila junto a la presidenta de Abuelas y que, al ingresar, fueron recibidos como rockstars. También estuvieron el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y el presidente de RTA, Tristán Bauer. La actividad estuvo en sintonía con la postura argentina de encontrar una solución pacífica a la disputa de soberanía sobre las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.

Desde la tarde y hasta las 22 hubo arte en diversas expresiones: además de música, plato fuerte de la tarde-noche, con varios himnos conocidos por todos, se leyeron poemas de ex veteranos, hubo una intervención coreográfica, teatro y arte plástico. En el acto, atravesado por el anuncio de la Presidenta respecto de la creación de un archivo oral de las memorias de Malvinas, que formará parte del patrimonio del Museo, Carlotto leyó el manifiesto de Arte por la paz. Se trata de un colectivo de artistas definido como plataforma contracultural. Como dice el manifiesto que leyó la presidenta de Abuela de Plaza de Mayo: “Buscamos promover en cada rincón de la Argentina y del mundo valores como la convivencia, la solidaridad, la justicia, la igualdad y la verdad. Entendemos al arte como una herramienta transformadora. La dimensión emocional y comunicativa del arte da posibilidades infinitas de construir vínculos y espacios de amor y respeto al otro. Buscamos generar una contracultura al sistema instalado, que pretende construir a través de la violencia. El arte es uno de los lenguajes para lograr una revolución cultural”.

Todo esto ocurrió en un escenario montado en el área exterior del edificio, aledaño a la sede del ECuNHi, el centro cultural de las Madres de Plaza de Mayo. Tres pantallas grandes mostraban el espectáculo. “Estamos inaugurando una nueva forma de conmemorar el 2 de abril. Está ese revoltijo del alma que indica por un lado la congoja, la ausencia, porque recordamos a los caídos; pero por otro lado está esta democracia que recupera la cuestión con una jerarquía institucional que no estuvo nunca”, expresó a Página/12 Jorge Giles, director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, único espacio de la ex ESMA que abrió sus puertas durante el feriado. Esa frase refleja cierto carácter dual del acto, y lo cierto es que se trató de un evento con varias aristas, caleidoscópico. Porque también estaba la posibilidad de recorrer el museo, con sus proyecciones –había larga fila para verlas–, líneas de tiempo y, entre otras cosas, una atractiva muestra de fotos del rock nacional de Rubén Andón, inaugurada para esta ocasión, y una deslumbrante selección de pinturas de técnica mixta de la artista plástica Laura Kornblihtt. Entonces, miles de personas repasaban desde las doce del mediodía las relaciones con Gran Bretaña, el rol de las mujeres para la Patria, la mirada de los próceres sobre las islas. Adentro se vendían muñecos y remeras de los personajes de Pakapaka. Era verdaderamente muy marcada la presencia de los más pequeños. Había un nenito que tendría no más de cuatro años con una remera del Museo Malvinas. Estas prendas se podían adquirir al lado del Bar Puerto Rivero. La cuestión de la identidad se manifestó, incluso, en los detalles.

En contraste con la luz blanca del museo, con la formalidad y rigurosidad que ese tipo de espacios anidan, afuera, bajo las estrellas y en un clima apacible, emergía un folklore propio. El clima no era festivo, pero sí alegre, más informal y desprolijo. Allí estaban las banderas de La Cámpora y de Peronismo Militante. Los bombos, los cánticos. Era el folklore de las fiestas populares del kirchnerismo. Había rondas de mate, público en reposeras, jóvenes con guitarras. Y abundaban los vendedores ambulantes. El escenario miraba el espejo de agua ubicado en el Parque de la Soberanía, donde están representadas en tierra y piedras las islas Malvinas y la silueta del general Belgrano. Bordeando esta recreación histórica se apiñaba el público, en el pasto. Hacia el final muchos terminaron arriba de las Malvinas. Todo un símbolo. Apropiación del espacio, síntesis para la metáfora. Cuerpos que atravesaron el agua para llegar a un destino y que parecen decir algo, sin decirlo. Las islas, iluminadas de azul; la Bandera nacional cubriéndolas.

También afuera había puestos de comida de emprendedores nucleados en el Ministerio de Desarrollo Social, coorganizador del encuentro, con la cartera de Cultura y el Plan Nacional Igualdad Cultural. Mucha, pero mucha gente paseaba por allí: se estima que pasaron por el Museo Malvinas alrededor de 60 mil personas, según cifras de la organización. Y que, para la noche, cuando cantaron Gieco y Porchetto, unas 20 mil todavía permanecían. En un stand, una señora repartía folletos de la Secretaría de Responsabilidad Social de la cartera que conduce Alicia Kirchner. Contó algo impensado para lo que el contexto sugería: se le habían acercado muchas mujeres víctimas de la violencia de género o con hijos con adicciones para informarse de los diferentes proyectos del organismo. Otra cosa curiosa es que, en medio del gentío y la conmoción popular, algunos encaraban una tarea tan introspectiva como jugar al ajedrez. Era en el marco de una propuesta del Ministerio de Cultura.

Después de que Alejandra Pastor entonara “Palomita, Palomita” (poema de Leopoldo Marechal con música de Parodi) y “Los pueblos de gesto antiguo” (Tacún Lazarte y Hamlet Lima Quintana), subió al escenario el esperado y admirado Gieco, a quien los presentes dedicaron caricias al grito de “olé, olé”. El público vibró con “La memoria”, “Canción para Carito” (aquí lo acompañó Yacaré Manso) y “El desembarco”, título que alude a la llegada de las Madres a la ex Escuela de Mecánica de la Armada. Con un color vocal completamente distinto, Porchetto alteró el clima de la noche. Entre otros temas, cantó “Sentado en el umbral de Dios”, “Hay rock and roll”, “Reina madre” y “Trenes blancos”. La presencia femenina volvió de la mano de Fabiana Cantilo, que lo acompañó en “Una vez más”. Después regresó León y todos saltaron con “Pensar en nada”, entre otros temas, incluso alguno que no era suyo. Su acústica y la eléctrica de Porchetto coincidieron en una versión –“desprolija, como le gusta a Charly”– de “El fantasma de Canterville”. La despedida fue con tres temas de Porchetto. También a dúo hicieron “Che pibe, vení votá” y “Bicentenario”, y el cierre fue con “Algo de paz”. La canción, himno durante la guerra de Malvinas, no podía calzar más justo. En ese momento subieron al escenario un grupo numeroso de ex combatientes y los artistas que conforman Arte por la paz. Estaba, también, Juan Carlos Baglietto. Antes, Gieco invitó a Antonella Semaán, pintora sin manos e integrante de Mundo Alas, a que mostrara lo que había estado pintando durante el show. Era un retrato de Lennon, nada menos.

En el escenario había obras de Adolfo Nigro, Laura Kornblihtt y Juan Carlos Romero. Al costado, Aníbal Cedrón encabezaba a un grupo de artistas plásticos que pintaron murales en vivo, sobre ocho bastidores. En una de sus intervenciones, Gieco, que lucía remera con la cara de Spinetta, lanzó al aire una frase de Gandhi: “Que la paz no sea una palabra, sino un camino”. Más temprano, Alejandra Darín y Estela de Carlotto subieron al escenario para comentar de qué se trata Arte por la paz, un proyecto que tuvo su lanzamiento en octubre de 2014. La presidenta de la Asociación Argentina de Actores sostuvo: “Queremos vivir cada vez mejor, en paz. No queremos guerras y creemos que el arte y el artista que cada uno lleva dentro son los que pueden lograr esta construcción. Este afán anida en cada uno de ustedes. Cada uno de nosotros puede hacer la paz cotidianamente, en cada acto. Se hace difícil porque estamos acostumbrados a vivir en una cultura del desamor, que a veces se manifiesta con más facilidad que el amor, pero vamos a cambiar las cosas”. A continuación, la presidenta de Abuelas leyó el manifiesto del colectivo de artistas.

* Hoy, Arte por la paz en el Museo Malvinas será transmitido por la TV Pública, al término de Fútbol para Todos, a las 21.45.

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