CULTURA › CARLOS MOORE Y LOS ESTUDIOS PARA SU LIBRO LA NEGRITUD EN AFRO AMéRICA “LATINA”
Nacido en Cuba, el escritor lleva cuarenta años estudiando el origen del racismo: sus viajes lo llevaron a compartir vivencias con Malcolm X y Fela Kuti. “Es cierto que la violencia engendra violencia, pero al mismo tiempo no soy pacifista, estoy por la resistencia.”
“El racismo no es producto de factores ideológicos, contrariamente a todo lo que ha dicho y continúa repitiendo la sociología en el mundo occidental. No ha sido creado para justificar la esclavitud africana que se extendió durante el siglo XVI ni surge de la lucha de clases, pues tampoco es un factor moderno. El germen del racismo está presente en el ser humano hace por lo menos diez mil años, junto a las primeras disputas por el territorio y la comida entre poblaciones de distinto color de piel. Necesitamos comprender la profundidad histórica que tiene el racismo y barrer con las capas y capas de mentiras sobre las que reposa. De lo contrario seguiremos estando presos de él”. Carlos Moore, el hombre que lanza la advertencia, lleva más de cuarenta años estudiando el origen del racismo. Nacido en Cuba en 1942, recibió durante su infancia las primeras marcas de la segregación racial. Lo apodaron Pichón, el término con el que se referían en la isla a los descendientes negros de jamaiquinos y haitianos, quienes eran considerados el escalafón más bajo de la sociedad. Durante la dictadura de Fulgencio Batista, sumida en la más absoluta pobreza, su familia emigró a los Estados Unidos. Allí el joven Carlos estableció contacto con el activismo negro y la lucha por los derechos civiles. Comenzó a participar de las marchas y protestas mientras leía a Frantz Fanon y escuchaba fascinado los discursos de Malcolm X. Años más tarde, en Europa, trabó amistad con el líder político estadounidense. Para ese momento, Moore había sido recibido en Francia por el poeta Aimé Césaire, ideólogo y fundador del movimiento de la negritud. Allí completó la carrera de Etnología y un doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de París. Fogoneado por Césaire y los intensos debates junto a Malcolm X, Carlos Moore iniciaría su peregrinaje alrededor del mundo apoyando la causa negra.
Para 2008, año en que publicó Pichón –su autobiografía–, Moore había vivido en más de veinte países de Africa, Europa y América, intentando encontrar en la historia de esos continentes las causas que dieron lugar al racismo en la humanidad. Su búsqueda lo llevó a conocer la violencia desatada en Egipto que precedió a la llegada de Gamal Abdel Nasser al gobierno y a convivir en la comunidad anarquista del músico y activista nigeriano Fela Kuti, creador del Afrobeat, de quien luego escribiría su biografía, titulada Fela, esta puta vida (será editado en nuestro país el año próximo). Pocos años después de publicar Pichón, ya radicado en Salvador de Bahía, comenzó a trabajar en uno de sus proyectos más ambiciosos: un libro en el que se relata la historia de las comunidades afroamericanas en los veintidós países latinoamericanos. Luego de viajar por Ecuador, Bolivia, Colombia, Brasil y las islas del Caribe, Carlos Moore se encuentra recorriendo Argentina, Chile y Uruguay e investigando lo que ha sucedido en estos países con las comunidades provenientes de Africa. Financiado por la Unesco, Moore planea publicar el libro en 2016, al que titulará La negritud en Afro América “Latina”. Piensa en este trabajo como el correlato de los siete libros que ya lleva publicados, en los que relata las conclusiones a las que fue arribando en sus investigaciones, alejándose cada vez más de la visión en torno del racismo que había conocido en la universidad y que asegura “está hecha a base de toda clase de mentiras, que sin ningún fundamento científico se han extendido a lo largo del mundo occidental”.
–¿Cuándo comenzó su proceso de toma de conciencia sobre los conflictos raciales?
–Yo volví a Cuba en 1959, convencido de que la revolución sería un campo fértil al que llevar las experiencias que había tenido en Estados Unidos dentro del movimiento negro. En ese momento yo me definía como marxista. Pero poco a poco tuve que comenzar a explicarme por qué la revolución socialista no llegaba a eliminar los problemas raciales de Cuba. Los dirigentes blancos decían que el racismo ya se había terminado, pero los dirigentes negros se oponían a eso. Nosotros también, porque lo sentíamos en las calles, en nuestras pieles todos los días. Fui detenido dos veces por “subversión racial” y me internaron en las granjas de reeducación. Yo quería demostrar que el antisemitismo, una variante del racismo, había podido coexistir con un régimen socialista como el que sobrevino a la Revolución Rusa. Y que eso también podía sucedernos a nosotros. Pero en Cuba no estaban dispuestos a aceptarlo. En 1963 tuve que exiliarme. Primero conseguí asilo en la Embajada de Guinea y desde allí viajé a Africa.
–Para usted, ¿por qué la Revolución Cubana no pudo terminar con el racismo en la isla?
–Es que el problema es mucho más profundo, lleva siglos y siglos haciéndose carne en nosotros. En todos estos años, hubo periodistas que intentaron reducirme a un problema con Cuba, y yo lo que estudio es el racismo. Por eso he decidido no hablar más de ese tema. Mi especialidad ha sido estudiar el conflicto de razas a través de la historia humana.
–¿Cómo continuó su vida luego del exilio?
–En esos primeros años se produjo un salto cualitativo en mi pensamiento, al conocer en Africa al científico senegalés Cheikh Anta Diop. El me dio las bases epistemológicas para estudiar el racismo. Luego conocí a Aimé Césaire y a Malcolm X en Francia. En ese momento Malcolm había creado su propia organización y yo le serví de intérprete. Dormíamos en la misma habitación y teníamos largas charlas. El sabía que la CIA iba a matarlo. Todo esto fue pocos meses antes de que lo asesinaran. Esos tres pensadores y Frantz Fanon fueron los que me dieron los mayores fundamentos teóricos para formular mi visión sobre los problemas sociales. Todos ellos son negros. Y no se encuentran dentro de las universidades. Mi visión se basa en que el mundo blanco se está empobreciendo constantemente al impedir que exista lo diferente en los espacios que el blanco domina. Sólo a través de la diferencia podemos evolucionar.
–¿Por qué esa diferencia se transforma en prácticas racistas?
–El racismo surge en el momento en que las minorías comienzan a dominar a las mayorías. Cuando una mayoría ataca una minoría la absorbe, entonces ahí no hay discusión, pues deja de existir la diferencia. Pero cuando una minoría vence a una mayoría, debe evitar ser absorbida y para eso establece un sistema de apartheid racial. El problema es que el racismo ha sido estudiado de manera superficial. Se repiten verdades fáciles: “El capitalismo creó el racismo para justificar la explotación”. Y ahí se acabó. Pero los datos históricos y científicos nos dicen otra cosa. Incluso en el Rig-veda, el texto más antiguo de la India, escrito 1500 años a. C., las invasiones arias ya eran descriptas como luchas raciales: pueblos que eran movilizados por el mandato de Dios, que los instaba a destruir a esas otras razas cuya piel oscura debía de ser odiada.
–¿Usted cree que la violencia es una herramienta que permite enfrentar al racismo?
–Malcolm tenía la visión de que contra el colonialismo, contra el apartheid, uno no puede utilizar sino la violencia. Eso fue lo que Fanon dijo en Los condenados de la Tierra. Así sucedió en la Revolución Cubana, la Revolución Rusa en 1917 y la china de Mao Tse Tung. Entonces yo, que soy hijo de la Revolución Cubana, efectivamente pensaba que la violencia era la única manera de terminar con un régimen opresivo. Hoy en día tengo otra visión. Creo que la violencia es algo que siempre genera otra violencia. Fíjese en Israel: aquellos que huyeron del terrorismo de los nazis llegaron a Palestina e impusieron otro terrorismo. Yo me opongo al terrorismo en todas sus formas. El racismo es una forma de terrorismo, al igual que el terrorismo de Estado, pero lo que se hace es enfocar el terrorismo individual, aislado. Es un tema complejo, porque al mismo tiempo no soy pacifista. Yo estoy por la resistencia. Pienso que los negros deben organizarse con todos los medios a su alcance, pues el racismo es una forma de violencia permanente. Martin Luther King decía que en ningún momento debía utilizarse la violencia, que el pacifismo debía ser total a pesar de que nos maten, que debíamos morir pacíficamente. Y Malcolm no estaba de acuerdo con esa idea. El decía que se defiendan. ¿Y qué ha sucedido con ellos? Los dos han sido asesinados. Los han matado tratando de erradicar sus ideas y sus palabras.
Entrevista: Diego Fernández Romeral.
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