CULTURA › PACHO O’DONNELL Y SU LIBRO 1815, LA PRIMERA DECLARACION DE INDEPENDENCIA ARGENTINA
“La reivindicación del Congreso de los Pueblos Libres no propone el desmedro del 9 de Julio, pues es notoria la complementariedad de ambos, lo que hace aún más insólito su ocultamiento por parte de la historia ‘consagrada’”, señala el historiador.
› Por Cristian Vitale
“Esa polémica no me interesa”, despeja Mario “Pacho” O`Donnell, ante la disyuntiva de si declarar feriado o no –finalmente fue no– este 29 de junio. El motivo es que se cumplen 200 años del Congreso de los Pueblos Libres que encabezó el caudillo oriental José Artigas aquel día, pero de 1815, en Concepción del Uruguay con la intención de liberar a las Provincias Unidas de la corona española –algo que finalmente ocurrió año después en Tucumán–, y que una iniciativa del diputado por el Frente Para la Victoria Julio Solanas, pretendía agregar excepcionalmente al calendario de feriados. El proyecto fue aprobado en diputados con 156 votos, incluso, pero finalmente quedó trunco en la cámara de senadores, aunque sí se logró, a instancias de un decreto presidencial, declarar 1815 como Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres. “La polémica que sí me interesa”, retoma el psicoanalista, dramaturgo e historiador, en la entrevista con Página/12, “es la que toma como bandera y pretexto la `defensa` de la declaración de 1816 en Tucumán. La reivindicación del Congreso de los Pueblos Libres no propone el desmedro del 9 de julio de 1816, pues es notoria la complementariedad de ambos, lo que hace aún más insólito su ocultamiento por parte de la historia `consagrada`”, desarrolla O `Donnell, y la prueba que presenta es un libro sobre tal hecho que, bajo el nombre de 1815, la primera declaración de independencia argentina, acaba de publicar por Editorial Aguilar.
“Al congreso de Tucumán de 1816 concurrieron las provincias andinas, Cuyo, el Noroeste y el Alto Perú, además de Buenos Aires, que había fracasado en su intención de organizar la convocatoria en su territorio. Al de Concepción del Uruguay, en tanto, fueron la Banda Oriental, las misiones, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe. Y por supuesto cabe señalar que ninguna de estas provincias asistió a Tucumán, porque ya habían cumplido con el trámite independentista, excepto Córdoba, que envió delegaciones a los dos congresos. Por eso digo que ambos son complementarios y no contrarios”, se planta el historiador sobre una posición histórica que refrenda en 250 páginas dedicadas a enmendar arbitrariedades y “omisiones” historiográficas, tal como ocurre con los libros que completan la saga, dedicados a Monteagudo, Rosas, Juana Azurduy, los caudillos federales, y el mismo Artigas, claro.
–¿Se puede pensar este libro como una continuación de la biografía sobre Artigas que publicó como parte de la colección?
–Puede decirse que es un aporte más a los tiempos previos a la organización nacional y es una consecuencia no sólo del libro sobre Artigas sino también de mis biografías de Juana Azurduy, Monteagudo, Rosas, Ramírez, Bustos, López, Heredia, y también de mis investigación sobre la Vuelta de Obligado, factor importante en su reivindicación y feriado. Pero lo propio de Artigas es que representó, como subtitulé mi biografía, la versión popular de Mayo. Ya el mismo 25 entran en colisión dos proyectos: el hacer de Mayo un simple cambio de cúpula de realistas por criollos, representado por la oligarquía porteña y sus aliados de las elites provinciales, o llevar a cabo cambios sociales y profundos para favorecer a los más humildes. Junto con los otros gobernadores de la Liga Federal en el Congreso pusieron en práctica la repartición de tierras con la norma de que “los más infelices serán los más privilegiados”, y también la toma de decisiones en base al voto popular, lo que contradecía el sistema oligárquico y elitista que permitía que los “decentes” de ambas orillas del plata conservaran y consolidaran sus privilegios económicos, políticos y sociales. Ambas acciones fueron completamente pioneras no sólo en la Argentina sino también en el mundo entero.
–Otro personaje que reivindica es Joaquín Campana. ¿Por qué cree que permanece oculto para buena parte de la historiografía argentina?
–Porque fue el líder espontáneo de la primera pueblada de nuestra historia, el 5 y 6 de abril de 1811, lejano anticipo del 17 de octubre de 1945, cuando originarios, gauchos, afro descendientes y orilleros acudieron a la Plaza de la Victoria para defender a Cornelio Saavedra, primer jefe popular de nuestra historia, de un anunciado golpe de los morenistas agrupados en la Sociedad Patriótica. La historia liberal, oligárquica, antipopular y extranjerizante, es decir nuestra historia oficial, lo expulsó de sus páginas por las mismas razones que castigó a todos aquellos que osaron representar los intereses populares en contra del privilegio. A algunos se los castigó con la muerte o el exilio, y a otros con borrarlos de la conciencia colectiva. Tal fue el caso de Campana, sí.
–¿Cuáles fueron los móviles que lo llevaron a escribir un libro sobre aquella primera declaración de la independencia en este contexto político, y cuál el “objetivo”?
–La posibilidad de ocuparse de personajes vilipendiados por la historia oficial como Artigas, Dorrego, Azurduy, Rosas y otros se ha visto estimulada por la importancia que los gobiernos Kirchner le han dado a la historia, sabiendo que es uno de los aparatos ideológicos, al decir de Althusser, más eficaces. Eso lo comprendieron primero los unitarios-liberales, vencedores de las guerras civiles, que escribieron una historia al servicio de sus intereses, deformándola en todo lo que les fuese de utilidad. La Presidenta sabe de historia revisionista, porque fue formada, como militante de la resistencia peronista, en los textos de Jauretche, Hernández Arregui, Pepe Rosa, el Colorado Ramos y otros.
–Ya que lo nombra, no sólo en este trabajo sino en otros toma mucho de José María Rosa como fuente. ¿Lo considera el historiador más significativo?
–Sin duda es mi maestro, no sólo doctrinariamente sino también en considerar a la historia como un relato que debía ser comprendido por la gente común, contradiciendo el principio de la historiografía supuestamente “científica” que escribe para el colega, para quien conoce las contraseñas necesarias para comprender tanto manierismo. Este es uno de los mecanismos por los cuales la derecha liberal se ha apropiado de nuestra historia. Por eso la tarea del revisionismo es esencialmente la desapropiación y la consiguiente visibilización de la versión nacional, popular, federal e iberoamericana.
–Que recupera, volviendo al eje central del libro, su visión sobre el Congreso de los Pueblos Libres como un hecho central para la historia argentina...
–Claro, la historia oficial ocultó durante dos siglos el hecho, por haber sido promovido por los federales artiguistas que proponían una organización confederal en contra del proyecto centralista de los mandantes porteños y sus pares del otro lado del río, quienes invocaban derechos naturales para regir al resto de las provincias. Los “Pueblos Libres” se oponían a que la capital estuviese en Buenos Aires y reclamaban el derecho de las provincias de designar sus propias autoridades y de contar con fuerzas armadas propias, también que los ingresos de la aduana rioplatense dejasen de ser exclusivos de los porteños y se repartiesen equitativamente con las provincias.
–¿Cómo se las arregló para reconstruir el hecho dada la “desaparición” de las actas de aquel congreso?
–La verdad es que eran tiempos en que los documentos no tenían la importancia de hoy. En aquellos tiempos de guerra y chasquis se perdían con mucha facilidad. Además, no es de descartar que hayan sido destruidos por los unitarios-liberales, como lo hicieron con otros como el Plan de Operaciones de Moreno. Requirió paciencia e ingenio encontrar documentación que supliera la falta y lo hallado y publicado no deja dudas del Congreso de los Pueblos Libres y de su declaración independista. De todas maneras, es necesario profundizar y extender las investigaciones.
–¿Por qué tal período histórico forma parte de sus principales preocupaciones?
–Porque no se pueden entender la historia argentina ni la actualidad si no se despejan las alteraciones a que la historia liberal ha sometido a ese período, que además es fascinante.
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