Ocho de la noche. Los últimos fríos del invierno de hacen sentir fuerte en las calles de Bernal. A tres cuadras de la estación, temporalmente cerrada por la conversión a eléctrico del tren a La Plata, un mundo de libros, piberío, colores y músicas templa el clima. La Universidad de Quilmes, hiperpoblada a esa hora, da algo más que clases: hay una radio abierta, una nutrida feria de libros y revistas que cruza el pasillo del último pabellón, una militancia ferviente, y fervientes deseos de viernes. Hay, también, una muestra que tira todo cincuenta años para atrás –casi– y algunos de sus protagonistas presentes. Daniel Ripoll, por caso. “Es la primera universidad que esta muestra visita”, informa el fundador de la legendaria revista Pelo, acerca de otras de las cosas que pasan en la UNQ: la muestra fotográfica “Así nació el rock nacional”, que seguirá toda esta semana y que tiene al organizador de los B.A.Rock como curador y principio motor. “La verdad es que el ámbito universitario me gusta mucho y me acabo de comprometer con las autoridades de esta universidad para digitalizar los 503 números de la Pelo, que abarcan más de 30 años del rock argentino, y eso va a quedar a disposición de la hemeroteca de la facultad, para todos los que quieran consultarla. Esta muestra registra apenas un pedacito de esa inmensa historia: solo 200 fotos. Es lo que pude hacer y la idea es que circule”, agrega Ripoll.

Lo que circula también alrededor de esas fotos blanco y negro dispuestas en un galpón ganado a las ruinas por la casa de estudios sureña, es un pequeño séquito de rockeros históricos. Está Willy Quiroga, bajista y cantante de Vox Dei, y hombre del terruño. Está Isa Portugheis, aquel baterista de La Pesada y de Punch. Está Julio Presas, el ex Materia Gris y La Ley, creador de la Opherra vida de Beto. Y está Edelmiro Molinari, gloria de la guitarra. “Creo que acá estamos en el programa Rock en Teleonce, en vivo, en una mañana alucinante. Ripoll se debe acordar bien”, comenta Molinari sobre una foto que esconde a Rino Rafanelli –primer baterista del trío–, pero muestra a David Lebon tocando la batería de espaldas, y al tremendo guitarrista de costado, con una barba que la llega tranquilamente al pecho, y un pelo que le traspasa la mitad de la espalda. “La verdad es que yo nunca me hice cortar el pelo por nadie, me lo corto yo. Entonces, hay veces que me lo dejo largo y otras que no”, se ríe Edelmiro. “Y ahí, en esa foto, se ve que me había dejado todo largo. Tengo la barba como la tenía cuando tocamos por última vez con Almendra, en el 2009... parezco en hombre de las cumbres en serio, loco, un nórdico, un vikingo”, sigue riendo él, apelando –de paso– a uno de los tensos temas de Color Humano.

Otra foto, también poco vista, muestra al trío en los estudios Phonalex, de la calle Santa Fe. “Acá estamos intercambiando opiniones con Peter Deantoni, con Norberto Orliac, el ingeniero de grabación, y con dos personas que no identifico bien. No me acuerdo... pasaron muchos años, sí me acuerdo de las máquinas de cuatro canales. Grabábamos en dos canales, después pasábamos a otra máquina, todo en un canal, y en el que nos sobraba uníamos las voces o la guitarra”, evoca Molinari. El resto de las fotos también tienen su historia, claro. Su peso propio. Hay de Los Gatos con o sin Pa-ppo. Sin él, en la terraza de una fábrica abandonada de fines de los sesenta. Con él, en una pileta con el Carpo arriba de un salvavidas negro. Hay de los Almendra tocando en una cancha de papi fútbol. Hay de Arco Iris, Moris, La Pesada, Pescado Rabioso, Sumo y Los Abuelos. Hay una muy sintomática de León Gieco todo vendado en una cama de hospital, y el auto partícipe de aquel terrible accidente: un Peugeot patente 075356 absolutamente destruido. Hay otra sin desperdicio del primer Pappo’s Blues (Pappo Napolitano, Black Amaya y Lebon) con los seis ojos convertidos en meras ranuras. Y varias de Vox Dei, claro.

Recuerda Quiroga: “Muchas de estas fotos no las había visto jamás. Fotos del flaco Luis y el negro Black de jovencitos, por ejemplo, y lo que ellas generan: el interés de la gente por la historia de nuestro rock. Qué importante fue hacerlo en nuestro propio idioma, porque lo que empezó con las cuatro patas de la mesa (Almendra, Los Gatos, Manal y Vox Dei) hoy se ha convertido en un movimiento multitudinario”, dice el bajista, con un vinito tinto en la mano. “Viendo las fotos de Vox Dei, específicamente, me vienen a la mente muchos momentos de esos tiempos. Por ejemplo, el hecho de que jamás pensamos que iba a ocurrir lo que ocurrió con el tiempo. Veía las fotos, me trasladaba a ese momento, y no teníamos la menor idea de lo que iba a suceder. Es más, la banda había nacido para tocar en los carnavales del 68... y mire donde llegó”, recalca Willy, que tampoco puede evitar el recuerdo de Rubén Basoalto, en vida. “Su pérdida fue un golpe muy grande para nosotros y para el movimiento. El fue y seguirá siendo un icono... mírelo ahí, tan joven”, señala.

La muestra seguirá hasta este viernes; en el medio sirvió como atracción extra para el Festival Internacional Muchas Músicas (que tuvo lugar entre el 22 y el 26 de septiembre) y ambientó la presentación del libro Rocambole: arte, diseño y cultura, que resuelve en 200 páginas toda la obra del artista que le imaginó un mundo de figuras, formas y colores a La Cofradía de la Flor Solar, y a Los Redonditos de Ricota. La cultura rock vive –que no es poco decir– en la inquieta, nacional, popular e inclusiva Universidad: una articulación imprescindible.