CULTURA › ENTREVISTA A RAANAN REIN, AUTOR DE LOS MUCHACHOS PERONISTAS JUDíOS
Doctor en historia y vicepresidente de la Universidad de Tel Aviv, descarta gracias a su trabajo de investigación la fantasía de que el primer peronismo era antisemita y demuestra que muchos judíos apoyaban el surgimiento del movimiento y su gobierno.
› Por Cristian Vitale
Muchos mitos existen acá. Por ejemplo, que Perón era nazi o que era antisemita, o que era fascista. O que era el mismísimo demonio, si es que se le destraba la lengua de más a más de un (neo)liberal. Puros mitos, claro, para la mitad más uno del pueblo argentino, pero más difícil aún de darles entidad si quien lo afirma es judío. “Claramente, Perón no era ni nazi, ni antisemita, ni fascista... nada de eso”, sentencia Raanan Rein, doctor en historia y vicepresidente de la Universidad de Tel Aviv, que acaba de publicar, a través de Sudamericana, un libro de título elocuente: Los muchachos peronistas judíos (Los argentinos judíos y el apoyo al justicialismo). “El libro logra, creo yo, mostrar que la colectividad judía estaba dividida y polarizada con respecto al peronismo al igual que la sociedad argentina en su conjunto, y que muchos judíos apoyaban el surgimiento del peronismo y su gobierno”, profundiza Rein ante Página/12, desde una computadora portátil que está volando hacia Illinois para dar su enésima conferencia sobre temas argentinos y peronistas. “Me la paso abordando estas cuestiones”, se intuye que ríe.
–Porque todo lo relacionado con el peronismo no deja de provocar controversias de distintos tipos, pero sobre todo con lo que está relacionado con su naturaleza. ¿Fue realmente fascista? Para los que dan una respuesta afirmativa, les resulta obvio que también era antisemita. Pero yo no lo catalogo como fascista y, al analizar los discursos peronistas durante los primeros dos gobiernos, me encuentro no solamente con el esfuerzo de luchar en contra del antisemitismo, sino con una nueva visión acerca de la sociedad argentina, y el lugar de los inmigrantes y sus descendientes en la misma.
Rein, también director del Centro de Estudios Internacionales y Regionales Daniel Abraham y editor de la revista Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, pobló las cuatrocientas páginas del libro basado en una minuciosa investigación historiográfica, que incluyó –en un ordenado y sistemático trabajo de fuentes– documentos inéditos hallados en archivos y repositorios de varios países, y largas entrevistas con testigos del pasado. “Este libro es el resultado de muchos años de investigación en distintos archivos en varios países, centros de documentación y hemerotecas, así como de largas entrevistas con mucha gente que tenía que ver con las relaciones entre el primer peronismo y el Estado de Israel” ratifica él, que también ha publicado obras afines como Peronismo, populismo y política: Argentina, 1943-1955; Argentina, Israel y los judíos: Encuentros y desencuentros, mitos y realidades; Juan Atilio Bramuglia. Bajo la sombra del Líder: la segunda línea del liderazgo peronista y El retorno de Perón y el peronismo en la visión de la prensa nacional y extranjera (1972-1974), entre ellas. “Muchos de mis libros se dedica a analizar políticas internacionales y domésticas del primer peronismo, así como la imagen nacional e internacional del mismo, y el rol jugado por distintos dirigentes peronistas. Sin embargo, en éste, además de material documental inédito, ofrezco también un nuevo marco interpretativo con respecto al desafío que representaba el primer peronismo para el concepto tradicional de crisol de razas, y de qué manera sus políticas hacia distintos colectivos de inmigrantes (judíos, árabes, japoneses u otros) reflejaban esta nueva visión. La razón principal que me llevó a escribir Los muchachos judíos peronistas tiene que ver con la enorme brecha que existe entre los hechos y la memoria colectiva de varios grupos, con respecto a la actitud del peronismo hacia los judíos y hacia el recién establecido estado de Israel.”
–Sí. Siempre me sorprende el gran número de argentinos que está convencido que los primeros dos gobiernos peronistas se caracterizaban por su antisemitismo, y que casi todos los argentinos judíos se opusieron al peronismo de los años ‘40 y ‘50. Estos mitos no tienen fundamento en los hechos, pero son pocos los argentinos que quieren que yo desafíe esa visión maniquea con respecto a la sociedad y al sistema político argentino. En parte, porque tal visión les sirve para fines políticos actuales. Para algunos, el peronismo en sus distintas facetas y etapas ha sido fascista y antisemita, y un libro como el mío no encaja para nada con esta visión. La verdad es que existen muchos mitos sobre la historia del peronismo.
–Porque sindicalistas como Rafael Koga, David Diskin o Angel Perlman, intelectuales de la talla de César Tiempo, hombres de negocios, algunos agrupados en la Confederación General Económica, el mismo José Bel Gelbard, y muchos otros dieron su apoyo al peronismo. Poca gente sabe que el mismo presidente de la DAIA, Ricardo Dubrowski, se afilió al partido peronista. Muchos argentinosjudíos contribuían a la movilización de apoyo para el peronismo y su consolidación en el poder, así como en la elaboración de distintas políticas del mismo. Por otro parte, durante la década peronista se registraron probablemente menos incidentes antisemitas que en cualquier otra década del siglo XX, y se pronunciaron muchos discursos en contra del antisemitismo. Además, las relaciones entre la Argentina y el Estado de Israel en esos años fueron excelentes.
–El concepto de populismo sigue siendo útil para analizar distintos aspectos de peronismo, entre otras razones, para poder mirarlo desde una perspectiva comparativa. Lamentablemente, en la política contemporánea se nota un uso frecuente del concepto con connotaciones peyorativas, atribuidas tanto por políticos de derecha como de izquierda a sus rivales, intentando increparles que sus medidas están guiadas por criterios de popularidad a corto plazo y no por “el bien de la Nación” o los “intereses del Estado”. En mis trabajos he elaborado criterios para detectar y catalogar los movimientos populistas como tales. Desde el carácter policlasista del movimiento, el liderazgo carismático, el esfuerzo de redistribuir la riqueza a favor de los sectores más necesitados, la idea de nacionalismo y estatismo y hasta la rehabilitación de la cultura popular, y la polarización permanente de la sociedad.
–En Israel, a diferencia de lo que pasaba en otros países, los medios de comunicación pintaron un cuadro más complejo y menos simplista del peronismo, y en varios diarios hebreos se mostraba un claro aprecio al contenido social del justicialismo y un agradecimiento al apoyo al Estado de Israel brindado por el gobierno argentino, en aquella época.
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