CULTURA › LA SITUACION DE LA BIBLIOTECA NACIONAL, QUE PERMANECE ACEFALA
Lo dice Diego Martínez, de ATE. El escritor Alberto Manguel recién asumirá su cargo en julio, pero ya toma decisiones, aunque no está designado oficialmente. Estuvo cinco días en Buenos Aires y no se hizo cargo de los inminentes despidos masivos en la BN.
› Por Silvina Friera
“¿Por qué la visita de cinco días de Alberto Manguel a Buenos Aires no tuvo cobertura alguna? –se pregunta un trabajador anónimo que en la tarde del jueves pasado hizo circular un correo electrónico titulado ‘Crónica de una visita no anunciada’–. Ninguna designación de director de la BN fue tan ruidosa como la suya, en primeras planas. Parecía que Borges había resucitado y volvía de las sombras solo para dirigir la Biblioteca Nacional. La Nación llegó a ponerlo en portada junto a Yoko Ono como el evento cultural del año. Es entendible que la designación de Manguel fuera saludada por los medios como una ocurrencia genial. No tenía pasado en la Argentina que achacarle. Casi toda su vida transcurrió en el extranjero. Tiene nacionalidad canadiense, de hecho. Múltiples premios. Sus libros son asépticos, y lo más importante de todo... Fue tocado por Borges. Es decir, tiene su aura. Pero el jueves 11 de febrero Manguel estuvo en la Biblioteca Nacional, y se quedó en Buenos Aires hasta el lunes 15, y no hubo ni una línea en medios que lo dijera. Los empleados de la Biblioteca lo sabían un par de semanas antes, así que es imposible que no se difundiera. ¿Qué pasó?” Lo que se viene, alertan los consultados por este diario, es el despido masivo de 400 a 500 trabajadores, el 50 por ciento del personal de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Pero hay algo mucho más irregular: el escritor no asumirá su cargo hasta julio y aunque firma “cartitas” y toma decisiones como director todavía no ha sido oficialmente designado.
“A” trabaja en la BN desde hace más de 17 años y está en el escalafón de precarizados por la resolución 948 por la cual dispone de los derechos del personal de planta pero no tiene estabilidad laboral. “A” confirma a Página/12 que la crónica está escrita “con mucho conocimiento” porque el autor está al tanto de la gente que se entrevistó con Manguel, directores de áreas y jefes. “La sensación generalizada es que cuando llegó el momento de hablar del tema que nos tiene hace tres meses en ascuas que es el de los despidos, porque en la Biblioteca todavía no hubo ningún despido, el señor dijo que él no tenía responsabilidad, que eso es una determinación del ministerio de Cultura. Entonces los gremios se levantaron y se fueron –explica ‘A’–. En el Ministerio de Modernización hay un listado con la cantidad de gente que va a pasar a disponibilidad en los distintos ministerios. El ministerio que más despidos va a tener es Cultura: figuran 1400, de los cuales echaron a 494 y reincorporaron a 80.”
“A”, como muchos otros empleados, está angustiado por el futuro. “Manguel tiene un doble discurso: públicamente sale a hablar bien de las publicaciones de la Biblioteca, como lo hizo también Pablo Avelluto, pero hacia adentro dice que no hay que hacer más publicaciones en papel, que hay que hacer ediciones digitales. No quiere más papel. ‘Si tenemos que publicar algo, lo publicaremos en convenios con Eudeba’, dice Manguel. Debe pensar que Eudeba es la de la época de Boris Spivacow”, ironiza. “Si al departamento de publicaciones le decís ahora que va a hacer sólo ediciones digitales, la mitad de la gente de publicaciones te sobra; es muy fácil fabricar ñoquis: simplemente desactivás un programa y automáticamente esos trabajadores pasan a ser ñoquis porque no tienen más función que cumplir.”
“El mensaje es intervenir en cada una de las actividades que se hagan, dificultar el otorgamiento de salas porque si todo lo va a contestar por mail, imaginate lo que va a demorar –revela ‘A’–. Ni siquiera recorrió toda la Biblioteca. Dejó una cartita, que hizo pegar en los ascensores, excusándose con el personal porque va a volver en otra oportunidad con más tiempo para conocernos a todos. Ni siquiera lo vi. Lo trajo la gente del Ministerio de Cultura, vino acompañado por Romina Russo, una empleada de Cultura que trabajaba en el CePIA (Centro de Producción e Investigación Audiovisual), que lo desactivó la novia de Avelluto (Carolina Azzi), y que hizo de secretaria de Manguel.” Ahora cunde otro temor entre los empleados. La subdirectora, Elsa Barber, se fue de vacaciones. Muchos sospechan que en estos días se efectivizarán los despidos masivos. “Estamos en estado de alerta y movilización permanente porque no sabemos si mañana llegamos a la Biblioteca y nos echaron”, resume “A” y agrega una hipótesis que complica aún más el panorama. “Si los despidos ocurren de acá a la Feria y Manguel va a abrir la Feria del Libro, es imposible que no haya quilombo en la Rural... Si echan a 100, a 200 o a 500, vamos a protestar a la feria. Así que no sé si va a poder dar tan cómodamente su discurso.” Cuando asumió Francisco Delich como director de la BN en 2000, durante la presidencia de Fernando de la Rúa, la biblioteca estuvo con una olla popular durante seis meses. “Delich impuso una política de terror policial y la gestión casi no existió: la biblioteca estuvo paralizada”, recuerda “A”.
Los ascensores “hablan” y algunos intentan esbozar una sonrisa para eclipsar tantos malos tragos. “A todo el personal de la Biblioteca Nacional: Les pido disculpas por no disponer de tiempo en esta primera visita de unos cortos cuatro días para recorrer la biblioteca y conocerlos a todos personalmente. Sin embargo, vuelvo en el mes de abril para abrir la Feria del Libro, y reservaré un día nada más para conocerlos. Espero que me perdonen esta inevitable demora.” Podrán imaginar los lectores quién firma esta cartita: Alberto Manguel, director de la Biblioteca Nacional.
Diego Martínez, delegado general adjunto de la junta interna ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) con 17 años de trabajo en la BN en el Departamento de Asuntos Jurídicos, estuvo en la reunión con Manguel. “Nos estigmatizaron con una campaña infernal a todos los trabajadores del Estado y el primer ñoqui es Manguel, un funcionario que no tiene designación, que viene y toma entrevistas a parte de los responsables de la Biblioteca y se va. El primer planteo que le hicimos es que nos interesaba que se pronunciara acerca de la información que tenemos sobre los despidos. El dijo que sobre eso no se podía expedir, que entendía nuestra preocupación, pero que no tenía injerencia sobre los despidos. La impresión que me dio es que esta es una actitud transversal del Gobierno, que está poniendo funcionarios que no resuelven el problema central que son los despidos y empiezan a gestionar sin nombramientos. Manguel frenó todo lo actuado y lo que estaba en curso: desde conferencias hasta muestras o actividades culturales en general.”
–¿Fue una reunión ríspida?
–Fue una reunión formal con planteos rígidos de ambas partes: él dice que no puede resolver el tema despidos y nosotros planteamos que si no resuelve ni opina no tenemos nada más que conversar. Avelluto había anticipado en alguna declaración que habría despidos en los organismos descentralizados de Cultura, que son Biblioteca Nacional, el Teatro Cervantes y el Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales). Inclusive hay cifras: se está hablando entre 400 y 500 despidos en la Biblioteca, más del 50 por ciento de los trabajadores sobre un total de casi 1000 empleados. Es una bestialidad. Mi opinión a título personal es que se está tomando como simbólico determinados lugares para pasar la guadaña de una manera escalofriante. Como trabajadores, hemos acompañado la gestión de Horacio González porque entendemos que fue la mejor gestión que hemos tenido como institución y que también fue beneficiosa para los trabajadores. Vienen con un nivel de revanchismo muy marcado. La semana que viene estarían por materializarse los telegramas de despidos.
“B” es empleado de la BN desde hace veinte años y define la situación en el edificio de la avenida Las Heras y Agüero como “muy tensa”. “Manguel es un ser ingenuo, muy ambicioso y vanidoso, que no sé hasta qué punto es consciente de que está siendo usado para implementar un plan de ajuste brutal”, plantea. “Es la primera persona que no asume en el acto el cargo de director y la biblioteca está acéfala. No hay antecedentes en el mundo. Creemos que él va a aterrizar en julio, después del ajuste, y nos parece inadmisible.” La prueba inquietante de esta acefalía la descubrió Página/12 al ingresar a www.bn.gov.ar. Al clickear la ventana “autoridades” aparece lo siguiente: “Dirección” a secas (no figura Manguel, curioso desliz informático) y a continuación el respectivo correo electrónico; “Subdirectora” Elsa Barber y su mail y después más nombres de directores de distintas áreas. Manguel brilla por su ausencia y los rumores crecen. Uno es demasiado inquietante: que habría un expediente iniciado en el Ministerio de Cultura para nombrar a Barber como directora interina, que estaría en este momento en la Secretaría Legal y Técnica de la presidencia de la Nación. El otro trámite, iniciado el pasado 11 de febrero, sería nombrar a Manguel como una especie de “consultor”.
Martínez comenta que una irregularidad similar a la de Manguel es el caso del historiador Federico Lorenz, que fue anunciado como director del Museo Malvinas. “Lorenz no tiene designación. Nosotros le pedimos que se pronuncie acerca de los 12 trabajadores despedidos, que representan el 25 por ciento de la planta, y no dice nada. Está ejerciendo su función sin nombramiento alguno.”
–¿Por qué el ministro de Cultura no formaliza las designaciones de Manguel y Lorenz?
–Nosotros creemos que quieren hacer este ajuste indiscriminado sin que esos funcionarios paguen el costo político; es una manera de tirarles un manto de protección al no designarlos.
Sólo tres minutos duró la reunión que tuvo Federico Demahieu de UPCN (Unión del Personal Civil de la Nación). “Manguel dijo que él no cumplía funciones hasta julio y que las decisiones que se tomen de acá hasta que asuma no dependen de él. Como no pudo dar una respuesta política, nos levantamos y nos fuimos porque no había otro tema para hablar.”
–Mire que si hay despidos, cuando usted llegue a la Biblioteca va a estar tomada –le advirtió uno de los delegados gremiales.
–En mis épocas de estudiante en el Nacional siempre estuve con las tomas –respondió el escritor.
Quien reconstruye este diálogo advierte que la respuesta generó un malestar mayor porque “no se hace cargo de los trabajadores” y encima “se burla de la situación”. Pero lo más grave, añade el empleado “B”, es la acusación que ya está circulando contra Manguel por “usurpación de autoridad, títulos u honores”, contemplado en el artículo 246 del Código Penal. “Será reprimido con prisión de un mes a un año de inhabilitación especial por doble tiempo: el que asumiere o ejerciere funciones públicas, sin título o nombramiento expedido por autoridad competente”. Diego Aníbal, secretario gremial de la junta interna de ATE en la BN que trabaja hace 18 años en Mantenimiento, Infraestructura y Servicios como calderista, cuenta que Manguel –al igual que Barber– no se hace cargo de nada en cuanto a decisiones políticas. “Manguel no está nombrado en ningún boletín oficial, él mismo no quiere tener esa responsabilidad hasta que alguien no le resuelva lo político.”
–¿Qué significa “resolver lo político”?
–Que la gente acepte pasivamente que tienen que dejar sus puestos de trabajo. Manguel piensa en una biblioteca para investigadores como lo era la Biblioteca Nacional antes del período de Elvio Vitali y Horacio González. Lo que buscan es una biblioteca que sólo esté abierta de lunes a viernes, en un horario que no exceda las ocho o las nueve de la noche, cuando ahora la biblioteca se abre de lunes a viernes de 8 de la mañana hasta las 12 de la noche, y sábados y domingos de 12 a 19 horas. No quiere que se hagan más todas las actividades culturales, recitales, conferencias, presentaciones de libros. Tampoco quiere las publicaciones que hizo la biblioteca en estos últimos diez años, considera que no se tiene que imprimir más en papel. Aparte empezó a preguntar cuánto era la rentabilidad de lo que se había vendido. Nunca se había planteado si era rentable imprimir colecciones como “Los raros”. Manguel viene a desbaratar todo.
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