Lun 13.06.2016
espectaculos

CULTURA › ALEJANDRO MARMO Y EL CENTRO CULTURAL ARTE EN LAS FáBRICAS

“Una estética de la esperanza”

El espacio que fundó, en Pilar, está cerca de un parque industrial y dialoga cotidianamente con el universo del trabajo. Las esculturas que allí se elaboran resultan de material de descarte y rezago fabril. Hay espectáculos y se brindan talleres.

› Por María Daniela Yaccar

El centro cultural que inauguró recientemente Alejandro Marmo tiene características muy particulares. La más particular, de la que se desprenden todas las demás, es la locación: está ubicado en Pilar, a tan sólo 500 metros del parque industrial más grande de Latinoamérica, donde están radicadas más de 190 compañías. Este dato no lo dice todo pero dice mucho. Arte en las Fábricas, como se llama el espacio, dialoga cotidianamente con el universo del trabajo. Discute –o se complementa– con el humo, la frialdad y la racionalidad, y no sólo eso. También se apropia de los residuos. Porque de ellos surgirá el arte y a través de ellos se expresará la memoria colectiva, ya que las esculturas que allí se elaboren resultarán de material de descarte y rezago fabril.

En la intersección de Quirno Costa y Río Grande, a metros de la colectora de Panamericana, cultura y trabajo son la misma cosa. La primera imagen que entrega el espacio lo grafica: obreros trabajando. El centro cultural inauguró en plena obra, el 1º de mayo, como no podría ser de otra manera. Los montículos de arena, los ruidos de la construcción, los hombres trepados a futuras edificaciones forman parte de la noción de cultura que el centro se propone expresar y fomentar. Allí, al aire libre, en la entrada y en plena tarea, están los albañiles. Y allí se erige en lo alto una imponente estrella de acero inoxidable elaborada por Marmo, que integra la serie “Galaxia” y que indica que ese lugar –hasta hace no mucho un baldío– es más que una obra en construcción.

Un container intervenido, una virgen, caballos de polo y un mapa de la Argentina hechos con aquello que las fábricas expulsan completan el paisaje. Marmo piensa instalar su taller en este centro cultural, que se evidencia como la síntesis de un camino. Camino que comenzó a mediados de los noventa, cuando el Conurbano bonaerense era “un cementerio de fábricas y de gente despedida” y el artista decidió “generar una metáfora de la angustia social” mediante esculturas, muchas realizadas con trabajadores e instaladas en el espacio público. En el medio pasó de todo, como el célebre mural de Evita en la 9 de Julio o las bendiciones del Papa Francisco al Cristo Obrero y la Virgen de Luján, que están en los jardines de los Museos Vaticanos.

“Este centro cultural me parece inspirador para reinventarme y vincularme con mi lugar en el mundo. Con los talleres, el laburante, los materiales. Es buscar nuevamente en los orígenes. Esto me llevó a Japón… pero estoy dando la vuelta, para poder tener la inspiración que tenía a los 20 años, cuando recorría las fábricas deshechas del Conurbano”, se define Marmo, en medio del ruido.

Invita a un salón frío. En las paredes hay fotografías de distintos autores del proceso de construcción del centro cultural, que busca incluir a todos: especialmente al obrero, pero también al empresario, a los habitantes del country de al lado y a artistas emergentes. “Todos somos trabajadores. Yo me siento trabajador”, aclara Marmo. Y continúa: “El trabajador necesita expresarse porque tiene ocho, diez horas de su vida aplacadas en una línea, sin ninguna clase de curva. Suele creer que no puede ser partícipe de la cultura, de algo que tenga que ver con la belleza y la sensibilidad. Acá puede entrar y expresarse. O cuando pasa por el mural de Evita puede decir: ‘yo ajusté una tuerca para sostener el rodete’. Eso es el arte para mí”, define el escultor. Su búsqueda puede resumirse como “una estética de la esperanza”.

El comienzo de su carrera parece de cuento. Nació en Caseros y es hijo de inmigrantes. Su padre era un herrero italiano. “Me dejó un mundo armado. Fue tan de repente su muerte que entendí que tenía que hacer algo con eso que había quedado. ¡Una herrería entera! Nunca trabajé de herrero, nunca se me ocurrió. Concretamente, nunca me gustó demasiado el laburo. Tenía una pelea con él. Los inmigrantes te impregnan de cultura del trabajo: los había visto laburar tanto y la vida se les había ido tan rápido… no quise cometer ese error”, relata. A sus “veintipico” el galpón permanecía todavía intacto y él experimentaba una “angustia galopante”. “En los noventa era imposible tener un futuro. Surgió la posibilidad de transformar todo eso oxidado que tenía en mi casa en algo poético, una construcción para salvar mi espíritu atormentado. Empecé, sin permiso, a instalar esculturas en focos de crisis”, narra.

En la actualidad el artista se propone crear, junto a un equipo de trabajo, la Primera Bienal de Arte Moderno en un Parque Industrial. Arte en las Fábricas toma su nombre de aquella iniciativa que impulsó en el menemismo, pero el espíritu es otro. “El rock era mi proyecto. Me nutrió la rebeldía de expresar un descontento con el sistema. Aunque hoy creo que me motiva más el hecho de componerlo, no de rebelarme. El desafío es encontrar un canal de expresión que favorezca la unión en la sociedad. Enojarse es fácil”, sugiere. Y agrega: “Hacer una escultura con trabajadores es unir historias mínimas en un testimonio que queda en la historia. Es tan simple como profundo. La gente que participa tiene muchos inconvenientes para pertenecer al lenguaje del prestigio. Los chicos que me ayudaron en el Vaticano son de Villa Soldati y Dock Sud… es imposible que el que participa vuelva a ser el mismo”.

La oferta del centro cultural –que es de gestión privada, autogestionado– abarca, por el momento, talleres de mosaico, el espectáculo Tango en obra (los sábados a las 15), un taller dictado por Marmo y uno de fotografía. Recientemente quedó inaugurada, en el kilómetro 50 de la Panamericana, una réplica del mural de hierro del padre Mugica que está en la 9 de julio y que fue realizada en Arte en las Fábricas, con la participación de vecinos. En el salón cerrado se desarrollarán muestras, charlas, eventos, presentaciones de libros y productos. Un colectivo fuera de servicio se convertirá en un multiespacio para el desarrollo de actividades y un tractor cultural circulará por el distrito con el fin de acercar a la comunidad propuestas artísticas. Arte en las Fábricas está abierto de lunes a sábados, de 9 a 18.

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