HISTORIETA › UNA NUEVA EDICIóN DE FIERRO, MAñANA CON PáGINA/12
La dupla integrada por Max Aguirre y Sebastián Dufour anticipa el tercer episodio de Tango Cruzado, una de las perlas del número de mayo de la revista que dirige Juan Sasturain, sobre Carlos Gardel y el mundo de las grandes orquestas.
› Por Lautaro Ortiz
La nueva tapa de Fierro –escena de baile tanguero en primer plano y con orquesta de fondo, dibujada especialmente por Juan Soto– prefigura gran parte del material que contiene la revista de historietas, dirigida por Juan Sasturain, que saldrá mañana junto a Página/12. Al igual que en una milonga porteña, la edición 31, que corresponde a mayo, podría dividirse en tandas que comienzan con las ya clásicas series de Continuará...: Fly Blues (Zárate-Sampayo); Rat Line de Minaverry, Vitamina Potencia (Reggiani-Mosquito) y Segundo Círculo (Rodrigo Luján), mientras que las pausas –cuando la música se detiene para dar paso a la sonrisa– las aportan el brasileño Adao Iturrusgarai, Diego Parés y Lucas Nine.
Pero esta metáfora tanguera tiene un motivo puntual y es la publicación del tercer episodio de Tango Cruzado, la historieta que realiza la dupla integrada por Max Aguirre y Sebastián Dufour (ambos dibujantes nacidos en 1971, aunque el primero haya optado en este caso por ser el guionista), y que transita el nebuloso mundo de las grandes orquestas y sus cantores, los bares y barrios que dan forma al mito del tango, teniendo a Carlos Gardel y su derrotero como motor de la historia. “Ese tiempo, mucho más épico y mágico”, dice Aguirre (autor del reciente libro, editado por Sudamericana, Jim, Jam y el otro) mientras espera –bajo el cono azul del Club Eros de la calle Uriarte– la llegada de su compañero, uno de los nuevos talentos que tiene Fierro y poseedor de un estilo acaso irrepetible de sombras que entran y salen de foco.
“Esa época tenía magia, tal vez ahí está el asunto de por qué nos metimos a hacer esta historieta. Había más sugestión, más misterio, se sabía menos, se conocía más, no todo estaba siendo registrado por una cámara constantemente, la imaginación completaba datos”, agrega Aguirre. Y explica: “Tango Cruzado, más que un cruce con el tango es con un tiempo en donde no existía este clima de epílogo de lo que no fue que marca los tiempos actuales. Refleja la nostalgia de lo que no nos tocó vivir”.
–Ya desde el título, la historieta está plagada de guiños para los amantes del tango...
M. A.: –Sí, la historia está plagada de citas que, para lo gustosos del género, sin duda es un extra. Pero esos guiños no son fundamentales para poder entender lo que pasa; no es necesario para entender la trama saber que Roberto Firpo era amigo de Gardel y que solían compartir escenario en un local nocturno de Montevideo llamado La Giralda; no hace falta saber que el segundo capítulo de nuestra historia sucede el día en que murió Gardel y que los flashbacks de esa misma entrega, a su vez, suceden la noche en que se cumplía un año del estreno de “La Cumparsita” en dicho reducto montevideano. La acción sucede y ya. Es cierto que cargar la historia de esa información fortalece la fantasía que relatamos. En el capítulo que sale mañana hay referencias a un incidente que realmente tuvo Gardel en el Palais de Glace en donde, al igual que en la historieta, lo balean. Construimos el chalecito de nuestra trama mezclando ladrillitos mentirosos con fidedignos, espero que guste al lector porque a mí como lector siempre me ha gustado encontrarme con esas cosas.
–¿Y la idea de meterse con el tango cómo surge?
M. A.: –Sebastián tenía ganas de dibujar algo así como una película de Bruce Lee protagonizada por tangueros y a mí esa idea me disparó la imagen de dos orquestas enfrentadas. Enfrentarse en cierto punto es cruzarse, hasta hay un dicho muy porteño: “Me crucé mal con un tipo” ¿no? Luego recurrí a mi bagaje tanguero y, sospechando que poca gente sabría que en realidad “tango cruzado” era la manera en que se denominaba allá por los ’30 y ’40 a bailar tango con cortes, quebradas y ochos, a diferencia del “tango sencillo” que era caminando, opté por ese título.
–¿Cómo se enfrentaron el desafío de retomar una figura como Gardel, teniendo en cuenta que maestros del dibujo como José Muñoz o Alberto Breccia han jugado con su imagen?
M. A.: –El Gardel que recreamos con Dufour es un ser extraño, un caminante de los límites entre lo humano y lo supra humano, no es ni el Gardel misterioso y desfigurado que proponen Jorge Zentner y Rubén Pellejero como personaje en su Dieter Lumpen, ni es el Gardel minucioso y certero de los geniales e incomparables José Muñoz y Carlos Sampayo. Tomamos a Gardel-mito y le damos más crédito al mito que al real, porque de esa materia intentamos que se componga nuestra pequeña farsa historietera, si te fijás el primer capítulo sucede durante los bailes de Carnaval y allí todos marchan disfrazados, conversa un oso con un gitano sobre turismo carretera; ésa es la búsqueda del relato, como una película de Fellini con iluminación de expresionismo alemán. Ese es el Gardel que componemos como pieza de engranaje.
S. D.: –Claro que es un desafío, eso es lo interesante. Pero, confiamos plenamente en lo que hacemos y así encaramos este laburo. La prioridad es hacer lo que nos divierte sintiéndonos cómodos. Confieso no estar demasiado al tanto de lo que se ha hecho en materia de tango en historieta. Tampoco hubo un plan premeditado ni nada parecido al sugerirle a Max la temática. Simplemente elegimos algo que nos gustara contar a los dos, y que fuera visualmente interesante por mi lado. Es muy placentero dibujar ese clima barrial, con los sombreros, trajes y personajes camorreros tan típicos de esa época. Todo eso exige documentación, en algunos casos es puntual y necesaria, digamos para un edificio concreto, tal auto antiguo, unas fotos de Gardel o algo así, pero desde el dibujo, tampoco me interesa la veracidad extrema, con una simple referencia me basta para seguir adelante. No creo ser un tanguero de ley, no, no. Soy un dibujante que en este caso dibuja una historieta sobre tangueros de ley.
–En el caso de Aguirre, que también es dibujante, ¿cómo se evita no tentarse y hacerse cargo de esta historia en vez de darle la responsabilidad a Dufour?
M. A.: –¿Vos viste lo que dibuja el tipo? ¡Es una bestia! Entonces si se presenta la oportunidad de ver cómo narra Dufour lo que escribo, no puedo dejarla pasar, es como tocar con Miles Davis. Además a todo ese placer técnico y profesional, sumale casi 15 años de amistad.
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