HISTORIETA › ENTREVISTA A DANIEL GONZALEZ, QUE DEBUTA POR SEGUNDA VEZ EN FIERRO
En “Taxi libre”, un tachero recorre las calles de Montevideo en busca de historias. Es el trabajo del uruguayo, con guión de Elvio Gandolfo, incluido en el número de la revista que aparecerá mañana.
› Por Lautaro Ortiz
“La revista Fierro es un referente en Uruguay, sobre todo para los jóvenes. Publicar en Fierro es el equivalente a hacerlo en Europa.” Lo dice el uruguayo Daniel González, dibujante desconocido para los lectores de esta nueva etapa de la revista, quien será el encargado de abrir la edición 37ª de la Fierro (saldrá mañana junto a este diario) con la historieta “Taxi libre” escrita por el narrador, poeta y guionista Elvio Gandolfo. La apuesta no es azarosa. El uruguayo, que tiene a Francisco Solano López como espejo, desembarca en esta orilla haciéndose cargo de la mejor tradición del género: el realismo al servicio de la aventura. Gandolfo lo explica mejor: “Lo que impresiona de González es que sea ese producto raro: dibujante de historietas a secas, realista, con sentido del montaje, del relato. Explicar a qué me refiero me llevaría páginas, pero meto ahí a Pratt, a Arancio, a Bre-ccia, a Solano López, a Comés y a Raymond (el de Rip Kirby)”.
La incorporación de esta nueva serie –un tachero que en lugar de buscar pasajeros encuentra historias en las noches de Montevideo– forma parte del giro anunciado por Juan Sasturain que implementará la Fierro luego de tres años de edición ininterrumpida: fortalecer el relato y apelar a la construcción de personajes con los cuales el lector pueda identificarse. A “Taxi libre” la acompañan en esta nueva edición “El Feo”, serie policial en clave tanguera (Hechtenkopf-Saracino) y el dibujante Esteban Podetti, que esta vez se pone el traje de columnista a cargo de una sección llamada “El Cartoonero”, suerte de crítica humorista sobre el género.
Nacido bajo el signo de Piscis (“cuando John Kennedy era, por ocho meses más, presidente de Estados Unidos”, aclara el dibujante), Daniel González se sienta en una de las mesas del mítico bar montevideano San Rafael y, mientras espera a Gandolfo, cuenta que la idea de “Taxi libre” comenzó en 1988. “Iba haciendo bocetos, pensando en imágenes que pudieran inspirarme en futuras historias”, dice. “Así surgió la de un taxista típico de Montevideo en los años ’60 y ’70, que deambula en un entorno sórdido, fantasmagórico, en una ciudad que es reconocida por los mismos habitantes como gris. Pensé en un taxista del turno de la noche e imaginé que podrían pasarle hechos insólitos, casos extraños. Los barrios de Montevideo están plagados de historias y leyendas fantásticas. Luego Gandolfo se entusiasmó con la idea. La primera historia salió en La República, en formato de tira, cuando el diario se lanzaba al mercado. A pesar de un arreglo económico no convincente, el trabajo se publicó el 3 de mayo de ese año. El primer capítulo tenía 33 tiras y el segundo, más de 60. Hubo un tercero, bastante más corto y menos fantástico, pero con más humor. Aunque estábamos cansados por la mala remuneración del trabajo...”
Gandolfo entra al bar a las apuradas e interviene en la charla. “Lo primero que hicimos con Daniel fue una adaptación de ‘El almohadón de plumas’, de Quiroga, para un Dedo de historieta, que salió hace muchos años”, recuerda. “Después, un par de páginas para una revista uruguaya ‘de destape’ (sic) y luego vino la tira diaria “Taxi libre”. También publicamos un capítulo de ocho páginas sobre un ex combatiente de Argelia que hace investigaciones por las suyas, editada en la primera Fierro. Ahora tenemos ganas de seguir con Negrier, el franchute de Argelia; con la guerra de Afganistán y con otras ideas. Seguramente con un estilo distinto en cada una.”
–Gráficamente, “Taxi libre” se acerca mucho al Solano López de “Evaristo”.
–Es que en aquella época estaba profundamente inspirado por Solano López y copié su estilo. No me gustaba como dibujante, veía errores de anatomía y de perspectiva, sin embargo su trazo me transmitía mucho clima, sobre todo con “Evaristo”, que a mi entender es su mejor obra. Me refiero específicamente al aspecto técnico, al trazo, porque sin dudas que “El Eternauta” es la mejor historieta que jamás leí. En aquellos tiempos aún buscaba un padre artístico y Solano López fue el elegido.
Antes de disculparse por falta de tiempo y abandonar definitivamente el bar, Gandolfo interviene y arrastra la conversación hacia otro lado: “Otra capacidad que posee González es la de cambiar siempre de estilo. Hay una adaptación de un gran relato llamado ‘El combate de la tapera’, de Acevedo Díaz (un equivalente yorugua de ‘El matadero’) que no se puede creer, planteada en algo cercano a un cruce entre Enrique Breccia y los mejores grabadores mexicanos”.
–Es cierto, González, en su obra hay una versatilidad de estilos asombrosa...
–Un colega mío, Roberto Poy, me catalogó alguna vez como “dibujante camaleónico”, un mote que resume mi esporádica trayectoria. En general no he tenido un estilo definido, nunca quise someterme a un estilo único. Prefiero ser dominado por las historias, que sean ellas las que me sugieran los pasos a seguir. En “Taxi libre” quería plasmar un estilo realista que me permitiera abordar ese clima del Montevideo empobrecido y triste, con las veredas rotas y sus casas centenarias, con el largo invierno, húmedo y lluvioso, que permitiera comulgar con la fantasía que se iba a vivir en la narración. Era fundamental que el lector se sintiera identificado con cada esquina, con cada baldosa, con cada árbol de la ciudad, con el personaje mismo, que es un tipo de barrio, obrero... El antihéroe total desde el punto de vista de la historieta.
–Habla de la serie como si hubiese envejecido, pero leída hoy, “Taxi libre” tiene la fuerza de las grandes historietas inmunizadas al paso del tiempo.
–Es que luego de tantos años, la primera impresión fue de cosa superada. Pero luego me sucedió eso que menciona usted: no envejeció, sino que el tiempo se detuvo. En realidad, mi intención fue redibujarla, llevarla a un estilo distinto, más acorde con mi necesidad artística actual. Pero caí en la cuenta de que no debía hacerlo, porque aunque aquellos trazos puedan parecerme viejos, olvidados, en definitiva es como los trolebuses que ya no transitan Montevideo, como el propio taxi, como el propio guión, en cierta medida ingenuo. Para Fierro tuve que adaptar totalmente las tiras, no rehice ninguna, sólo recorté algunos planos y retoqué otros.
–Ahora sale el primero de dos capítulos de “Taxi libre”. ¿Cómo seguirá el trabajo de ambos en Fierro?
–Vamos a continuar con Elvio la saga de Negrier, el mismo personaje que salió en Fierro hace veinte años. Es un policial ambientado en la Francia de los ’60, sucumbiendo un poco ante la tradición de la vieja serie negra francesa. Pero esta vez será a color.
–¿Cómo es la realidad de la historieta en Uruguay? ¿Qué repercusiones tuvo Fierro entre los lectores uruguayos?
–Si bien el renacimiento de Fierro fue poco difundido en Uruguay, la revista se pasa de mano en mano. Ante la falta de revistas y proyectos editoriales, hoy la mayoría de los dibujantes de historieta uruguayos miran hacia otros lados, buscando referentes en el norte de América o en el lejano oriente, o bien se inclinan hacia estilos más plásticos. Claro que hubo intentos de revistas, pero terminaron siendo para regocijo personal, sin incidir en el medio. Hay que tener en cuenta que en una sociedad en la que editar es caro, en los que los puntos de venta se quedan con un gran porcentaje de las ganancias y donde son pocos los que consumen historieta, la empresa es difícil. De todos modos, en mi país hay dibujantes y guionistas de muy alto nivel que publican en Europa y Estados Unidos, lo que da la pauta de que el género no está ni estuvo muerto y que Uruguay sigue siendo un gran semillero.
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