HISTORIETA › OPINION
› Por Andrés Accorsi *
Para los que fuimos fans de la Fierro clásica, el cóctel era irresistible. Autores “de siempre”, con los que muchos crecimos, mezclados con todos esos monstruos surgidos en los ’90 y que en aquella época tenían la calidad pero no la cabida para mostrar lo suyo (es casi escabroso que todavía se los nombre como “los pibes” o “los nuevos”; que hoy, gracias a Fierro y algún otro medio, hayan dejado de ser under no los hace jóvenes, ni novatos). El cóctel original cambió a lo largo de estos cuatro años, pero se mantuvo el espíritu: la mezcla de estilos, la gambeta sistemática a los géneros más trillados (con la excepción del policial, quizá porque Sasturain es el mejor escritor de novelas policiales que tiene este país), la combineta medio al filo de la realidad entre historias cortas, seriales episódicos y novelas gráficas “en fetas”, la amplitud de criterio a la hora de sumar nuevas voces... Todo eso está desde el principio y se agradece hasta el final. Pero lo que más me gusta son los huevos. Que Fierro encontrara un lugar en el mercado editorial de 1984 era... casi una obviedad. Era la época de las grandes antologías de historietas para adultos y ya llevábamos un par de años de invasión del quiosco argentino por parte de revistas muy similares, como Zona 84, Cimoc, Totem, El Víbora o Metal Hurlant. Las posibilidades de un fracaso eran exiguas y lo peor que podía llegar a suceder era que Fierro tuviera que morigerar un poquito su propuesta para ir a buscar lectores a las prósperas llanuras de Editorial Columba, o de la revista Skorpio. Pero que Fierro lograra el impacto que logró en el mercado editorial de 2006, en un país que llevaba diez años sin antologías de historieta de ningún tipo (exceptuando alguna efímera revista dedicada al porno), en un país donde la historieta para adultos llevaba más de diez años refugiada en el under, donde la industria editorial recién llevaba un par de años de recuperación tras la crisis más devastadora de nuestra historia, eso sí que no se lo esperaba nadie. Sinceramente, apostar por un revival de Fierro en esta coyuntura requería de un coraje digno de las grandes epopeyas. Brindemos por ella y por cuatro años más.
* Periodista y editor.
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