HISTORIETA › PUBLICACION DE ¡HAY QUE SALVAR A TOMATE!
El primer comic publicado en libro por el guionista Luciano Saracino y por el dibujante Gerardo Baró está planteado, además, como el relato iniciático de una serie: “Las aventuras de Fede y Tomate”. Aquí, el circo aparece como el espacio de la magia y la aventura.
La historieta infantil acumuló un agradable puñado de pequeñas buenas noticias durante los últimos meses: la aparición de una editorial especializada, libros en los principales sellos, editores que anunciaron lanzamientos destinados a los más chicos para 2011. ¡Hay que salvar a Tomate! es una de esas buenas noticias. No sólo porque es una buena historieta, sino porque además significa el lanzamiento de una línea especializada (“Factor Fantasía”) para la editorial Pictus. También supuso el primer comic publicado en libro para el guionista Luciano Saracino (quien ya había publicado El Feo, en Fierro, y otras historias cortas) y para el dibujante Gerardo Baró. Está planteado, además, como el primer relato de una serie: “Las aventuras de Fede y Tomate”.
¡Hay que salvar a Tomate! transcurre en un circo de esos que ya casi no quedan, de los que incluyen leones. Aquí, el circo aparece como el espacio de la magia y la aventura, que comienza cuando una excursión solitaria del protagonista (Fede) para fotografiar al rey de la selva se topa con las ansias monetaristas del dueño del circo, un tipillo gordo y de galera, más mezquino que genuinamente malvado. Sólo por asustar al chico, le exige un pago y cuando éste no puede hacerlo, lo manda a pasear sugiriéndole que la próxima vez se aparezca con un espectáculo armado. Lejos de amedrentarse, y sin mono con el que hablar, Fede regresa con su gato (Tomate, claro), dispuesto a mostrar los talentos del pequeño felino. No espera que el dueño del circo se lleve a Tomate para ofrecerlo al león. A partir de ese momento comienzan las peripecias del chico por salvar a su compinche gatuno. La cuota de personajes se completa con la aparición de Florencia, la chica que le gusta a Fede, que tiene la capacidad de aparecer en los momentos más vergonzosos para éste.
Aunque puede ser disfrutado por un rango de edad más amplio, el libro está apuntado especialmente a los chicos de entre 5 y 7 años. La clave de su narración está en el relato en primera persona (es el propio Fede quien cuenta su aventura), pues al final el lector descubre que el “peligro” real que corren los personajes es mucho menor del que la imaginación del protagonista supone.
El guión pone mucho del peso de la narración en los dibujos. En ese sentido, Baró hace un trabajo estupendo, tanto por sus dibujos un punto caricaturescos y muy expresivos como por un gran trabajo de coloreado. Los personajes –con caras de ojos grandes y redondos, y narices rectas y respingadas– se destacan por su gestualidad, y los primerísimos planos son muy buenos.
La mayoría de las páginas están trabajadas con una grilla de cuatro viñetas (en ocasiones tres), favoreciendo una lectura ágil y dibujos de buen tamaño, que mejoran la interpretación de la acción. Además, el tempo de las ilustraciones a página completa está muy bien calculado y cada una de ellas sirve como introducción (o gancho) a la siguiente escena del libro (lo cual es buena guía si un adulto acompaña la lectura de los chicos).
En el ambiente general se nota la experiencia del dibujante como ilustrador. Los fondos y los escenarios tienen el detalle justo para construir el clima, pero ni una línea de más que pueda distraer de la aventura. El dibujo, en suma, lleva la historia, pero no la tapa.
El libro se completa con algunas dosis de humor y, sobre todo, una acción que no disminuye nunca el ritmo. Claramente, el guión está pensado para que el lector más pequeño no tenga ni un segundo para aburrirse.
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