Lun 13.06.2011
espectaculos

HISTORIETA  › TERMINó AYER EN ROSARIO LA SEGUNDA EDICIóN DE CRACK BANG BOOM

La continuidad de un proyecto

El creciente federalismo del circuito de festivales, la visita de invitados interesantes, la integración con el comic latinoamericano y la concreción de varias exposiciones de altísimo nivel fueron algunos de los aspectos destacados del encuentro.

› Por Andrés Valenzuela

Desde Rosario

Con el solcito de domingo a la vera del río, ayer terminaron cuatro jornadas intensas dedicadas al comic en Rosario. Crack Bang Boom culminó ayer su segunda edición con un balance muy positivo, que supone la consolidación de Rosario como una de las plazas más fuertes de la historieta nacional. Entre los puntos fundamentales destacan la continuidad de un proyecto bien armado, el creciente federalismo del circuito de festivales, invitados interesantes, una mayor integración con la historieta latinoamericana, varias exposiciones de altísimo nivel y una gran convocatoria de público, que en muchos casos atravesó el país para asistir al encuentro.

El festival tuvo dos facetas complementarias. Una es la más visible, que incluye a los numerosos invitados nacionales y extranjeros, como la troupe brasileña encabezada por Rafael Albuquerque y Renato Guedes, el escocés Frank Quitely, el español José Villarrubia, y el cazatalentos de Marvel Comics C. B. Cebulski, quien tras su apariencia afable no dejaba de analizar cuanto dibujo se cruzaba ante su vista a la espera de que fuese apropiado para cualquiera de los departamentos de producción de contenidos de la editorial norteamericana.

Entre las muestras se destacaron Nos tocó hacer reír (la que representó al país en la Feria del Libro de Frankfurt, en la que Argentina fue el país invitado), el homenaje a Oswal (autor del clásico Sonoman), la de los artistas invitados al evento y, en particular, la de historietistas italianos Quando Lucca diventó fumetto, que sigue vigente en el Espacio CEC del shopping Altos de Rosario. No se trata sólo de que se expongan páginas de una confección bellísima y perfecta. No es sólo el nivel artístico detrás de cada viñeta –difícil de expresar y mensurar–, sino también el hecho de poner una muestra así en un lugar público que recorre muchísima gente. Además, en la misma sala atrae la vista inmediatamente una serie de esculturas de Mendieta, el perro creado por Roberto Fontanarrosa para acompañar a Inodoro Pereyra, todos intervenidos por distintos artistas de distintas ramas de la plástica.

No es que en el resto de las sedes (seis, en total) haya faltado público. Por ejemplo, en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, aún fuera del día de la inauguración podían verse estudiantes bosquejando las viñetas que se exponían allí. En el CEC, la sede central del evento, los últimos dos días era muy difícil caminar, y más de un expositor mostraba en las sonrisas cansadas del final de la jornada las buenas ventas. El año pasado para garantizar la afluencia de público bastaban los nombres “Jim Lee” y “Brian Azzarello”, auténticas superestrellas del mainstream norteamericano (a modo de comparación, equivalían a tener a un Quentin Tarantino o un Steven Spielberg en un festival de cine en el país). Esta vez esa llegada de gente la garantizó el prestigio ganado en el 2010 y un trabajo igualmente sólido, con invitados interesantes.

La otra faceta complementaria y fundamental del festival es el trabajo de promoción de dibujantes argentinos y la difusión de las ediciones nacionales. El primero tiene su punto obvio en la presencia de Cebulski, que repite la idea de tener a figuras ejecutivas de la industria estadounidense buscando posibles nuevos lápices para su circuito. Pero también la atención a chicos que recién empiezan a dibujar y pudieron mostrar sus carpetas a Eduardo Risso, director del festival y ganador de numerosos premios internacionales.

Otro esfuerzo en la promoción de nuevos valores de la historieta nacional fue el lanzamiento del Premio del festival, que presentó ganadores y menciones de un nivel inusualmente alto, sólidos desde el guión y con buenas propuestas gráficas. También hubo muchas presentaciones de libros de edición nacional. Fueron más que el año pasado, aunque menos que las que resultarían necesarias para dar a conocer cada uno de los últimos lanzamientos locales (desde la Feria del Libro hasta ahora, no menos de 25 títulos). Este año, además, el festival amplió su propuesta e incluyó varios talleres y clínicas para principiantes (que también disfrutaron algunos reconocidos autores).

Como todo festival convocante, Crack Bang Boom colaboró en la integración entre artistas locales, que pudieron intercambiar experiencias. En Rosario se cruzaron dibujantes y guionistas que trabajan en distintas corrientes del medio, desde las más comerciales hasta las autorales. En algún almuerzo se pudo ver a Quitely leyendo la Fierro, por ejemplo, o escuchar a Albuquerque comentando las ediciones brasileñas de Zarabatana, una editorial que publicó allí un tomo recopilatorio de la revista y una edición en portugués de Nocturno, de Salvador Sanz. Esa integración se pudo extender incluso a una suerte de “Mercosur” comiquero, ya que entre los invitados brasileños y la comitiva uruguaya, que también “cruzó el charco”, hubo intercambio constante.

Críticas hay pocas. La única relevante es que el espacio destinado a los fanzines y los clubes de fans fue algo más chico que en 2010 y no interesó tanto al público como el año pasado. Una explicación posible para esto podría ser que se trata de un sector dominado por los amantes del manga y el animé, que estuvieron representados recién a última hora del domingo con un concurso de cosplay, y que en general el festival tiende a contener a los seguidores del comic norteamericano, que llevaban años sin tener un encuentro nacional que los acogiera.

De cualquier modo, se trata de una convención exitosa bajo todo punto de vista. En un año en que se canceló el porteño Viñetas Sueltas (pero confirmaron su realización varios festivales del interior), su consolidación y crecimiento es una gran noticia para un sector en ascenso, y lo ubica al tope de los eventos imperdibles para los amantes de la historieta.

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