Vie 08.02.2013
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HISTORIETA  › MAñANA SALE LA REVISTA FIERRO CON LA EDICIóN DE PáGINA/12

Un venturoso porvenir a la tinta china

La tapa del rosarino Max Cachimba le da la bienvenida al Año Nuevo chino, en un número que presenta la nueva serie “Putrefacción”, de la dupla Damián Fraticelli-Ezequiel Couselo, en la que un huevo es el personaje que desenmascara un mundo en podredumbre.

› Por Lautaro Ortiz

Cuando mañana el lector encuentre en los kioscos la revista Fierro de este mes comenzará a regir, astrológicamente hablando, el nuevo año chino, representado y simbolizado por la serpiente. Dicen que los nacidos bajo ese signo serán los nuevos “encantadores”, ya que el misterioso reptil comandará los designios de la humanidad durante este largo 2013. Y como cada edición de Fierro es un nacimiento –un número nunca es igual a otro–, todos los lectores renacerán ante las extrañas historietas que contiene esta publicación. Así lo advirtió e interpretó el dibujante rosarino Max Cachimba (alguna vez conocido por su verdadero nombre, Juan Pablo González), quien se hizo cargo de la portada para equilibrar la balanza después de la maravillosa edición clásica que editó la revista el mes pasado. Casi una suerte de declaración de principios estéticos sobre los caminos que transita la nueva historieta argentina. “Sólo la magia de Cachimba –escribe Sasturain en el prólogo– podía correr el telón, abrir la puerta para ir a jugar: para él la historieta no es otra cosa que representación, puesta en escena, simulacro, puro juego.”

A partir de las sombras chinescas, de los juegos de figuras orientales con papeles blancos y negros y de los colores que representan lo “oriental” (el logo de Fierro brilla como los farolitos chinos), Cachimba comenzó a elaborar su idea: “Se me ocurrió trabajar sobre alguna imagen que acompañe el festejo de Año Nuevo que celebra gran parte de la humanidad (los chinos), la despedida del Dragón y la llegada de la Serpiente. Bien se sabe que la serpiente como símbolo está dotada de popularidad universal en lugares y tiempos, y variopintas o ambivalentes atribuciones. Ya con las vagas nociones de festejo chino y serpiente di algunas vueltas con algunas imágenes hasta dar con la escena de un posible encantador de serpientes, o un festejante que recibe a la serpiente tocando la flauta. Luego pensé representar la escena con alguna reminiscencia al teatro de sombras en las figuras y firuleteé una rudimentaria o caricaturesca estética cuasi oriental. Trabajé sobre papeles negros con tinta blanca. En fin, un dibujo a modo de emotivo brindis a por un próspero Año Nuevo y venturoso porvenir a la tinta china”.

Y es que la tinta china, símbolo del dibujo, es la musa de este nuevo número. Así precisamente se llama la genial historia de El Tomi que inaugura la revista. Dice Sasturain: “Una de las claves, la cifra de este número chino está en la ‘Tinta China’ de El Tomi. Pocas veces se ha puesto en historieta con tanta sutileza conceptual, belleza visual y maestría narrativa esa necesaria tensión entre el narrador (literario), que necesita / piensa / imagina su historia dibujada, y el narrador (visual), que utiliza el texto para contar su propia historia. Delicado equilibrio: el yin y el yan son cosa china”.

El número se completa con algunas perlas como “Barrio Gris” (esta vez a color), creación de Spósito y Maicas; “No digan Verde”, de Gustavo Sala; “Borges, inspector de aves”, de Lucas Nine, y “La remisería del miedo”, de Iñaki-Castromán, que retomando la idea de la película El juego del miedo, la dupla realiza una versión conurbana donde “la espera” (un remís que no llega nunca) desata una venganza sangrienta. Esos cuentos chinos acompañan al largo camino de las series de largo aliento como “Edén Hotel”, de Agrimbau-Ippóliti (la historia de un joven Ernesto “Che” Guevara investigando el accionar de nazis en Córdoba); la futurista y pesimista “Tristeza”, de Mosquito, que anuncia su final, y la alucinante “¡México lindo!”, de Calvi.

Pero una de las novedades de este ejemplar veraniego es la nueva serie llamada “Putrefacción”, de una dupla que dará que hablar: Damián Fraticelli en guión y Ezequiel Couselo en dibujo. Ambos crearon una historia de gusto surrealista, donde un huevo es el personaje principal que desenmascara un mundo en podredumbre. Un mundo que es en realidad heladera desenchufada: “El mundo está pudriéndose y el poco hielo que queda se comercializa a un alto valor en el mercado negro. El descontento de la población aumenta y un movimiento armado se prepara para derrocar al gobierno. En medio del clima de revuelta social, un huevo visita a un viejo amigo a la cárcel. El le jura ser inocente del crimen del que se lo acusa y le ruega que lo saque de allí. El huevo acepta ayudarlo sin imaginar que ese favor lo sumergirá en una peligrosa trama de poder y corrupción”, señala el guionista. Por su parte, Sasturain augura: “Una historia sin fecha de vencimiento que transcurre en el universo cerrado de la heladera, ámbito de corrupción latente, si los hay. Absolutamente (de supermercado) chino”.

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