Una exposición, una feria de publicaciones autogestivas, charlas. Algún taller, homenajes. La fórmula del encuentro de historietistas Dibujados permanece inalterable desde su primera edición, hace tres años. Esa fórmula le permitió consolidarse a razón de dos eventos anuales y crecer continuamente, al punto de mudarse varias veces para albergar a los asistentes y expositores en aumento. La primera cita del 2014 será el fin de semana a partir de las 15 en Conesa 2715, barrio porteño de Coghlan, a cuadras de Cabildo y Juramento. “El lugar anterior nos quedaba un poco chico y ya la gente empezaba a sentirse apretada”, recuerda Luis Roldán, uno de sus organizadores.

La “mansión” que recibirá a los amantes de la historieta independiente este fin de semana ofrecerá su planta baja, un jardín de invierno, un garaje y un auditorio. “Capaz decirle mansión suena ostentoso, pero son 150 metros y entran como cinco casas mías”, señala Roldán, y revela que los responsables del lugar piensan convertirlo en un centro cultural.

El encuentro tuvo su antesala ayer con la muestra Cripy a la francesa, que expone trabajos de la revista digital de terror para chicos Cripy en la sede palermitana de la Alianza Francesa (Billin-ghurst 1926). Es que la publicación nació en esas cervezas y charlas compartidas de Dibujados, un aspecto que –destacan los involucrados– caracteriza al evento. Manuel Loza, uno de los miembros del colectivo Panxarama, presente desde el comienzo, describe el ambiente “de buena onda” y sostiene que “de todas las ferias es la que más espero para tomar una birra, relajar y sentir que estoy en Navidad con la familia”.

Roldán considera que el crecimiento continuo de Dibujados se debe a su fidelidad al principio que lo fundó: “Es un evento para personas que participan de esta actividad, sean recién iniciados o profesionales –destaca–. Los puestos que hay son de editoriales independientes o en crecimiento, y de fanzines, y a algunos los vimos crecer junto con los sucesivos Dibujados”. Es que, en medio de la afluencia de grandes eventos (Crack Bang Boom, Comicópolis, Animate), el encuentro vino a cubrir un espacio que faltaba: el que presta atención a los que arrancan. Aquí no hay merchandising ni parafernalia. “Caímos en el momento justo en el lugar indicado y creo que la gente se siente muy cómoda, viene a encontrarse, compartir experiencias y comprar material”, observa, y cuenta que en la última edición algunos stands habían agotado todo su material el primer día.

Además, todo el encuentro es gratuito. Aunque en esta ocasión los organizadores (el propio Roldán y sus colegas Mauro Serafini –El Bruno– y El Gory) deben pagar un alquiler por el lugar, no cobran entrada al público ni comisión a los puestos. Los asistentes sólo deben llevar un alimento no perecedero que se dona a zonas carenciadas de Chaco. “Ni por asomo se nos ocurrió cobrar, hubiera sido cagarse en las bases sobre las que fundamos Dibujados”, trazan la línea.

Además de la actividad que oficia de antesala del evento, esta edición tiene otra novedad: como el tema de la exposición de ilustraciones es el cine, la grilla de actividades incluirá varias vinculadas con el séptimo arte. “Esta vez incorporamos gente que hace cine, vendrán los de Videofilms a ofrecer material, el director de Todos mis muertos, que es un film de zombies, los muchachos de Farsa Producciones, los de Daemonium, Ayar B. con un ciclo de cortos y vendrá también Jorge Carlos García, un pionero del cine independiente fantástico y, además, uno de los programadores de Sábados de superacción”, el mítico ciclo de cine televisivo que durante décadas ofreció el mejor pochoclo vespertino.

La pata cinematográfica se suma, desde luego, a las múltiples presentaciones de material (algunas editoriales y proyectos, como Dead Pop, ya anunciaron libros nuevos para este fin de semana), los homenajes a historietistas de peso en el sector y los talleres. A éstos se refiere Loza, pues el colectivo que integra suele ofrecer talleres de encuadernación. “Es parte de la movida de la autogestión y la independencia: transmitir las herramientas del oficio”, explica. “En un ambiente sin competencia feroz, donde nadie quiere tener algo que los otros no, compartir estos conocimientos que le sirven a otro es importante y que el día de mañana cualquiera se pueda autogestionar y autopublicar.” Y agrega: “Si no-sotros podemos armar un taller gráfico, sería una hijaputez muy contra nuestra ideología no compartirlo”.

Pese al buen ambiente reinante, Dibujados no permanece exento de discusiones y pujas. La convocatoria para participar de su muestra genera ansiedades y alegrías entre aquellos cuyos trabajos fueron seleccionados y decepciones entre quienes se pierden la ocasión. La frustración llevó incluso a algún dibujante de larga trayectoria a quejarse amarga y airadamente en las redes sociales. “La lectura que hacemos es que para algunos es algo mucho más importante de lo que nosotros creemos, se ve que les importa ser parte y se sienten dolidos cuando no pueden participar”, contempla Roldán. “Y aunque no nos creemos en un plano superior, hay que hacer una selección, ya sea entre los dibujos más agradables, o los más divertidos, o para darle espacio a gente nueva.” Eso sí, ni la explicación de que el bolsillo no alcanza para imprimir 200 dibujos (ni el espacio para exponerlos) calma el enojo de los ausentes. Porque si algo logra Dibujados es dar ganas de estar.