HISTORIETA › MAÑANA SALE UN NUEVO NUMERO DE LA REVISTA FIERRO
La dupla integrada por Gustavo Sala e Ignacio Alcuri publica en el sub-suplemento “Fierrito” la primera parte de un libro completo, “con un final alternativo”. El material final aún está en preparación y planean editarlo antes de fin de año.
› Por Andrés Valenzuela
“A ver si después pasa al libro.” Así dicen muchos autores cuando publican su historieta en Internet o por entregas en Fierro. Porque a esta altura del partido, con la revista señera del mercado argentino ya bien transitado su camino, no queda otra que rendirse a la evidencia: hay muchos libros por ahí gracias a Fierro. Están los Dora (Ignacio Minaverry), los Cieloalto (Diego Agrimbau y Pietro), los Angela della Morte (Salvador Sanz) y los tantos otros. Muchos de ellos justamente premiados y reconocidos en círculos comiqueros y de los otros. Y detrás, o antes, o en el medio, una revista que sigue permitiendo que sus autores digan “a ver si después pasa al libro”.
El número de mayo de Fierro no es la excepción en este aspecto. Tanto que hasta tiene una colaboración internacional: la dupla Sala-Alcuri. A Gustavo Sala se lo conoce sobradamente en Argentina y en el resto de América latina. Su obra hasta se publicó en España y es uno de los humoristas gráficos más revulsivos del medio. A Ignacio Alcuri se lo conoce menos por estos lares, pero es un reconocido escritor, guionista y conductor televisivo del otro lado del charco grande, al que su –ahora– coequiper describe como “una estrella del nerdismo underground uruguayo”. Alcuri es sobrino de dos conocidos humoristas gráficos de su país, aunque su llegada a la Fierro no tiene nada que ver con esa relación. Lo que se verá publicado en el sub-suplemento “Fierrito”, explica Sala, “es la primera parte de un libro completo, con un final alternativo” y destaca que el material final aún está en preparación y que planean editarlo antes de fin de año. “De Alcuri soy fan”, confiesa Sala. “Nos conocimos en mi primer viaje a Montevideo, en 2011, y automáticamente me enamoré de su estereotipada cara de perdedor nerd y nos hicimos amigos: lamentablemente no soy gay, porque sería mi marido ideal.”
“A Sala le encargué la tapa de mi último libro, Basurita, y desde entonces quedé con ganas de hacer algo con él”, amplía la historia el propio Alcuri. El uruguayo celebra la mecánica de trabajo “tan atravesada como original”. El argentino explica que se inspiraron en las “conversaciones dibujadas” de otra latinoamericana, la colombiana PowerPaola. Lo primero fue sentarse en un bar montevideano (en “Las Flores”, puntualiza el dibujante) a improvisar diálogos y gags en un cuaderno, que luego él convertiría en una historieta “con versiones un poco empeoradas de nosotros mismos”.
Alcuri sostiene que “en realidad cada uno escribe el diálogo de su personaje y son las conversaciones las que van llevando la acción, si puede llamarse así”. La fuerza del trabajo pasa por las preguntas que se arrojan los personajes, o –considera el oriental– por “saberlas contestar”. “Por suerte tenemos un humor muy parecido (en lo asqueroso), así que tanto dentro como fuera del trabajo congeniamos bien.” En la historia proponen ser agentes de sus respectivos países para cumplir “una misión que todavía no queda claro cuál es” y que tampoco saben si algún día se les aclarará. Todo el delirio y humor ácido llevará por título “Apocalipsis rioplatense”.
Este número de la Fierro confirma otra tendencia, también, que es la de la propia revista a incluir menos cantidad de series, pero también más páginas de cada relato que se publica. Así, como cada mes impar, sale otra entrega de “Noelia en el país de los cosos”, de Minaverry, con ese trazo suelto, ese predominio de verdes y coloreado en planos, y su relato fantástico/alegoría nac&pop sobre el desarrollo de Argentina mechado con guiños a la historia del rock and roll. También sale otra entrega de “Barrio Gris”, ese rincón siniestro de las calles porteñas, casi suburbanas, en el que Eduardo Maicas y Pipi Sposito manifiestan todas las neurosis violentas posibles del vecino.
Aquí también concluye la “Argentina potencia” de otro marplatense. Juan Carlos Quattordio no tiene planes de recopilar en libro su ucronía futurista retroperonista, como tampoco recopiló sus anteriores historias en Fierro, pero no por eso deja de haber brindado en estos últimos meses una historia completa que sostendría bien el formato de libro, álbum o novela gráfica, como se usa decir ahora. Además, hay otro nuevo relato unitario de Iñaki Echeverría y el literato Castromán, que siempre juegan en los límites de las costumbres formales de la historieta.
Finalmente, Lucas Nine “termina” su “Borges, inspector de aves”. O más bien alcanza una impasse, pues como él mismo informa a Página/12, lo que cierra es el segundo acto de la historia. “La historia no ha concluido aquí, pero es básicamente un folletín: repite los mecanismos y los trucos, con esa cosa de que el protagonista queda colgando del precipicio, que no se sabe bien cómo se las va a arreglar para salvarse, pero al final consigue seguir adelante”, considera.
“Borges, inspector de aves” también tiene destino de libro, se esperanza el joven Nine (“Nine-hijo”, dicen algunos). Con la conclusión de este acto (en cinco entregas de la revista), quedará abierta la puerta a un final que tendrá otras tantas entregas, anticipa el autor. Por lo pronto, este número se podrá ver a Borges trenzado en combate singular con su archienemigo Oliverio. “Y queda un final pendiente, luego habrá que retomarlo”, advierte su autor. Es que, como le gusta decir a Juan Sasturian, Fierro siempre ofrece un continuará.
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