HISTORIETA › SE CELEBRA HOY EL DIA DE LA HISTORIETA ARGENTINA
Aunque se instituyó casi como expresión de deseos de los cultores del noveno arte, la efeméride creció y ahora se la celebra con exposiciones y charlas mientras se prepara el festival Comicópolis. La primera actividad es una retrospectiva dedicada a Horacio Altuna.
› Por Andrés Valenzuela
El Día de la Historieta Argentina empezó con sencillez: un brindis con vasitos de plástico en un local fuera del horario de atención al público. Un puñado de cultores del noveno arte: autores, editores, libreros especializados y lectores. No más de unas docenas de personas con la ilusión de ser unas cuantas más al año siguiente y luego, otras muchas. Para citarse, usaron de excusa la primera publicación de El Eternauta, de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López: el 4 de septiembre de 1957. La cosa creció llamativamente. Empezaron las conmemoraciones en centros culturales primero, las actividades en Bibliotecas Populares motorizadas por la Conabip luego, y más tarde los proyectos de ley que consagrarían oficialmente en la ciudad de Buenos Aires (en 2009) y en el territorio nacional (en 2010) la fecha como Día de la Historieta Argentina.
Desde aquel primer brindis hasta hoy, la situación de la historieta local cambió mucho. Hay cantidad de libros publicados, un creciente interés de sectores que antes miraban de soslayo las viñetas y una buena cuota de apoyo estatal proveniente de distintos estamentos y orientaciones políticas. También hay un aumento sostenido en la cantidad de festivales dedicados al universo de la narrativa dibujada. Ciertamente, la situación no es paradisíaca y abundan los escollos para autores, editores y lectores. Siempre hay (y habrá) problemas, discusiones, debates en torno de la industria y a la calidad artística. Pero hay buenas señales en curso. La aparición de una todavía germinal Asociación Argentina de Editores de Historieta (ver recuadro) es un ejemplo. Otro es el cumplimiento de la ley que promulgó el “Día H”. Contra el pronóstico de escépticos y agoreros, el inciso que conminaba al Estado a “promover la historieta argentina” y celebrar la efeméride no cayó en letra muerta. Más bien todo lo contrario.
Hoy en la Sigen (Corrientes 381) abre una muestra retrospectiva dedicada a Horacio Altuna. Será la primera de una serie de exposiciones, talleres, charlas y presentaciones de libros llamada “Esperando a Comicópolis”, organizada por Tecnópolis y con el Ministerio de Cultura de la Nación. Por supuesto, la seguidilla de actividades en suelo capitalino culminará con el festival de historieta Comicópolis, que se realizará en el predio de Villa Martelli del 18 al 21 de este mes, con una multitud de invitados internacionales (incluyendo nombres de fuste como Joe Sacco, Guy Delisle, Thomas Ott, Peter Milligan y Kyle Baker, entre otros), exposiciones y charlas de gran nivel. Comicópolis también verá la visita de editores de distintos sellos internacionales, que vendrán a buscar talentos locales e intercambiar experiencias con sus colegas. Y si las actividades comienzan con Altuna, es porque el experimentado historietista es el padrino de la edición 2014.
Además hay otras políticas a nivel nacional que exceden lo meramente coyuntural o el evento masivo de turno, como la creación de un Archivo Nacional de la Historieta y el Humor Gráfico en la Biblioteca Nacional, que está recolectando y organizando el acervo de la institución, sumando nuevo material, presentándolo en exposiciones (como la dedicada a Carlos Trillo o la de Historietas X la Identidad), y que en breve producirá también ediciones facsimilares de material inconseguible de otro modo, a través de la editorial del edificio de Agüero al 2500.
En los distintos niveles distritales, la adscripción a la efeméride es más despareja y tiene más matices. Rosario, por ejemplo, impuso el modelo de organización mixta de festivales, sostenido a partes por el Estado local y por especialistas de la ciudad. El exitoso Crack Bang Boom se convirtió en modelo para otros. Llamativamente, y pese a organizar el evento mejor conceptuado del circuito, Rosario no celebra particularmente la fecha, que pasa inadvertida en su grilla de eventos oficiales de septiembre.
En las otras provincias se encuentra San Luis ComicCon, heredera del modelo impuesto por CBB y que se sostiene por aportes gubernamentales. Córdoba, por otro lado, (re)comienza tímidamente este año su andadura festivalera. Será con el Comicazo, un pequeño festival incluido dentro de la Feria del Libro que transcurre en este momento en La Docta y que durará hasta el domingo. El Comicazo cuenta con un puñado de invitados y su llegada generó una módica controversia en las redes sociales vinculadas al ambiente local. Una de las rarezas del evento es la charla dedicada a la editorial local, Llantodemudo –una de las más prolíficas del sector–, sin la presencia de ninguno de sus responsables.
En Salta, el taller de historieta Egoss se alía cada año con alguna institución para celebrar la fecha. En esta ocasión su adlátere es el Museo de Arte Contemporáneo. En conjunto llaman al concurso “Un superhéroe para Salta” y organizan durante todo el mes conferencias e intervenciones. Más allá de eso, se multiplican las pequeñas actividades en todo el país: series de charlas y lecturas en escuelas y librerías, concursos de bibliotecas populares.
El caso de la ciudad de Buenos Aires es difícil de evaluar. Por un lado, sumó un Museo del Humor –que, a todos los efectos, lo es del humor gráfico– a su acervo. Por otro lado, instituyó un “Paseo de la historieta”, con estatuas de personajes clásicos. Cuán logradas están esas obras e incluso su pertinencia son objeto de debate, pero es de lamentar la poca o nula contextualización que encuentran. El así llamado “Paseo de la Historieta”, entonces, funciona más para la selfie dominguera que como genuina promoción de la disciplina.
Llamativamente, lo que falta este año es lo que abundaba en el anterior: impulso desde los actores tradicionales del sector, que tanto supieron remar en los tiempos duros. En diálogo informal con Página/12, muchos reconocen que la energía está canalizada en los eventos de mayor envergadura, como Comicópolis, que permiten apostar a la producción o presentación de lanzamientos.
En las redes sociales abundan las propuestas de “campañas”, desde la típica “mencioná y subí imágenes de 10 historietas que te hayan marcado” hasta “regalá una historieta en su día”. ¿Quién debería motorizar esto? En principio, las editoriales. O las comiquerías (como se les dice ahora, librerías especializadas). Otras fuentes consultadas señalan más cosas por hacer. Deudas de un sector que a cada paso que da encuentra que tiene todavía más camino por delante. En todo caso, hay un dato insoslayable: hace tres años la discusión era cómo conmemorar la efeméride. Hoy la fecha se celebra y lo que se debate es cómo potenciarla y aprovecharla para impulsar al sector. La historieta no debe dormirse en la tinta trabajosamente ganada, pero tampoco ignorar que dibujó unas cuantas páginas de su nuevo libro. ¡Salud, viñetas!
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