HISTORIETA
El dibujante argentino se radicó hace tres décadas en España, donde publicó en El Víbora y otras revistas durante los ’80. Luego se dedicó al diseño y la ilustración más que a las viñetas. A partir de mañana, con la revista Fierro.
› Por Andrés Valenzuela
“En realidad, nunca fui un dibujante de comic profesional”, acepta con humildad Tatúm. Mail mediante, el dibujante rosarino radicado en Mallorca, España, hace casi cuatro décadas, se confiesa “un poco vago y muy disperso.” Vive de la ilustración, del diseño, se interesa por la pintura y a veces el pincel lo atrae tanto que se dedica al lienzo y no dibuja “ni una viñeta”. Quizá por eso, a pesar de haber publicado en revistas fundamentales de la generación del ’80 en la Península, como la mítica El Víbora, en la Argentina es poco conocido. El número de Fierro de este mes, que acompañará mañana la edición de Página/12, viene a paliar ese desconocimiento, pues incluirá el primer cuento de Ambroise Bierce, de cuya presunta muerte se cumple este año un siglo. Tatúm lo adaptó a la historieta y le valió el Premio Ciudad de Palma, de la región española que lo adoptó, y hace poco lo publicó el sello Edicions de Ponent, bajo el título El funeral de John Mortonson y otros cuentos.
El trabajo de Tatúm se verá acompañado en la revista por la segunda parte de El Gran Houdini, del Marinero Turco (viejo conocido de los lectores); El vástago, de Iñaki Echeverría, Selva Almada y Gabriela Cabezón Cámara; El pueblo de los perdidos sin nombre, de Carlos Trillo y Saborido; el ya clásico Barrio gris, de Pipi Spósito y Eduardo Maicas, una sección de Sergio Langer, el cuento de Pedro Lipcovich y el suplemento “Fierrito”, esta vez dedicado al trabajo de Ariel López V.
“Salí de Argentina quince días antes del golpe de Videla, no estaba perseguido ni fichado (aunque eso nunca se sabe)”, rememora el dibujante, aunque no consigue establecer exactamente las razones para subirse al avión. “Por un lado, la situación del país y, por otro, las ganas de aventuras de los 20 años fueron las que me hicieron emigrar”, evalúa. “Desde entonces he vuelto varias veces y se me ha pasado por la cabeza la idea de instalarme en algún lugar cerca del río Paraná, pero nunca se concretó: el Mediterráneo me retiene, es difícil salir de las islas.”
“Nunca publiqué en la Argentina, salvo algunas cosas en Risario y en La Cebra a lunares, allá por los años mozos”, cuenta Tatúm y resume su derrotero peninsular agregando a El Víbora las revistas Cairo, Metropol y “otras en la época del boom”, ese destape de la expresión española en los años que sucedieron a la caída de Franco.
El dibujante llegó a España en el ’76, formado en el humor gráfico, disciplina que llenó su plato de comida durante un buen tiempo, gracias a chistes publicados en el diario Ultima Hora, de Palma de Mallorca, y El Día, de Baleares. “Era la época de la apertura post Franco y a España empezó a llegar el underground americano, el comic francobelga, la Metal Hurlant, totalmente desconocido para mí; me abrió mucho la cabeza”, recuerda. “Se empezaron a publicar cientos de revistas de todo tipo, los kioscos eran un festival y eso permitía a dibujantes noveles recorrer redacciones con sus dibujos tentando suerte.”
“Con la desaparición de las revistas en los ’90, se acabó la opción de publicar cosas sueltas de pocas páginas y la idea de meterme en el proyecto de una historia larga o de un libro me daba mucha pereza”, reconoce. Como consecuencia, se dedicó un largo tiempo al diseño gráfico y la ilustración publicitaria en su estudio. “Nunca dejé de dibujar cosas cortas por diversión o encargos, pero no publiqué casi nada aparte de colaboraciones con la revista Nosotros somos los muertos, editada por los dibujantes Max y Pere Joan”, cuenta. Max, advertirán los avezados en las publicaciones locales, es uno de los principales nombres de la historieta española contemporánea y en las bateas argentinas se puede encontrar su multipremiado Vapor.
“El proyecto de adaptar relatos de Bierce me persigue desde los años ’80, cuando lo leí por primera vez”, comenta y detalla que por entonces adaptó dos relatos. Uno salió en El Víbora y el otro en Cairo. Justamente este último daría pie al proyecto tal como lo leerán desde mañana los lectores de Fierro. El original tenía cuatro páginas, de las que el dibujante no conserva ni los originales ni el ejemplar en que salieron publicados. Como resultado, Tatúm lo rehízo, esta vez de siete páginas. A “Una noche de verano” se sucederán, en el siempre apretado cronograma fierrero, otras seis historias de Bierce llevadas a las viñetas con un dibujo que, en palabras del dibujante mallorquín Pere Joan, tiene “brío y ligereza”.
“Bierce siempre me pareció muy dibujable, creo que si viviera en la actualidad sería un estupendo guionista, parece que te va cantando las viñetas a medida que avanzas en la lectura”, se entusiasma el dibujante y agrega que “como cuentista me parece perfecto y tiene un humor negro y una visión crítica y descarnada de la condición humana que conectan perfectamente con la mía”.
“Para mí, publicar en Fierro es un orgullo, ya que es una revista de referencia por la que han pasado todos los grandes de la historieta argentina”, celebra el autor. “Y publicar en la Argentina significa una gran satisfacción personal, tengo muchos primos y me los imagino orgullosos mostrando mis páginas a los vecinos”, ríe digitalmente.
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