HISTORIETA › ASTéRIX EN EL CENTRO CULTURAL RECOLETA, UNA BUENA IDEA DESPERDICIADA
La Sala Cronopios fue dedicada al legendario comic de René Goscinny y Albert Uderzo, pero con escaso valor expositivo: todo se reduce a reproducciones sin mayor contexto ni explicación, gigantografías para sacarse fotos... y promotoras con remera amarilla.
› Por Andrés Valenzuela
Es sábado y la tarde invita a pasear. La Sala Cronopios del Centro Cutural Recoleta está bulliciosa: repleta de niños de liceo francés, de familias, de turistas. Alguna adolescente se sorprende que “eso” que su hermano lee para la escuela esté en exposición y algún padre explica a los chicos que él lo leía de pibe, en alguna de las revistas escolares que se publicaban en Argentina durante su infancia, aunque Astérix y compañía gala sean para todas las edades. Los vigorosos (y divertidísimos) guerreros de la antigua Europa siguen conquistando público gracias a la poción infalible de René Goscinny y Albert Uderzo. Son, sin dudas, uno de los grandes emblemas de la cultura francófona. Pero la muestra también es bulliciosa desde lo visual. Se destacan las gigantografías, que son tantas que resulta evidente que no están allí para marcar recorridos de visita, sino para facilitar la foto del visitante. Y para despejar dudas, entre la gente hay dos jovencitas con remeras amarillo PRO con una estampa que reza “fotos gratis”. Ese es el primer indicio de que la muestra se revelará abundante, pero poco profunda y pensada para multiplicarse en clicks sobre redes sociales antes que para ayudar a entender realmente el cultivo de una de las obras fundamentales de la historieta universal.
Desde luego, esto podría ser solventado con buenos escritos que anclaran cada página en exposición o cada viñeta ampliada. Pero los textos curatoriales no aportan nada demasiado profundo. D’accord, Goscinny y Uderzo parodiaban políticos, deportistas y farándula francesa en sus álbumes. Pero, ¿cómo lo hacían? ¿A quiénes, puntualmente? ¿Y cómo reaccionaban éstos? Es que resultaría muy interesante un análisis que muestre cómo rebotaban Astérix y Obélix por la cultura de su país mientras ascendían metafórica y literalmente (en un satélite así bautizado) al cielo galo.
En este sentido, el texto más interesante es el que se le dedica a la presencia del jabalí en la bande desinée y que, se explica, contradice la tradición culinaria francesa en aras de una construcción narrativa más caricaturesca e interesante. Por otro lado, muchos otros textos son meras enumeraciones de datos cronológicos, pero sin contexto genuino. Quizás esto hubiera podido suplirse con la presencia de algún invitado notable. Pero pese a los anuncios oficiales, ni Uderzo ni Anne Goscinny (hija de) visitaron Argentina para acompañar la muestra.
Así, la descontextualización es doble: de la realidad de su país, pero también de los personajes respecto de la misma obra. La historieta no es la suma de dibujos y textos, sino el encadenamiento de viñetas para narrar una historia. ¿Qué sentido tiene extraer los cuadritos del contexto de su página para exhibirlos sueltos? La exposición tampoco responde a este interrogante y hasta confunde “planche”, que en francés significa página, por “plancha”, en las fichas de cada obra. Eso sí, tiene una treintena de tablets mostrando media docena de viñetas rotativas. Una fanfarronada tecnológica sin ningún sustento curatorial. Es más: durante la visita de Página/12 fue muy difícil ver a alguien deteniéndose en ellas. ¿Quién va a pararse a ver unas viñetas de cuatro o cinco centímetros de lado teniendo a su lado una reproducción a escala o un globo de diálogo con el que sacarse fotos?
En esta construcción de la muestra se pierde uno de los ejes de la creación de Goscinny y Uderzo, que es la gracia. Si Astérix es tan popular, se debe a que hace reír. Hace reír mucho y por diferentes motivos a diferentes públicos. Su lectura, aun en la risa, se resignifica en cada lectura. Pero para reírse en esta muestra hay que ir a los márgenes, a las páginas plastificadas que cuelgan junto a las reproducciones facsimilares de los originales de Uderzo. Y aquí vale una aclaración: no hay un solo original en toda la muestra. Ni sería sensato que lo hubiese. Hace largo rato que el Centro Cultural Recoleta no asegura las obras que expone y traslada la mayoría de los costos a los artistas. En el estado de dejadez presupuestaria que atraviesa, sería una demencia esperar ver originales de Uderzo, que en Europa superan los cinco ceros. Por ejemplo, en una subasta reciente de la casa Christie’s, un original de Astérix se vendió en 181.000 euros. Y otra similar de Sotheby, en 243.000.
La muestra se completa intentando mostrar la relación de René Goscinny, guionista de la obra, con Argentina. Es un hecho documentado que Goscinny vivió en el país y que incluso cursó sus primeros estudios en Buenos Aires. En el Río de la Plata vivió hasta los 15 años, antes de mudarse a Nueva York e instalarse definitivamente en París. En Del panteón a Buenos Aires, un libro de crónicas ilustradas publicado por Libros del Zorzal en 2009, hay datos de ese paso por Argentina, de su influencia y también hay fotos familiares de la época. Pero la muestra no termina de anclar este concepto. Sí hay un documental muy interesante donde su hija cuenta de las costumbres alimenticias de su padre y de su gusto por el tango. Pero no hay muchas pistas sobre el origen del documental en la entrada de la salita donde se lo proyecta.
Por lo demás, también se exponen las portadas de distintos álbumes de los galos, con el detalle simpático de que cada una de ellas es del país o región que los protagonistas visitaban en esa aventura. En otra vitrina, mezclados entre reproducciones facsimilares, hay un buen número de muñequitos y merchandising de la serie, que también suman. Sin embargo, no todo es negativo: con viento a favor, la exposición ayudará a generar entusiasmo por una noticia que anunció el movimiento Banda Dibujada recientemente en su página de Facebook: es inminente el relanzamiento de la serie en Argentina, en edición local, pero en castellano neutro, para distribuirse también en otros países de América latina. Esa sí es una buena noticia. Por Tutatis.
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