Lun 12.05.2008
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TERCER ENCUENTRO INTERNACIONAL DE BANDA ANCHA Y CABLEMóDEM

Para empezar a clickear el futuro

El panel “Educación e Internet” mostró en la ciudad de Salta el mapa de las distintas posiciones que surgen al hablar sobre el ingreso de los argentinos a la llamada “Sociedad del Conocimiento”.

› Por Facundo García

Desde Salta

El tema de los cruces entre la cultura e Internet ha terminado por convertirse en un campo minado. No solamente por la diversidad de enfoques con que se trata el problema, sino porque conceptos como “acceso” y “educación” son cartelitos que quieren colgarse –con mayor o menor sinceridad– tanto empresas como funcionarios. Frente a ese panorama, el Tercer Encuentro Internacional de Banda Ancha y Cablemódem, organizado en la ciudad de Salta por la Asociación Bonaerense de Televisión (ABT), mostró el mapa de algunas posiciones que hay alrededor del ingreso de los argentinos a la llamada “Sociedad del Conocimiento”. Mientras se habla de una nueva ley de radiodifusión y las compañías de telecomunicaciones y de cable luchan para ver quién controlará el suculento negocio de las conexiones de alta velocidad en el país, el panel “Educación e Internet: conectividad como herramienta para la inclusión social” abordó conceptos que no deberían olvidarse a la hora del plantear el debate.

El encargado de abrir fuego fue Enoch Aguiar, abogado, ex secretario de Comunicaciones y docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UBA. “Hasta el año pasado yo decía que estos cambios eran motorizados en primer lugar por las tecnologías digitales. No lo voy a decir nunca más”, aseguró. “En 1970 había veintiocho millones de estudiantes universitarios en todo el mundo. Hoy son seis veces más. Cada vez hay una cantidad mayor de cerebros con información accesible, y eso –más que la llegada de tecnologías– es lo que marca la época”, continuó el especialista. También comentó que para el 2020 el conocimiento vertido en trabajos científicos podría duplicarse cada setenta y cinco días. “En ese ambiente, ganará el que tenga mayor capacidad para leer, escribir y trabajar en equipo sin marearse ante la diversidad.” Aguiar subrayó que está costando dar con el uso correcto de las novedades. “En un momento –recordó– los colegios se llenaban de PC. Luego se comprobaría que en el treinta por ciento de los casos esas máquinas no se usaban en clase, porque no estaban asociadas a los contenidos que se enseñaban.”

Mariana Landau, docente de Tecnologías Educativas en la UBA, miembro de una maestría sobre Educación, Lenguajes y Medios e investigadora del Ministerio de Educación, retomó la charla para desmontar prejuicios que –según ella– pueden conducir a callejones sin salida. “Todos coinciden en que las innovaciones son útiles. El problema es que se perciben pocas discusiones sobre el sentido que les vamos a dar. Hecho alarmante, si se tiene en cuenta que de acá en adelante nos manejaremos en la incertidumbre permanente”, anticipó. “Hay varios malentendidos. Uno es el que postula que las tecnologías por sí mismas van a mejorar la enseñanza. Y, en realidad, el eje debería estar en los nuevos lenguajes que se están poniendo en escena gracias a la relación de las nuevas generaciones con la informática”, añadió la docente. El dominio de estas nuevas herramientas va a ser una necesidad para los futuros ciudadanos. “De manera que la escuela ya no tiene que pensar sólo en transmitir saberes, sino en los canales y el modo en que comparte la información.”

Una tercera perspectiva fue la de Valeria Kelly, integrante de la iniciativa “Proyectos TIC y educación” en la sede regional del Instituto Internacional de Planeamiento educativo de la Unesco. “¿Por qué Internet interesa a los educadores? –lanzó–. En principio, por la conectividad. La educación es cuestión de coconstruir conocimiento. Yo puedo haber estudiado algo, pero hasta el momento en el que me siento a hablar, discutir o escribir con otra persona, no termina el proceso.”

Por último, el periodista y empresario uruguayo Esteban Valenti advirtió que “el precio que tenemos que pagar para entrar en las nuevas tecnologías no puede ser el sacrificio de nuestras identidades locales”, y propuso “no ser continuadores de los ritmos que nos impone la tecnología”. Llamativamente, Valenti es uno de los más activos defensores de las pasteras del río Uruguay, y no ha tenido pudores en mostrar su fobia a los piqueteros, cosa que no le impidió declarar que los latinoamericanos “tenemos que plantear las preguntas que nos interesan a nosotros, y ponerlas por delante de los productos que nos llegan desde afuera”.

La reunión duró dos días y juntó a más de ciento cincuenta ejecutivos y analistas. Entre notebooks y chacareras, se sucedieron conferencias con los argumentos que esgrimen los cableoperadores para plantearse como alternativa a las empresas de telecomunicaciones dentro del mercado de las conexiones de alta velocidad y triple play (que es el paquete de banda ancha, televisión y teléfono). No obstante, esto recién empieza. Aunque la ley impide a las “telcos” ofrecer servicios de televisión en directo, la balanza económica parece favorecerlas. De acuerdo con la consultora Signals, esas compañías concentraban en diciembre de 2007 el 64 por ciento de los clientes de Internet de banda ancha, contra un 33 por ciento del cable y un 3 por ciento por vía inalámbrica. Encima las conexiones crecen a un ritmo que ronda el sesenta por ciento desde hace tres años, y la tentación de sacarle todo el jugo al auge se hace sentir. Por todo esto es que en los próximos meses los gigantes de la telecomunicación intentarán que la legislación los habilite a transmitir imágenes –y por tanto ofrecer “triple play”–, a la espera de que se resuelva la polémica generada a partir del acercamiento entre las multinacionales Telefónica y Telecom, que para muchos estaría dando lugar a un monopolio de facto.

El otro sector importante que ofrece conectividad está conformado por más de setecientas empresas de cable con fuerte presencia del capital local. Entre ellas, el poderoso tándem Cablevisión-Multicanal –que depende del Grupo Clarín y reúne la mayor parte del mercado de la tv paga– buscará despejar rumores para afianzar definitivamente lo que esas firmas describen como una especie de “coordinación” de negocios. Por supuesto, no falta quien ve en ese tipo de definiciones el eufemismo de una fusión que tiene por objetivo estabilizar una posición ya de por sí dominante.

Por encima de las disputas, el gran interrogante es el rol que se le dará a la sociedad civil a la hora de definir asuntos que ya afectan las posibilidades de progreso, acceso al conocimiento e inclusión social que tendrán las mayorías en las próximas décadas. Una encrucijada que no se resolverá con un doble click.

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