Dom 29.06.2008
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LA INGLESA STEFANIE POSAVEC MATERIALIZA LAS FORMAS QUE ESCONDEN LAS PALABRAS

“Un texto es algo vivo que respira”

Ilustradora de la célebre editorial Penguin Books, Posavec trabaja cada párrafo hasta conseguir una expresión gráfica que los ilumine desde nuevos ángulos y crear lo que ella llama “organismos literarios”.

› Por Facundo García

Cualquiera que haya pasado por un aula carga restos del miedo que sentía cuando la maestra lo llamaba al pizarrón y le pedía que hiciera análisis sintáctico. Con un mínimo de concentración, la voz sale a la superficie otra vez: “¡Cómo! ¿No se da cuenta de que eso es un Objeto Indirecto?”, “¿Cuántas veces le dije que estudie las preposiciones?”, etcétera. Sin embargo hubo una persona que se atrevió a superar el trauma y volvió, ya con una Licenciatura en Arte y un Master en Diseño bajo el brazo, a aquellos ejercicios de la primaria. Y Stefanie Posavec no se quedó sólo en oraciones. Lleva años diseccionando palabras, párrafos y capítulos de novelas famosas. A partir de eso obtiene datos que usa para componer lo que ella suele llamar “organismos literarios”, gigantescos cuadros sinópticos que demuestran, por un lado, lo lejos que estamos de haber agotado las bellezas que ofrece la literatura; y por otro, los límites a los que puede conducir una obsesión.

El empeño está puesto en clasificar cada parte de los textos y darles una expresión gráfica que los ilumine desde nuevos ángulos. Ese fue el germen de On the Map, una reinterpretación de En el camino y otros clásicos que dio origen a esquemas que causaron revuelo en la web. Lo escrito por Kerouac se convirtió en lo que parecen ser plantas y ovillos multicolores (ver recuadro), de manera que de un solo vistazo se puede ver en qué tramos el autor eligió hacer retratos costumbristas, en cuáles se refirió a escenas de viajes y oficios, y cuándo decidió concentrarse en el amor, el sexo o las mujeres. A esa serie le han seguido otras, e incluso ya está listo un libro con varias “visitas” a los ineludibles del siglo XX.

“Con el tiempo he llegado a pensar que en el fondo esas tareas de la escuela me gustaban más de lo que creía en aquel momento”, reconoce la entrevistada desde su casa en Londres, donde se gana la vida diseñando cubiertas para la legendaria editorial Penguin Books. “Los temas que más me interesan son la complejidad y la cantidad. Mapear el embrollo oculto que tiene lo aparentemente simple, y contar lo que nadie se preocuparía por medir”, define más tarde. Así como Federico García Lorca opinaba que todas las cosas tienen su misterio y que ese misterio era la poesía, la obra de Posavec podría interpretarse como un intento por dar un paso más y descubrir lo que se esconde detrás de la literatura. Una tarea que, por lo inalcanzable, es la brújula ideal para un viaje estético. “Lo que quiero es capturar la vida y la vibración que hay dentro de una pieza literaria –-desarrolla la artista–. Un texto no son sólo palabras en una página, es una cosa viva que respira, sale del papel y te agarra de la cabeza mientras leés. Quiero mostrar cómo una novela tiene sus células, igual que un vegetal o un animal, y que en su cuerpo, tal como pasa con los seres vivos, hay belleza.”

Por supuesto que cabe preguntarse si el valor plástico estaba ya en las piezas que han sido “reelaboradas” o si es mérito de esta chica nacida hace veintisiete años en Denver (Colorado, EE.UU.) el haberles dado una forma visualmente atractiva. “El encanto estuvo siempre ahí, lo que yo hago es llamar la atención y dar la oportunidad para que sea percibido”, reflexiona. Para ella no hay límites. “Hasta en los temas más intangibles vas a encontrar algo que puedas mapear, y cada vez que plasmás algo en forma de un nuevo diagrama, abrís la puerta a las novedades. Si empezás a prestarles atención concentrada a detalles, es casi seguro que vas a encontrar sorpresas.”

La observación es interesante, porque la gran tradición cartográfica se ha ocupado generalmente de objetos enormes y concretos. A pesar de que la historia de los mapas es casi tan larga como la de la civilización –el doctor en Comunicación José Luis Valero Sancho los rastrea en épocas tan remotas como el siglo XXV a.C.–, no ha sido tan común que se los intentara aplicar al arte. Hoy el auge de las infografías promete terminar con esa excepción. Pero Stefanie asegura que encuentra romanticismo en su forma de trabajar. “En los primeros intentos, junté toda la data a mano, contando y clasificando, y no usé ninguna planilla de cálculo. En lo posible trato de mantener esa actitud artesanal... ¡igual, de acá en adelante creo que voy a tener que elegir algo más sencillo!”, confiesa.

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