RUBENS CORREA, DIRECTOR DEL TEATRO CERVANTES
“Creo que hemos mejorado, que este año las falencias son menores. En 2007 estábamos todavía en medio del conflicto”, señaló el director Rubens Correa, refiriéndose a la Feria, y en un aparte con PáginaI12. Entonces, las autoridades con responsabilidad en el tema no habían resuelto asuntos relacionados al presupuesto ni al conflicto laboral que paralizó al Cervantes por dos años.
–¿Cuál es hoy la situación?
–Vamos bien, a pesar del atraso de Cremona, que esperamos estrenar alrededor del 20 de este mes.
–¿Hubo acuerdo con el personal?
–Siempre hay algún cimbronazo, pero tenemos charlas periódicas y hacemos lo posible por acordar. De lo contrario no podríamos anunciar tantos estrenos. Sé que la programación es apretada, pero necesitábamos salir de la parálisis. Después que repusimos la obra de Juan Carlos Gené (Todo verde y un árbol lila), estrenamos un infantil y Chúmbale, y organizamos la visita guiada, seguimos con Whitelocke, un general inglés (sobre la obediencia), que estrenamos el 17 con Arturo Bonín. Luego de Robin Hood, de Héctor Presa, que se despide ahora, presentaremos La Trup sin fin, de Hugo Midón, probablemente el 26. Tenemos además un invitado, el grupo peruano Cuatro Tablas, con Arguedas, los ríos profundos. En julio estamos a full.
–¿Qué reclamos han quedado pendientes?
–El personal obtuvo un nomenclador de funciones que le reconoce calidad de técnico y un plus salarial por eso. Nosotros pudimos adelantar algo con la gente que tenía contratos de obra. Ahora queda amparada por un artículo que le reconoce la relación de dependencia, aunque no estabilidad total.
–¿Entonces?
–Es una categoría del tipo planta transitoria. Es decir, ellos tienen los mismos derechos que los permanentes, pero sin estabilidad. Estamos pidiendo que nos amplíen la planta, pero hay demora por trámites burocráticos.
–¿Recibe apoyo de la Secretaría de Cultura de la Nación?
–Sí, sino no podríamos trabajar. Economía, además, nos duplicó el presupuesto en relación a 2007. El de este año es de 16 millones.
–¿Incluye el arreglo del edificio?
–Sí, y empezamos por avanzar en materia de funcionamiento y seguridad del teatro. Esto también lleva tiempo, porque no podemos hacer modificaciones si antes no tenemos el permiso de la Dirección de Museos. Se arreglaron los equipos de aire acondicionado, se cambiaron calderas, material eléctrico... Hemos hablado con funcionarios de la Embajada de España y nos han dicho que habrá apoyo, pero ese trámite lo maneja Cultura.
–¿Pensó renunciar cuando el Cervantes quedó paralizado?
–Varias veces; como todos, me desanimo. Pero creo que finalmente pudimos dialogar. El personal se da cuenta de nuestro deseo de resolver problemas.
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