ALLENDE Y LA CASA BLANCA, UN DOCUMENTAL REVELADOR
El trabajo de los directores Diego Marín Verdugo y José Angel Alayón Dévora iluminará esta tarde en Canal 7 el complejo mecanismo implementado por la CIA para dar el golpe sin invadir y derrocar así al presidente socialista.
› Por Oscar Ranzani
En 1970, cuando Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales de su país, se produjo un hecho histórico mundial: el socialismo llegaba al poder por la vía democrática. Estados Unidos vio en aquella situación un “grave problema” que podía extenderse al resto de Latinoamérica y puso en marcha un impresionante operativo para derrocar al médico cirujano, incluso antes de que asumiera. La participación de la CIA tanto en los preparativos como en el golpe fue determinante. Así queda confirmado por la historia. Y así lo ratifica también el documental Allende y la Casa Blanca que se emitirá hoy a las 18 por Canal 7 en el ciclo Ventana Documental, que conduce Víctor Laplace. Basado en el libro Salvador Allende. Cómo la Casa Blanca provocó su muerte –que contiene una investigación de la prestigiosa periodista chilena Patricia Verdugo– y en documentos desclasificados de la CIA, el especial del director chileno Diego Marín Verdugo y del español José Angel Alayón Dévora, muestra el complejo mecanismo implementado por la CIA de manera encubierta.
Por qué Estados Unidos optó por un método encubierto para dar el golpe sin invadir Chile es una pregunta que tiene una respuesta concisa: la intervención directa no les estaba dando resultados. “Entonces, en ese momento, yo creo que a EE.UU. le pareció que era más peligroso intentar una acción de ese tipo que podía tener evidentemente como consecuencia un levantamiento no solamente en Chile, sino también repercusiones en América latina muy potentes y también en Europa, porque en ese momento el eurocomunismo estaba centrando muchísimo su mirada en lo que estaba pasando en Chile”, señala Marín Verdugo en diálogo telefónico con PáginaI12, desde España.
Buena parte del documental pone el acento en que a Allende se lo intentó derrocar antes del día en que asumió, ya que hubo un lapso entre que resultó vencedor y la ratificación posterior del Congreso. Esto fue así porque había ganado con mayoría relativa (36,3 por ciento) y no con la absoluta. Como el Congreso tenía que ratificarlo, Estados Unidos puso en marcha dos planes: el Track One y el Track Two. “El Track One es el constitucional, según la CIA. Es aquel en que deciden que van a comprar votos del Congreso”, explica Marín Verdugo. La idea era que los legisladores ratificaran a Jorge Alessandri (el candidato de la derecha). Evidentemente, era de suponer que el pueblo se iba a levantar. Por eso el plan previó que Alessandri renunciaría y que retornaría a La Moneda Eduardo Frei, quien era el presidente en ese momento. “Lo que pasó fue que no todos los senadores chilenos quisieron y el presidente Frei, sobre todo, no quiso participar en esa acción”, explica Marín Verdugo.
Se estableció el Track Two, donde “se pone toda la energía y la fuerza de la CIA para provocar un golpe de Estado. Ellos intentaron hacer un golpe de Estado inmediatamente cuando asumió Allende, pero se dieron cuenta de que el ánimo de las fuerzas armadas no era golpista. Había un fuerte alineamiento constitucionalista”, relata el director. Entonces, la idea fue provocar un caos en Chile a través de la economía para que, entonces, las fuerzas armadas decidieran unirse a la idea de un golpe. “Lo primero que hizo de entrada Estados Unidos fue tomar gran parte de la reserva de cobre que ellos tenían en Estados Unidos, la venden al mercado y hacen bajar el precio del cobre que, evidentemente, es el motor de la economía chilena.” Estados Unidos logró también que el Banco Mundial no diera nuevos préstamos a Chile en el período ’70-’73, que los préstamos del BID bajaran a un 10 por ciento de lo habitual y que no se otorgaran más créditos para repuestos. Además, se presionó en el Club de París para que no se renegociara la deuda externa chilena y también al resto de los gobiernos de la región para que no hicieran acuerdos bilaterales con Chile. La economía del país trasandino llegó a un punto muy complicado.
“La ITT funciona en dos sentidos –explica Marín Verdugo–. Por un lado, le propone a Estados Unidos financiar parte del caos necesario. Y también funciona para pasar dinero del gobierno de Estados Unidos e inyectarlo dentro del caos. Ahora, hay que tener en cuenta que en una compañía como la ITT, de teléfonos, no era raro que el director en ese momento fuera John Mc Cone, un ex director de la CIA. O sea, evidentemente (y así ocurre probablemente en otros países) hay un interés a nivel de espionaje, de controlar las comunicaciones: ex directores de la CIA están metidos en esas grandes transnacionales.” Allende y la Casa Blanca también se refiere al Comité 40, un organismo presidido por el todopoderoso Henry Kissinger, cuyo objetivo era aprobar y ejercer control político sobre las acciones encubiertas en el exterior. El especial destaca que la idea de “ejercer control político” estaba vinculada con que esas acciones debían ser tan clandestinas que, en caso de ser descubiertas, pudieran ser negadas por el gobierno de Estados Unidos. Así se explica que durante la gestión Allende, el Comité 40 aprobó más de siete millones de dólares de apoyo clandestino a grupos de oposición en Chile. Según la investigación, esa cifra debe multiplicarse por 200; es decir, el resultado fueron 1400 millones de dólares a precio de mercado negro.
Como ya se señaló, a Estados Unidos lo detenía en su intentona golpista la presencia de un comandante en jefe constitucional. La idea fue, entonces, secuestrar al general René Schneider, ocultarlo y provocar inestabilidad. Cuando Schneider buscó defenderse, fue baleado y murió. “Había que reemplazarlo por uno que estuviera de acuerdo con un golpe. El problema fue que les salió mal: lo sacaron a Schneider y pusieron a Prats, que era igualmente constitucionalista. Al general Prats lo mata la dictadura chilena en Argentina”, explica Marín Verdugo, quien recuerda que fue precisamente el general Prats quien le sugirió a Allende que Augusto Pinochet lo sucediera. “Hasta ese momento se estimaba que Pinochet era leal. Hasta ese momento él no había dado ninguna muestra de participar en alguna acción golpista. De hecho, Pinochet es el último en sumarse al pacto golpista.” Pero días antes del 11 de septiembre de 1973, firmó el destino de su país. “El día D será el 11 y la hora H las 6 AM”, escribió el dictador. La CIA confirmó todo. El resto forma parte de la gran tragedia de la historia chilena.
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