EL AMPLIO ESPECTRO DE LAS FICCIONES DE INTERNET Y SU NUEVO TIPO DE LECTOR
Tanto en narrativa, como en poesía e historieta, muchos autores deciden desplegar todos los recursos de la interactividad en fantasías que se entrecruzan con el videojuego y, en todos los casos, apuntan a una escritura vívida.
› Por Facundo García
“Si lee esto, por favor, ayúdeme. Estoy encerrado en el noveno piso de la calle Rubén Darío, número 16... Llevo varios días sin poder salir de mi casa porque la puerta no se abre. Mi situación es desesperada. No sé cuánto me durará la comida.”
Con ese inicio claustrofóbico echaba a rodar Nada tiene sentido, una novela digital difundida en 2002. Por entonces los blogs no tenían la popularidad de hoy, y la falta de herramientas para dar vuelo multimedial al texto hicieron que esa obra –como tantas– cayera en el olvido a causa de su estética anquilosada. Años más tarde, muchos aseguraban que las letras de la web se estaban estabilizando alrededor de cierta apariencia uniforme. Justo ahí salió a la cancha una miríada de nuevos exploradores que recuperan la irreverencia de los pioneros del hipertexto a la hora de contar. A medio camino entre el delirio y el juego, viene asomando una segunda generación de relatos on line, apoyados por los avances en el diseño y la animación.
Así, este año la editorial británica Penguin Books hizo mucho ruido con Wetellstories (www.wetellstories.co.uk), seguidilla de seis obras digitales que pisaron terra incognita en muchos sentidos. En The 21 Steps, por ejemplo, Charles Cummings se basó en la novela Los treinta y nueve escalones, de John Buchan –la misma que llevó al cine Alfred Hitchcock–, para plantar una historia que funciona “montada” sobre Google Earth.
La acción se desarrolla en diferentes puntos del globo y las marcas del desplazamiento que deja el protagonista sobre mapas satelitales suman potencia y realismo a los párrafos. Poco después, la editorial volvió a sorprender con Your Place and Mine, de Nicci Gerrard y Sean French. Basado en Thérèse Raquin, de Emile Zola, el trabajo se desarrolló a lo largo de varias jornadas en las que los usuarios pudieron meterse en la página de Penguin para presenciar en tiempo real cómo se articulaban las oraciones.
Hubo varias apuestas más. La última fue The Former General, de Mohsin Hamid, que usando toques miliunanochescos se las arregló para montar un cuento en el que –como en los famosos libros infantiles de los ochenta (ver recuadro)– uno debe elegir el derrotero del protagonista. El recibimiento ha sido dispar. No faltó quien refritara lo que Susan Sontag escribió poco antes de morir acerca de los hipertextos. Para ella, era clave que la novela se atrincherara alrededor de la sucesión lineal, no optativa y potencialmente incómoda: “Una novela no es un conjunto de propuestas, una lista o una colección de agendas, o un itinerario abierto y revisable. Es el propio viaje, hecho, experimentado y completado”, advirtió.
Lo cierto es que desde hace tiempo el público avisa que pedirá canales de participación para seguirle el paso al Quijote, a Hamlet, al viejo Marlowe y a los que vengan detrás. Esa actitud –sumada a la maleabilidad de los nuevos lenguajes– estimula la profecía optimista. Se ha vuelto corriente encontrar proyectos que acercan cada vez más el relato al videojuego.
Alicia inanimada (www.inanimatealice.com), para citar un caso disponible gratis y en español, es una novela de aventuras cuyos capítulos transcurren en diferentes países. Los episodios incluyen interactividad y música que se puede bajar gratis, a lo que se agrega un link destinado a los docentes que coincidan en considerar que “nuevos medios requieren diferentes alfabetizaciones”.
Se dice que el mejor personaje que un escritor puede inventar es un nuevo tipo de lector. Pues bien, hay señales de que pasa lo contrario: muchos de los que viven de escribir se deshacen por responder a las nuevas costumbres de los que leen. Andy Campbell, artífice de la más que recomendable Dreaming Methods (dreamingmethods.com), la tiene clara en este sentido.
Más que sobre las antiguas secuencias fijas, trabaja sobre climas –generalmente pesadillescos–, con visiones de parques desiertos a última hora de la tarde o casas abandonadas. En la misma senda andan los belgas de Tale of tales (tale-of-tales.com), que en más de una oportunidad andan bordeando el límite entre el libro dibujado y la realidad virtual. The Graveyard (el cementerio) es un programa gratuito que se quiere dar a conocer como “una pintura para ser explorada”, en la línea de lo que jugaba a hacer Akira Kurosawa en sus Sueños (1990). La idea es conducir a una anciana por un camposanto. A medida que se la ve caminar entre sonidos de pájaros, viento y soledad, el sentido va sedimentando paulatinamente, sin palabras.
“Yo ya no escribo para humanos”, pone un tal Meika en un poema que aportó a la red social Spacecollective (spacecollecti ve.org). Además de sus versos, ha subido videos y dibujos, siempre a tono con el lema de “anticipar el futuro” que comparte con los otros aficionados. En consecuencia, el site se ha transformado en un paseo por universos nacidos en la mente de acalorados fanáticos de la ciencia ficción. A sus colaboraciones se suman las “cápsulas” audiovisuales que se multiplican mes a mes y supuestamente serán guardadas para que los seres del futuro conozcan quiénes fuimos.
Los Wu Ming (www.wuming foundation.com) son un grupo de escritores italianos que optó por reunirse bajo ese seudónimo –que en chino significa tanto “sin nombre” como “cinco nombres”– para evitar que el aparato mediático los convirtiera en vedettes del pensamiento. También ellos se han entusiasmado con la historia, y Manituana (manituana.com) invita a transportarse a 1775, cuando los independentistas y los pro británicos se disputaban la alianza con los pueblos nativos de Norteamérica.
El virus de la interacción también infectó a la historieta. Daniel Merlin Goodbrey (e-merl.com) es un dibujante inglés que se entusiasma cuando habla de Hypercomics, la actualización del lenguaje historietístico a las posibilidades que ofrecen un mouse y una pantallita. En 2003 salió Po-Com-Uk001, una obra en colaboración donde se podía navegar por “caminos” de viñetas, a elección. La fórmula anduvo bien y el recurso ha seguido dando pruebas de vida de ahí en adelante.
¿Y en poesía? ¿Qué habría hecho Mallarmé ante este panorama? Seguro habría escrito algo en el techo, catapultado por un salto eufórico. Epimone (Epimone.net) es una galería mantenida por el poeta español Lluís Calvo y su compatriota el diseñador Pedro Valdeolmillos. Construida bajo la premisa de propiciar el “encuentro entre la poesía y los nuevos medios”, presenta versos como nunca antes, organizados tipo scrabble sobre la mesa, desde la perspectiva de un insecto, etc.
Ya lo anunció esta semana David Barnett en The Guardian: hay una especie de retorno a aquellos viejos libros de aventuras en que “tú eras el protagonista”. Siempre avispados, los muchachos de YouTube ya están probando un sistema de links que ha dado lugar al surgimiento de aventuras interactivas.
Clickeando sobre recuadritos con acciones como “salir”, “correr” o “revisar el aparador”, el usuario va armando su propio itinerario de reproducción. Un hit de ese estilo es Choose your path (Elegí tu camino), que se promociona como un canal en el que se puede decidir el destino del héroe con un doble click que, a su vez, conduce a otras situaciones.
Películas abiertas
Quienes quieran ir más lejos pueden postear sus propios videos interactivos o incluso ir más allá y meterse con las primeras “películas abiertas”, que ya empiezan a hacer ruido. Para que se entienda: como hace un par de años sorprendió el auge de textos escritos en colaboración, la tendencia más reciente es transportar esa lógica a los films, especialmente los de animación.
Instituciones como la Blender Foundation (blender.org) están desarrollando aplicaciones gratuitas y de código abierto para elaborar personajes y lo que comúnmente se denomina “dibujos animados”. De esa incubadora han nacido maravillas como Elephants Dream (elephantsdream.org), un corto en el que la calidad va de la mano con la posibilidad de hacer mejoras a gusto y descargar... sin poner un peso.
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