Lun 21.07.2008
espectaculos

EL DEBUT PORTEñO DEL ESTADOUNIDENSE CONNOR OBERST

Un artista en estado de gracia

Catalogado por algunos como “el nuevo Dylan”, el cantautor se desmarcó de la comparación y cautivó al público que llenó La Trastienda con su propia personalidad artística, plena de matices poéticos. La visita de Oberst fue parte del festival Nuevos Aires Folk.

› Por Roque Casciero

En el fútbol argentino de los últimos veinte años, cada vez que aparece un pibe capaz de quebrar la cintura y hacer pasar de largo a un rival, alguno se apresura en la comparación y suelta que se trata del “nuevo Maradona”. Como si eso fuera posible. Ja. Bueno, algo similar sucede en Estados Unidos cuando un jovencito de mirada fresca se calza una acústica y sale a cantar sobre lo que ve, tanto en lo que lo rodea como en su interior: “el nuevo Dylan”, dicen. Y claro, tampoco hay chance alguna de que eso suceda, porque los artistas son irrepetibles (y cuando aparece un clon no es más que eso) y porque las circunstancias en las que surgió el Gran Bob son muy diferentes a las que dan darse hoy. Pero a Connor Oberst, como a otros antes, le cayó encima el sambenito de “nuevo Dylan”, una de esas comparaciones capaces de cortarte las piernas antes de debutar en primera. Afortunadamente, este nativo de Omaha, Nebraska, no se dejó marear por el ruido del parloteo de quienes querían un pedacito de su estrella incipiente, y se desmarcó produciendo lo que mejor le sale: grandes canciones. Por eso la Rolling Stone lo eligió como el mejor cantautor de la temporada 2008, por ejemplo, y acaso también por eso, en su debut en Buenos Aires, La Trastienda estaba llena, aunque recién se haya publicado aquí un disco suyo tres días antes del show. Y por eso, también, la noche del sábado fue de puro placer musical, con un artista en estado de gracia.

Por más que se lo promocionara como un concierto de Bright Eyes, su proyecto más famoso, y que sus acompañantes fueran dos (notables) integrantes de esa banda, Oberst no usó ese nombre porque no estaba el multiinstrumentista Mike Mogis. En cambio, se presentó con la Mystic Valley Band, un nombre surgido del lugar del estado mexicano de Morelos en el que grabó Connor Oberst (publicado aquí dos semanas antes que en el resto del mundo). Sin mucho preámbulo, el cantautor se plantó con su guitarra a un costado del escenario. Pelo corto despeinado, camisa con el cuello saliendo por sobre el pulóver marrón, jeans: un tipo de lo más corriente. Pero no, su imagen proyecta un aura diferente y eso se confirma apenas abre la boca para cantar. “Ella me invita a un closet/ la noche se mueve en sus ojos/ y ahora sé lo que quería/ estuvo dándome pistas todo el tiempo”, suelta con ese tono entre Robert Smith, de The Cure, y una especie de (y sí...) Dylan indie, como si Bob hubiera podido encajar en Pavement o, para arriesgar menos, en los Heartbreakers de Ryan Adams. La canción es “We are nowhere and it’s now”, una de las que grabó con Bright Eyes, y su intimidad es sólo una muestra de lo que puede escribir Oberst. También puede subir el tono político como un Neil Young enojado, anotarse como lúcido cronista callejero, aumentar el pulso con “Get well cards” (una especie de “Like a rolling stone” privado), pararse arriba del bombo de la batería y patear el piso mientras toca “Four winds”, o quedar solo en el escenario para cantar que “si fuera al paraíso sería un infierno de aburrimiento” (“Milk thistle”).

La visita de Oberst fue parte de la tercera edición del Nuevos Aires Folk, un festival que ya se convirtió en sana costumbre bianual en la escena porteña. Por el escenario de La Trastienda, esta vez, pasaron Mariana Baraj, el chileno Gepe y Fer Isella (el viernes), Nacho y Los Caracoles y Valle de Muñecas. Y a fines de 2008 estarán en el mismo lugar los Animal Collective, también rodeados de artistas locales. El sábado, en la platea se hablaba mucho en inglés y no por esnobismo indie: buena parte del público eran turistas felices de ver bien de cerca al artista que llamó la atención en 1994, cuando con sólo 14 años apareció al frente de Commander Venus. Pero no eran únicamente los compatriotas de Oberst los que coreaban “Lover I don’t have to love” o “Lua”, dos de los clásicos de Bright Eyes que eligió (junto a la nueva “Sausalito”) para terminar un concierto memorable. Una noche, en definitiva, que combinó minuciosidad por el detalle (esas frases como cuchillos) con la intensidad de músicos que juegan en equipo para que brille la estrella.

8-CONNOR OBERST AND THE MAGIC VALLEY BAND

Músicos: Connor Oberst (voz, guitarra, teclados), Nate Walcott (teclados,corno, trompeta) y Jason Boesel (batería y coros)

Lugar: La Trastienda, sábado 19 de julio

Público: 550 personas

Duración: 90 minutos

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