GUILLO ESPEL Y SU CUARTETO ACTUARáN DESDE EL JUEVES EN BRASIL
El guitarrista y compositor, que acaba de editar el CD Salir al ruedo, se presentará en el Festival de Invierno de Río de Janeiro.
› Por Diego Fischerman
”Si tuviera que definir Salir al ruedo, la primera imagen que aparece está ligada a lo expansivo, lo móvil, con una vitalidad manifiesta. De allí el título del CD”, explica Guillo Espel, que entre el jueves y el sábado estará presentándolo en vivo en Río de Janeiro, como parte del Festival de Invierno, uno de los más importantes de esa ciudad, en el que también participan Gilberto Gil, MPB4 y Joâo Bosco, entre otros. Con una conformación instrumental poco habitual, que incluye además de guitarra (el propio Espel), vibráfono (Oscar Albrieu Roca), bandoneón (Alejandro Guerschberg) y cello (Alfredo Zuccarelli), este músico discípulo de Manolo Juárez y admirador de Los Beatles y Jobim hasta límites insospechados, dice que “en este momento, conceptos o categorías musicales me sirven muy poco para expresar lo que me pasó al componer, grabar y presentar este trabajo. Mis dos CD anteriores son más instrospectivos; éste tiene una dirección contraria: la música sale hacia adelante y va al encuentro de quien escucha”.
Su orquestación de “La rosa y el sauce”, de Carlos Guastavino, acaba de ser grabada por la cantante Anna Netrebko y la Orquesta Filarmónica de Praga para el sello Deutsche Grammophon. Cada tanto, presenta sus obras sinfónicas y de cámara. La cantante Susanna Moncayo interpretó el mes pasado, en Amsterdam, varias piezas suyas y realizó orquestaciones de músicas populares para el tenor Darío Volonté. Podría considerárselo un músico “popular” que acude a elementos de la tradición europea y escrita o un “clásico” que se complace en utilizar materiales provenientes de tradiciones populares y, en particular, del folklore rural argentino. Ambas caracterizaciones serían erróneas. Guillo Espel es, más bien, un músico que trabaja en ese campo absolutamente nuevo, surgido a partir del siglo XX, en que a partir de músicas populares se generaron nuevos géneros y formas sofisticados y destinados de manera predominante a la escucha. “Nuestra modalidad al tocar, en realidad, es más propia del rock: intensa y quizás impertinente –dice Espel–. Sin embargo, siempre escribo toda la música que hago, pido que se toque lo que escribo. Lo que sucede es que, al mismo tiempo, se piensa con espíritu de música popular, para afuera.”
En relación con la cuestión de los géneros –y de cómo ubicarse en ellos– el músico es sumamente claro: “Mi composición se ha ligado a veces a la música académica universal y otras a la música popular, pero yo siempre pensé que eso se debe exclusivamente a la funcionalidad que esas músicas tienen, a los ámbitos y las formas en que se presentan. Mi música no se trata de una yuxtaposición de lenguajes distintos superpuestos sino de un único discurso con intensión expansiva en el uso de las herramientas y la organización”.
Para Espel, “componer es plantearse un problema e intentar resolverlo. Considerar que algunos elementos, modalidades o sonoridades son propios de un género y ajenos a otro resulta por lo menos limitante. Yo trato de trabajar sin estos preconceptos. Los materiales sonoros son como arcilla para moldear y las formas o tratamientos que resulten son por entero maleables. La verdad, lo siento como algo muy visceral, muy poco pensado. Nunca escribí música de cámara pensando en que debiera sonar argentina, del mismo modo que nunca escribo una chacarera con la intención de que suene ‘académica’. Me siento en la antítesis de esta postura. Simplemente uso timbres, formas y duraciones que tratan de resolver la idea musical que ronda. En todo caso, el discurso estético que surge es la consecuencia, pero la causa es explorar un poco, como los chicos, frente a un desafío desconocido”.
El grupo debió superar un duro golpe, tras el fallecimiento del bandoneonista que tocó en el disco, Román Rosso, ahora reemplazado por Guerschberg. Y parte del origen del cuarteto había estado, precisamente, en el hecho de que se trataba de un grupo de amigos. “Lo tímbrico es fundamental, también –cuenta Espel–. Creo que no existe otro cuarteto de vibráfono, bandoneón, cello y guitarra, y sucede que esta formación con la que estoy hace ya tres años, fue sugerencia de amigos músicos (Cabezaz, Rosso) que querían tocar conmigo. No era exactamente la combinación que tenía en la cabeza, pero me dije ¿por qué no? y me puse a escribir para ellos. Por otra parte, se trataba de mi ‘nuevo grupo’ luego de 14 años con La Posta y juntarnos a ver qué pasaba y a planear cosas fue como algo muy de garage, muy beatle.”
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